Ángel nocturno (serie Delta 3, nº 2)
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Ahora, forma parte de una comunidad de razas alienígenas que colaboran por el bien común, y dentro de la cual es, apenas, un modesto miembro más.
Es un tiempo de avances tecnológicos sin precedentes, en el cual los límites de la ciencia son permanentemente rebasados: naves con capacidad de viaje intergaláctico, organismos en parte biológicos y en parte cibernéticos, androides similares en todo a sus creadores, desconocidos seres espaciales e interdimensionales con capacidades que van más allá de la imaginación, viajes en el tiempo y más..., mucho, pero mucho más.
Es allí en donde, el capitán Rigel, la ex-militar Nova y la cibernética Spica, a bordo de la nave espacial Cisne Negro, recorren el espacio en busca de oportunidades y aventura.
Se trata de una pequeña tripulación que vivirá las más grandes historias.
Eris, una misteriosa pasajera, contrata al Cisne Negro para llevarla a un sistema estelar lejano.
Delta 3, el futuro es cuando la ciencia ficción se vuelve una realidad...
(toca cada parte y disfrútala)
Una misteriosa dama
Base geoestacionaria polar Hemera, en Urano, sistema solar. La tripulación del Cisne Negro se tomaba un relajante descanso en un abierto y luminoso restaurante, mientras la nave estaba siendo reaprovisionada en una de los muelles, y Nova leía las fichas técnicas de los nuevos sistemas de armas recién adquiridos para la nave:
—¡Vaya...! Esta vez si que compramos buenas cosas —exclamó entusiasmada—. Todas estas armas han sido robadas de los depósitos de la FDT y la AE seguramente.
Estoy deseosa de poder probar el nuevo cañón electromagnético que tenemos instalado, según las especificaciones, estoy segura de que puede atravesar hasta el casco de un crucero —comentó feliz.
—Deberías desear todo lo contrario, nunca hay garantías de salir con vida de una batalla —la corrigió Spica sin siquiera mirarla.
—¿Y a ti qué te ocurre?, ¿aún estás enojada porque nuestro capitán no te compró la expansión que querías para tus bancos de memoria? —le preguntó Nova en tono burlón.
—Sí, lo estoy...
—Oh, vamos, Spica; le pregunté al proveedor, y no tenían ninguno que fuera compatible con tu tecnología, tu diseño es muy de avanzada, eso lo sabes bien, no es nada fácil conseguirte repuestos ni expansiones tampoco —le recalcó Rigel.
—Bien... por lo pronto, ya estoy comprimiendo parte de mis datos, recuérdenlo cuando me demore en encontrar la información que me soliciten de manera urgente —agregó Spica molesta.
En ese momento una mujer se les acercó:
—Disculpe, ¿es usted el capitán Rigel?
—Sí —dijo Rigel volteando a verla.
Aquella era bella joven que aparentaba tener poco menos de 25 años. Vestía de una manera un tanto antigua, clásica de hecho, y muy elegante, conjugaba gracia y estilo; destacaban en su atuendo sus botas altas, un par de largos guantes, que llegaban hasta sus codos, y una capa con una gran capucha, la cual apenas dejaba atisbar un poco de su ondulada cabellera.
—Me llamo Eris, y quisiera contratar sus servicios. Necesito ir hasta Sirio y no tengo transporte.
—Lo siento, pero mi nave no es de tipo interestelar, debo declinar.
—Podríamos usar la puerta de salto de Sedna. Estamos como a cincuenta horas de viaje a velocidad luz; desde la salida en Sirio serían apenas unas pocas horas más hasta la estación Artemisa, ese es mi destino final, ¿la conoce?
—¡Claro que la conozco!, Artemisa es una estación terrestre no orbital, la única dependencia de la Tierra en Sirio, he estado allí en el pasado... por cuestiones de negocios —aclaró desviando su mirada por un instante hacia Nova quien lo escuchaba seria, y continuó—.
Me encantaría acercarme a la puerta de Sedna, Eris, pero esa zona se encuentra vigilada, y muy de cerca, por la FDT... Lamentablemente hemos tenido, hace muy poco, ciertos roces con las autoridades de la Tierra que seguramente derivarían en nuestra inmediata detención —le aclaró Rigel.
—Entiendo... —dijo Eris, he hizo algo impensado: tomó con ambas manos la cabeza de Rigel y lo besó en la boca... fue un beso prolongado, Nova y Spica miraron la escena boquiabiertas hasta que terminó:
—Puedo pagar muy bien por el riesgo, capitán —insistió.
Rigel se quedó mirándola por un momento, algo estaba cambiando en su semblante...:
—De acuerdo, Eris, te llevaré —le dijo de manera inesperada.
—¿Sabes que la puerta de Sedna, del lado del sistema solar, se encuentra atestada por torretas centinela de la FDT muy peligrosas?; y todas están ubicadas en posiciones estratégicas... No pasaremos sin combatir —le advirtió Nova.
—¿No querías estrenar las nuevas armas del Cisne, acaso? —le preguntó Rigel retóricamente—.
Eris, te acompañaré para mostrarte la nave y ayudarte a subir tu equipaje.
—Que amable eres, Rigel... todo un caballero. Muchas gracias —contestó la extraña contratista, y así ambos se retiraron juntos.
—Vaya, sí que fue sospechoso el cambio de actitud de nuestro comandante —comentó Spica.
—Parece que esa tal Eris debe besar muuuy bien —acotó Nova de manera celosa—; solo espero que la paga que recibamos bien valga la pena.
Pocas horas después el Cisne Negro partió en su nueva misión.
En el puente de la nave las miradas de desconfianza y sospecha de la tripulación femenina para con la misteriosa pasajera y su capitán, ambos allí presentes, eran intensas e inevitables:
—Dime, Eris, ¿cuál es el motivo de este viaje tuyo? —le preguntó Nova.
—Es una cuestión de índole privado...
—Pregunto porque, si fuera algo peligroso, deberías de decírnoslo, ¿sabes?; así estaríamos mejor preparados para cualquier contingencia que pudiera surgir —agregó.
Eris, incómoda con la insistente Nova, miró de reojo a Rigel para que interviniese:
—¡Nova, se más profesional!, concéntrate en lo tuyo y deja a nuestra pasajera en paz —exclamó este de inmediato y haciendo valer su autoridad de manera contundente.
—Va a ser mejor que me retire a mi habitación —dijo Eris—; aún tengo que desempacar.
La tensión en la nave se incrementaba a cada minuto y con cada frase... y el tiempo pasaba lentamente para todos.
Horas después, y en privado, Nova y Spica se encontraban reunidas de manera secreta en una de las bodegas de la nave:
—Sabes por qué estamos aquí, ¿verdad? —le preguntó Nova.
—Rigel, está actuando extraño... también lo noté.
—Dime lo que figure en tu base de datos sobre el control mental.
—Bueno, existen múltiples maneras de influir en como piensa la mente humana: desde la propaganda subliminal, ampliamente usada por los gobiernos a lo largo de toda la historia, hasta la utilización de sustancias químicas para inducir docilidad y obediencia en las personas; por otro lado, hay especies alienígenas telépatas que pueden hacerlo también; de hecho, y en teoría, podrían existir humanos modificados genéticamente con capacidades similares.
—La milicia de la Tierra ha estado trabajando mucho, y durante años ya, con implantes neuronales que incrementan ciertas funciones del cerebro, yo, por haber servido en la FDT, tengo algunos, aunque orientados al combate.
—¿Sospechas que Eris es una humana modificada?
—Tal vez lo sea... pero ¿por qué no me ha afectado a mí?
—¿Utilizará alguna clase de sustancia química, como una feromona por ejemplo?, las hembras las expelen frecuentemente para atraer al macho, así se aprovecharía de hecho de que Rigel es hombre.
—Es muy probable eso... ¡Hombres!, siempre son tan fáciles de manipular para nosotras...
Voy a tener que investigar a nuestra pasajera mucho más de cerca —concluyó.
Al segundo día del viaje y faltando ya muy poco para llegar a la puerta de salto, en el puente del Cisne Negro, Rigel analizaba junto a Spica la ruta que seguiría la nave al acercarse a los peligrosos drones centinela...
La puerta de salto de Sedna recibía ese nombre dada su cercanía a la órbita del lejano planeta transneptuniano así llamado.
Se trataba de un gran aro que permanecía fijo en un punto del espacio. Era de aproximadamente medio kilómetro de diámetro, y rodeaba a un agujero de gusano, un túnel en la trama tridimensional de la realidad que desembocaba en el sistema Sirio, y que permitía viajes casi instantáneos entre esas lejanas zonas del cosmos; si la anomalía espacial era generada por el aro o si simplemente la contenía, manteniéndola estable, se ignoraba completamente; muy poco se sabía de aquel misterioso objeto.
A pesar de haber sido investigado por años su tecnología era aún desconocida para la AE, así como también su procedencia.
Las teorías apuntaban a los seres apodados como los precursores, antiguas razas alienígenas consideradas como dioses en las leyendas de muchas especies.
Entre otras cosas, se les creía responsables por la dispersión de la vida a lo largo del universo, y esta puerta sería una de las vías utilizadas para ello.
La FDT había rodeado con unidades robóticas estacionarias, y muy fuertemente artilladas, el área circundante a este pasaje; la finalidad era el poder controlar el tránsito de todo tipo de naves a través de él, y así evitar el paso de criminales conocidos y sospechosos buscados, entre estos últimos se encontraban Rigel y su tripulación.
Mientras tanto, en la privacidad de sus aposentos, Eris utilizaba su huella digital para abrir la cerradura de un libro que siempre llevaba consigo, se trataba de su diario personal.
Este cuaderno ocultaba un avanzado dispositivo de comunicación el cual se encontraba disfrazado como su contratapa, su aspecto era como el de una computadora de tipo tableta.
Luego de introducir unos códigos mediante un teclado virtual apareció en la pantalla el rostro de una mujer, difuminado y oculto ex profeso mediante codificación digital, quien, sin preámbulo alguno y con su voz, igualmente deformada, le preguntó:
—¿Lo conseguiste?
—Por supuesto... —le dijo Eris sonriendo.
—No esperaba menos del ángel nocturno... Tu fama está bien justificada.
—Me encuentro en camino hacia la puerta de Sedna, contraté al Cisne Negro, como me lo sugeriste, para que me lleve hasta allí.
—¿La tripulación no sospechó nada?
—Eso no importaría... tengo al capitán, está bajo mi total control ya.
—Excelente, Eris, recibirás las coordenadas específicas en cuanto llegues a Sirio —le dijo su interlocutora y finalizó la comunicación.
En ese momento alguien llamó a la puerta de la habitación de Eris:
—Adelante —dijo ella... Era Nova quien se presentaba:
—Quería saber como estabas, Eris —le dijo, aunque en realidad su intención era averiguar algo más de la misteriosa pasajera.
—Me encuentro perfectamente, Nova; gracias, eres muy atenta.
—Pasaba por el pasillo y me pareció escuchar voces...
—Estaba haciendo anotaciones en mi diario, a veces murmuro cuando lo hago.
—¿Llevas un diario?, que interesante... y es de tipo libro —dijo al dirigir su atención hacia él—, con páginas de papel, como las que se usaron hasta el siglo XXI...
—Y es celulosa real, proveniente de madera, nada de un sustituto sintético —le aclaro Eris mientras aspiraba con profundidad el olor inconfundible del material.
—Hoy en día es casi imposible conseguir algo así —comentó Nova—; seguramente lo debes de cuidar mucho.
—Desde ya; este es mi bien más preciado, todos mis secretos, hasta los más íntimos, se encuentran escritos en él... Perderlo para mí significaría mi muerte, en sentido figurado, claro está.
En el tono de voz de ambas mujeres había un claro sesgo desafiante, confrontativo, la rivalidad entre ambas se apreciaba con facilidad.
—Bien, me retiro por ahora, Eris... y si necesitas algo recuerda que siempre estaré cerca.
—Lo sé, Nova... lo sé.
En ese instante la alarma de la nave se activó.
—¡Nova!, ven al puente de inmediato —dijo Rigel por el sistema de altavoces de la nave.
A los pocos segundos, ella se presentó:
—¿Que sucede? —preguntó.
—Una objeto apareció en los sensores hace unos segundos, salio de la nada y volvió a desaparecer —le contestó Spica.
—¿Una nave con dispositivo de ocultamiento? Vamos a ver si este truco militar funciona —dijo colocándose en la consola táctica.
Acto seguido, disparó una ronda completa de cargas de explosión automática hacia todas direcciones cubriendo una amplia área de varios kilómetros en torno al Cisne Negro.
Las cargas detonaron cubriendo con metralla todo el espacio—.
Spica analiza el patrón de dispersión de las esquirlas —ordenó...
—¡La tengo, Nova! Puedo ver claramente que hay algo moviéndose por la anomalía que deja al desplazarse entre ellas. Te envío su ubicación y trayectoria.
—Ahora veremos de que se trata —dijo entonces Nova al tiempo que disparaba con láser hacia las coordenadas del invisible objeto.
El impacto fue directo y suficiente como para hacer que el camuflaje de aquella oculta nave fallara y apareciera claramente a la vista de todos:
—¿Qué es eso? —se preguntó Nova al no reconocer el aspecto externo del casco.
—La computadora no puede identificar su configuración, es de tipo desconocido; seguramente se trata de alguna clase de vehículo experimental —dijo Spica—... y debemos asumir que es hostil, ¡está lanzando varios interceptores pequeños! —advirtió.
—No los ataques Nova, concéntrate solo en la nave extraña —le ordenó Rigel—. Spica, ¿cuanto nos falta para llegar a la puerta de salto?
—Por la ruta segura que habíamos trazado, como treinta minutos, tomando un camino directo... menos de cinco.
—¡Házlo directo, entonces!
—Pero, las torretas centinela...
—Tendrán múltiples objetivos de que ocuparse, trata de anticiparte a ellas y, usando a estos nuevos drones que nos persiguen ahora como escudos, realiza las maniobras evasivas necesarias —le aclaró Rigel.
—Bien.
Así, el Cisne Negro, en medio de una confrontación contra un enemigo sin rostro, se adentró en una de las zonas mejor defendidas de todo el sistema solar...
—¿Qué está pasando, Nova?, veo que esa nave todavía nos persigue sin perdernos el rastro —le dijo Rigel en tono de reproche.
—No lo sé, ya hice blanco en ella varias veces y las armas de energía no la afectan, parece que absorbe los haces.
Cambiaré al cañón electromagnético... Vamos a comprobar si absorben una munición de tipo material —dijo... y en cuanto la carga alcanzó su máxima aceleración: disparó.
El proyectil salió a la velocidad de la luz y fue directo hacia el centro de la misteriosa nave, y continuó de largo.
—Pero... ¡¿qué pasó?!, la bala acaba de atravesarla como si fuera un holograma, pero no lo es, ¡está ahí!
—Esa nave debe de poder cambiar su estado físico de materia a energía —sugirió Rigel—, aunque nunca supe de ninguna que fuera capaz de hacer algo así.
Al mismo tiempo, Spica maniobraba entre los disparos de las torretas de la Fuerza de Defensa Terrestre que impactaban en los incontables drones que intentaban acercárseles.
—Utiliza las cargas explosivas otra vez, Nova... llénale el espacio tras nosotros de esquirlas —le indicó Rigel—. Si se desmaterializa otra vez al rematerializarse los escombros se incrustarán en su estructura y la dañarán de todos modos.
—Es una muy buena idea —evaluó Nova al tiempo que lanzaba un conjunto de explosivos programados para una dispersión estrecha, mismos que detonaron en cadena, llenando de metralla toda la ruta tras el Cisne Negro...
—¡Desapareció!... No, un momento, volvió a aparecer, está a estribor —dijo y la atacó nuevamente del mismo modo con otra ronda de cargas—.
Se esfumó otra vez... ¡¡Ahora se encuentra a babor!!
¡Está haciendo transposiciones!, salta instantáneamente de una ubicación a otra del espacio... ¡¿Qué clase de tecnología tiene esa maldita cosa?!
—¡Eso no importa ya! —exclamó Spica—, las torretas nos están ignorando completamente, parecen concentrarse ahora de manera exclusiva en esa nave; debe ser un objetivo de mayor interés para la FDT que nosotros; y le están dando una buena batalla, se está viendo obligada a alejarse...
Mientras tanto, en lo que a nosotros respecta, la puerta de salto ya está a la vista y al frente; prepárense, estamos por saltar en 3, 2, 1...
De ese modo, el Cisne Negro abandonó definitivamente el sistema solar y quedó muy lejos de aquella anónima y extremadamente avanzada nave que lo estuvo persiguiendo por algún desconocido motivo, sin embargo y a pesar de ello, sus peores problemas estaban recién a punto de revelarse...
Situación explosiva
Habiendo escapado del un inesperado peligro, el Cisne Negro viajaba ahora por el sistema Sirio con rumbo hacia la estación Artemisa.
En el puente de la nave, Nova estaba furiosa:
—¡¿Quienes te persiguen, Eris?! ¡¡Dilo!!
—No sé quienes eran —se defendió Eris—. Y ¿por qué estás tan segura de que me persiguen? Podrían haber sido simples ladrones que estaban al acecho de cualquier nave que pasara por el sector.
—¡Oh, vamos!, por favor, ¿me crees una estúpida?... ¿Simples ladrones con esa clase de nave?, ¡es imposible! Usaban una tecnología que es mucho más avanzada, inclusive, que la militar; y de eso sé mucho.
—Rigel, me molesta ser increpada e interrogada de este modo tan agresivo por tu subalterna —se quejó Eris.
—¡Nova!, Eris tiene razón —la retó Rigel.
—¡¿Qué dijiste?! ¡¿Vas a ponerte de su lado ahora?!
—Aquí no hay lados...
Nova entrecerró sus ojos y se acercó a su capitán hasta ponérsele cara a cara:
—¿Ah no?, te desconozco, capitán... Quisiera saber que te ha hecho ella para tenerte así de dominado —le dijo en tono desafiante.
—No me ha hecho nada, teniente; y tú ya estás en el límite de la insubordinación —le contestó él del mismo modo.
—¡Te ha cambiado y no lo adviertes!... El Rigel que yo conozco confiaría en mi instinto, y no en una desconocida.
—¡Bien... ya es suficiente!, te lo advertí, Nova. Vete a tu cuarto a calmar un poco esa paranoia tuya; y considérate en detención hasta nuevo aviso.
Nova se fue, aunque de muy mala gana, cumpliendo así con la orden recibida...
—Lo lamento, Eris, te pido disculpas por esta situación tan incómoda; Nova es una excelente oficial, solo se encuentra tensa por lo que ocurrió —le dijo Rigel.
—Está bien, no hace falta que te disculpes conmigo, y no me cabe duda de su idoneidad, si no, no formaría parte de tu tripulación.
Por mi lado, me retiraré a mi habitación, quisiera descansar un poco.
Fue así que Eris se fue del puente...
Un rato después, alguien llamó a la puerta de la habitación de Nova:
—Adelante —dijo ella...
Era Eris:
—Hola, Nova.
—¿A qué viniste, se puede saber? —le preguntó Nova con mal tono mientras permanecía recostada en un sillón mirándola de reojo.
—Solamente a hablar contigo. Desde que nos conocimos he notado cierta rispidez en tu trato para conmigo y quisiera saber cual es el motivo... ¿Estás celosa de mi, acaso?
—¡¿Celosa yo?!... No seas ridícula.
—No he venido a quitarte a Rigel, y me iré en solo unas horas más; quisiera que al menos seamos amigas —dijo entrando al cuarto.
—No elijo a mis amigos tan a la ligera, Eris.
—¿Podríamos, al menos, hacer las paces? —le preguntó entonces Eris extendiendo su mano...
Nova desconfiaba, no sabía que pretendía Eris, pero su instinto la alertaba de alguna clase de peligro inminente...
Se puso de pie y se acercó a su misteriosa visitante. La observó detenidamente y luego de un instante hizo el ademán de darle la mano, pero súbitamente la flanqueó, y ubicándose en su espalda la tomó del cuello con el brazo:
—Veamos que ocultas aquí —dijo, y con su mano libre le retrajo la capucha de Eris con brusquedad revelando así un extraño dispositivo que abarcaba toda la parte trasera de su cabeza—.
¡¿Qué rayos es esta cosa que llevas?! Alguna clase de transmisor mental, ¿verdad?
—Dentro de un instante ya no querrás saberlo —respondió Eris y manoteó hacia atrás varias veces hasta que pudo apoyar una de sus enguantadas manos en la cabeza de Nova, manteniéndola así por un momento—.
Suéltame ahora, Nova —le ordenó entonces, y Nova así lo hizo—.
A partir de este momento nos llevaremos bien, ¿estás de acuerdo conmigo?
—Me parece bien... A veces soy un poco temperamental, lo siento mucho, Eris —le contestó Nova sonriendo, su actitud había cambiado completamente, ahora era dócil y sumisa con Eris.
—No quiero que nadie sepa sobre este aparato que llevo en mi cabeza, es un dispositivo médico —mintió—, por eso lo oculto bajo mi capucha.
—Bien, lo entiendo... es algo privado.
—Ahora iré al puente e intercederé por ti ante Rigel, le insistiré hasta que levante tu detención.
—Te lo agradezco, Eris, eres muy amable.
—Lo sé, Nova —finalizó Eris y fue hacia el puente de la nave, tal y como había dicho:
—Rigel, me gustaría que fueses a hablar con Nova, creo que ya ha tenido suficiente tiempo para pensar y recapacitar...
—Está bien, iré a ver si cambió su actitud —aceptó Rigel y se fue del puente, dejando así a Eris a solas con Spica, quien la miraba con mucha desconfianza.
—Dime, Spica, ¿tú eres la médica de la nave?
—Así es, ¿cómo lo supiste?
—Soy muy observadora, y la distribución de los distintos roles en esta nave así lo sugiere, tú eres la inteligente —dijo con una falsa actitud zalamera—.
Me siento un poco mareada y me gustaría que me examinaras, por favor.
—Por supuesto, Eris, ven conmigo, acompáñame —le dijo Spica y la condujo a la enfermería.
Luego de sentarse, Spica comenzó a examinar los ojos de Eris con una pequeña linterna, en ese momento Eris la tomó repentinamente de la cabeza apoyándole las dos manos a los costados.
—¿Qué haces? —le preguntó Spica tranquila.
—Solo espera un momento y verás —contestó Eris sonriéndole, pero en segundos su sonrisa desapareció—. Que extraño, no funciona contigo.
Spica le tomó entonces una de sus muñecas y, por la fuerza, comenzó a examinarle el guante directamente en la mano:
—Estos bellos motivos decorativos son metálicos y no son simples adornos, ¿no es verdad, Eris?; tus guantes son alguna clase de sonda dérmica, ¿intentabas llegar a mi cerebro más fácilmente colocándolos cerca de mi cabeza?
—Me lastimas, Spica, ¡suéltame!
—No lo haré hasta que me respondas.
—¡¡Suéltame ya!! —exclamó Eris dándole una fuerte bofetada a su captora con la otra mano, quien se la sujetó y le dijo:
—Sé que no se nota a simple vista, pero yo no soy una entidad humana de tipo biológica, sino sintética; si pretendes controlarme de este modo no lo conseguirás.
—¡¡¡Socorro!!! ¡¡Rigel, Nova, ayúdenme... Spica está fuera de control!! —gritó desesperada Eris...
A los pocos segundos, Rigel y Nova se hicieron juntos presentes en la enfermería:
—¡¿Qué está ocurriendo aquí?! —preguntó Rigel alarmado.
—¡No lo sé, Spica estaba examinándome y de golpe se volvió loca. No quiere soltarme! —enfatizó Eris llorisqueando.
—No me volví loca, estoy funcionando perfectamente; creo que nuestra pasajera lleva un dispositivo de control mental oculto, sus guantes son como sondas con las que inicia algún tipo de enlace —explicó Spica sin soltar las manos de Eris y agregó—:
Tenías razón con tus sospechas, Nova. Deberás aislar a Rigel hasta que determinemos como liberarlo de su influencia.
Nova miró a Rigel al tiempo que tomaba un arma aturdidora eléctrica, la cual era parte del armamento estándar que acostumbraba llevar consigo, y sin dudarlo le aplicó a Spica una descarga en el cuello con la que la dejó en un estado similar a lo que sería un desmayo, al sobrecargar sus circuitos.
—¿Te encuentras bien, Eris? —le preguntó Rigel.
—Sí, pero me asusté mucho... No tenía ni idea de que Spica era un robot, parece humana. ¿Está desactivada ahora?
—Es solo un estado momentáneo, su blindaje es muy resistente a la electricidad, una descarga como esta habría quemado a casi cualquier otro dispositivo eléctrico, pero a ella apenas la puede pone a dormir por un rato; se recuperará en pocos minutos, en cuanto la sobrecarga se disipe completamente de sus circuitos —dijo Nova.
—Va a ser mejor que la encierren hasta que la puedan reparar —les sugirió Eris.
—Está bien, creo lo mismo —aceptó Rigel.
Spica fue así encerrada en la bodega principal de la nave.
Mientras tanto, ya en el puente, Eris continuaba con su plan:
—Aquí tengo unas coordenadas a las que necesito ir antes de continuar hacia la estación Artemisa —le dijo a Rigel—. ¿Podríamos hacer una pequeña desviación hacia allí en nuestro camino?
—Por supuesto que sí. Nova, dirígete hacia donde Eris te indique —le ordenó Rigel.
De ese modo el Cisne Negro fue hacia una región del espacio que se encontraba alejada de cualquier ruta y allí quedó a la espera...
Mientras tanto, en la bodega, Spica, ya completamente repuesta de la descarga que había sufrido, intentaba salir manipulando el cierre de la puerta.
—Ya no insistas, Spica, yo tengo el control desde aquí —le dijo Nova por el intercomunicador—; sin la autorización del puente esa puerta no se abrirá, y lo sabes.
—¡Déjenme salir... Eris los está dominando a ambos! ¡¿Qué no lo ven?! ¡Por favor, reaccionen! —gritó desesperada.
Rigel pulsó un botón de su silla de mando y la comunicación fue silenciada de inmediato, así terminó.
—Se acercan tres vehículos a nuestra posición, son transportes de tipo civil —informó Nova.
En cuanto la comitiva se acercó al Cisne Negro, Rigel las reconoció de inmediato:
—Son los Yamata no Orochi... Es una poderosa mafia japonesa; es oriunda de la Tierra, obviamente —comentó serio y preocupado.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó Nova.
—Siguen con una antigua tradición de ciertos clanes criminales, como los Yakuza; la imagen que llevan en sus naves es como un tatuaje, pertenece al mítico dragón gigante de ocho cabezas y colas que les da su nombre...; es su identificación y una advertencia; así como él, son sanguinarios, extremadamente poderosos y asimismo peligrosos.
—A mí no parecen muy temibles realmente, creo que con nuestro nuevo armamento podríamos hacer pedazos a esas caras y finas naves de uso ejecutivo en las que viajan.
—Que no te engañe el aspecto lujoso de sus transportes, los conozco muy bien, Nova... están blindados y te puedo asegurar que tienen oculto suficiente poder ofensivo como para enfrentarse a un escuadrón de naves de combate de la FDT y salir victoriosos.
—Nos contactan —dijo Nova.
—Adelante —ordenó Rigel... y en ese momento, apareció en la pantalla principal del puente la imagen de la misma mujer con quien Eris había estado llevando a cabo sus comunicaciones secretas durante el viaje; esta vez se mostraba con absoluta claridad, era una bella joven, con rasgos asiáticos, aunque no muy marcados, a la cual el capitán del Cisne Negro conocía muy bien.
—Hola, Rigel —dijo ella en tono seductor.
—¡Tsuki!, que sorpresa —respondió él algo nervioso.
—La sorpresa es también mía, no esperaba encontrarte por aquí —dijo arteramente—; en todo caso es un placer... como siempre.
Me encantaría que nos reunamos luego para disfrutar de una cena íntima como las que tú ya conoces —lo invitó entonces ella, y lo hizo sonriéndole de manera muy provocativa.
Nova miró de reojo a Rigel con su boca entreabierta por el descaro en el tono de Tsuki, le interesaba ver la expresión del rostro de él y la llenaba de curiosidad cual sería su respuesta, el pasado de Rigel era algo que ella ignoraba casi por completo, aunque, cada vez que se enteraba de algo, por lo general, la terminaba haciendo enojar...
—Sabes que sería todo un honor para mí, Tsuki, pero, muy a mi pesar, debo declinar, estoy en medio de un trabajo que tengo que concluir —dijo él, en lo que era una clara excusa para evitar aquella cita.
Rigel y Tsuki se habían conocido hacía algunos años en un evento en el que él le salvó la vida, desde aquel día, ella se había enamorado de Rigel; aunque para Tsuki el amar a un hombre era algo más parecido al profundo afecto que se siente por un muy apreciado objeto que forma parte de una colección.
Él sabía muy bien cual era la manera de pensar y actuar de ella, sus intenciones y cuan peligrosa podía ser si se la dejaba avanzar... era por eso que usualmente buscaba excusas para alejársele.
—Oh vamos, Rigel, solo serán un par de horas... hazlo por los viejos tiempos, no te arrepentirás —insistió ella guiñándole un ojo.
—Lo siento mucho, Tsuki, ya me conoces, eso no sería profesional de mi parte —volvió a eludirla él.
—No debería rogarle a ese mercenario, mi señora, él claramente no se encuentra a su altura, usted merece mucho más —susurró Kasei al oído de Tsuki.
Kasei era el guardaespaldas personal de ella; un enorme y temible cíborg, en parte humano, en parte robot, con el intimidante aspecto de un samurai en su armadura, quien no se apartaba ni por un segundo de su ama: Tsuki, y cuyo destino era cuidarla con su vida.
Ella no le respondió, estaba muy molesta ya, sus exóticos ojos no ocultaban nada, odiaba que algo o, aún peor, alguien se le negara y estaba claro que esta vez Rigel no aceptaría su invitación...
—¿Cómo puedes rechazar a una joven tan bella y fina, Rigel? Creo que deberías reconsiderarlo y aceptar su invitación —le sugirió Eris.
—Sí, creo que tienes razón —dijo entonces él—. De acuerdo Tsuki, no dejaré pasar esta oportunidad de disfrutar de tu compañía.
Eris miró a Tsuki de costado, sonriendo confiada...
Tsuki estaba asombrada, el cambio de actitud de Rigel ante la mera sugerencia de Eris había sido una clara muestra del gran poder que tenía el equipo que Eris llevaba consigo, el cual era el verdadero, y oculto, motivo para esta reunión con los Yamata no Orochi.
—Me iré por un momento a mi habitación, Rigel... Preferiría no ser molestada —le dijo Eris y se fue.
—Vete preparando, Rigel. Enviaré un transporte en un rato para transbordarte hasta mi nave —agregó Tsuki y cortó la comunicación.
Instantes luego, mientras Eris y Tsuki negociaban el precio por el dispositivo de control mental, Nova percibió una extraña anomalía dentro de su propia mente...
«Teniente Nova, le habla el comandante de la nave a la que ustedes atacaron en la puerta de salto de Sedna.
Pertenezco al Grupo Majestic; no se alarme, por favor, nuestra naturaleza no es hostil, somos científicos.
Me estoy comunicando con usted a través de sus implantes neuronales; que, por cierto, fueron un desarrollo nuestro vendido a la FDT hace años. Accediendo a ellos es como sé su nombre y datos militares básicos. Esta comunicación es, obviamente, unidireccional.
En su nave viaja una ladrona profesional buscada en siete sistemas estelares conocida como ángel nocturno. Ella nos robó un dispositivo experimental para el control de mentes que estamos desarrollando y que queremos recuperar.
Por sus ondas cerebrales podemos detectar que usted ha sido afectada por el mismo y se encuentra bajo su influjo, el cual estamos neutralizando en este momento mediante la manipulación de la tecnología anexada a su cerebro. Descuide, en unos segundos se encontrará libre... pero solo será usted, no podemos saber si hay más afectados a bordo; mi recomendación es que no confíe en nadie.
Podemos ver que hay tres naves pertenecientes a un conocido clan mafioso detenidas junto a la suya. Suponemos que ángel nocturno estará negociando con ellos la venta del dispositivo robado en este momento.
El nuestro no es un vehículo de combate, carecemos de armas equipadas y es bien sabido que las naves utilizadas por criminales mafiosos ocultan siempre un gran poder bélico. Nos encontramos cerca, ocultos a pocos kilómetros de su ubicación actual, nos descubrirían de inmediato si intentamos utilizar nuestros drones de teletransporte, como lo hicimos anteriormente, es por ello que apelamos a usted: queremos que evite la transacción a toda costa, destruya el dispositivo de control mental si es necesario, o tendremos que hacerlo nosotros... y usted morirá junto con todos los que la acompañan.
Del mismo modo en que accedemos y manipulamos la tecnología implantada en usted, también podemos hacerlo con los detonadores de algunas de las armas a bordo de su nave; no quiero que lo tome como una amenaza de mi parte, sino más bien como una advertencia: si algún vehículo intenta salir de o acoplarse a su transporte haremos uso de este último recurso y aniquilaremos su nave con sus propias armas; nuestra única finalidad es evitar que nuestra tecnología se nos escape de control; dejo ahora en sus manos el evitar un desenlace luctuoso».
Quedaba poco tiempo para hacer algo, era solo cuestión de unos minutos; en cuanto terminara la negociación, la cual seguramente se estaba llevando a cabo, Tsuki enviaría un transbordador a recoger a Rigel y hacerse con el dispositivo al mismo tiempo.
Nova se levantó de su silla y se encaminó hacia la puerta de salida del puente...
—¿A dónde te diriges Nova? —le preguntó Rigel.
—Solo voy al baño... no me tardaré.
—¿Podrías esperar un momento más, solo hasta que las maniobras de acople terminen?
Nova giró alarmada hacia la pantalla principal al escuchar eso y vio que un transbordador de los Yamata no Orochi se encontraba en camino, ya casi no tenía tiempo de hacer nada, así que optó por improvisar un plan:
—¡Spica, no preguntes nada, solo ven al puente de inmediato, es una emergencia! —exclamó al tiempo que le abría la puerta de la bodega a su compañera.
—¿Qué estás haciendo, Nova? —le preguntó Rigel confundido.
Un momento después llegó Spica:
—¿Qué sucede? —preguntó desconcertada.
—¡Rápido, toma la consola táctica y cífrala! Quiero que evites cualquier intento de acceso a los controles de las armas del Cisne —le ordenó Nova tratando de ganar algo de tiempo, Spica la obedeció.
—¡¿Vas a explicarme que es lo que pasa, Nova?! —le volvió a preguntar Rigel ya molestándose.
—¡Estamos a punto de ser destruidos! —le respondió Nova.
—Alguien intenta activar algunos de los detonadores de nuestro arsenal... y sea quien sea, es muy bueno —dijo Spica al tiempo que hacía todo lo posible por evitarlo.
En ese instante ingresó Eris, quien notó el ajetreo en el puente y la presencia de Spica:
—¿Qué es lo que está pasando aquí? —preguntó desconcertada.
—¡Tú, maldita ladrona! —la increpó Nova al tiempo que se le abalanzaba encima para quitarle el dispositivo de control mental de la cabeza.
Ambas mujeres comenzaron así a forcejear...
—¡¡Rigel, ayúdame; deténla, por favor!! —gritó Eris, quien apenas podía contener a una furiosa Nova.
Rigel se puso de pie y desenfundó su arma de inmediato:
—¡Nova, alto! —le ordenó, pero ella no le hizo caso—... ¡Nova, soy el capitán de la nave, obedéceme! —Ella lo ignoró completamente y esgrimió su arma eléctrica con la cual, en un rápido movimiento, electrocutó a Eris aplicándole una descarga en el cuello, misma que la dejó tendida en el suelo, aturdida.
Rigel quedó apuntándole a Nova... ella, agitada, lo miraba de pie y en silencio.
En ese momento el canal de comunicación de emergencia de la nave se activó:
—Cisne Negro, estamos a la espera para iniciar la maniobra de acople —dijeron desde el transbordador enviado por los Yamata no Orochi.
No hubo respuesta...
—¡Atención! Cisne Negro, ¿qué ocurre? —insistieron.
Nova caminó con calma hasta la consola de comunicación del puente y se contactó directamente con la nave insignia de los Yamata no Orochi.
—Nuestro transporte se encuentra a la espera. ¡¿Qué está pasando allí?! —preguntó Tsuki atendiendo irritada.
—Dile a tu transbordador que se regrese a tu nave, ya no tienes nada que hacer aquí, japonesita mafiosa —le dijo Nova.
—¡¿Cómo te atreves a llamarme así, insolente?!
—Rigel, Nova está fuera de control, ¿qué no lo ves, acaso?, se ha amotinado... ¡Mátala!, hazlo ahora; ¡es tu deber, tú eres el capitán! —le ordenó Eris hablando con dificultad desde el suelo.
Él tenía a Nova en la mira pero su mano comenzó a temblar...
—¡Mátala ya! —gritó Eris insistiendo, pero Rigel ya no le obedecía, los sensibles componente electrónicos del dispositivo de control mental se habían dañado con el fuerte choque eléctrico que le había dado Nova a su portadora; ante la insistencia él respondió finalmente abriendo su mano y dejando caer su arma al suelo.
Nova se acercó entonces a Eris, quien impotente la miraba sin poder levantarse, y le arrancó el dispositivo de la cabeza para mostrárselo a Tsuki:
—Viniste a comprar esto, ¿verdad?...
Bien, ahora está dañado, como has podido ver; no obstante —dijo mientras tomaba la pistola de Rigel del suelo— y por si aún lo quieres para intentar repararlo —agregó sujetando el arma delante del aparato y le disparó tres veces destruyéndolo casi por completo, Rigel cayó inconsciente al suelo en ese momento—.
Ahora está en oferta, creo que obtendrás un buen descuento por chatarra electrónica —finalizó burlonamente.
Tsuki la miraba con toda su furia contenida, casi no podía hablar por la ira que sentía, recién conocía a Nova y ya la odiaba como a una de sus peores enemigas:
—No sé quien seas, pero te has ganado un poderoso enemigo hoy.
—¿Sí?, no me digas... En fin, ya estoy acostumbrada.
—Considérate con suerte, no destruyo en este preciso instante la nave en la que te encuentras solo porque Rigel está allí también; pero, recuerda que los Yamata no Orochi no olvidamos nunca... algún día nos volveremos a encontrar y te haré recordar este día —finalizó cortando la comunicación, de inmediato el transbordador regresó a su nave de origen, y la comitiva de la mafia se retiró sin mayores incidentes...
—Cuando quieras, y donde quieras... estaré lista —susurró Nova para si.
—Los intentos de acceder a nuestro sistema de armas se han detenido por completo —dijo Spica—.
Detecto unas pequeñas naves que han aparecido de la nada; creo que son drones similares a los que vimos en la puerta de Sedna; y nos rodean...
En apenas unos instantes Eris comenzó a desmaterializarse, como si fuera un fantasma desvaneciéndose en el aire, tanto ella como todas sus pertenencias, y los restos dañados del dispositivo robado, simplemente desaparecieron del Cisne Negro, fueron teletransportados.
«Teniente Nova, le informo que ya hemos recuperado el control sobre nuestra tecnología; con respecto a su pasajera, nosotros nos encargaremos de ella a partir de este momento», le dijo el capitán de la anónima nave de avanzada a Nova en su mente.
—Los drones se están retirando... ¡Han desaparecido! —informó finalmente Spica.
De ese modo, el Cisne Negro quedó siendo una nave solitaria que flotaba en el espacio a la espera de que su tripulación se reorganizara para dirigirse a donde hubiera alguna traza de civilización.
Oportunidades...
Ignorando todo lo acontecido desde que cayó desmayado, Rigel despertó más tarde en la enfermería de la nave; junto a él se encontraba sentada Spica y Nova parada a un par de metros.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó Spica, quien le estaba tomando el pulso en la muñeca directamente con su mano.
—Bien... creo, aunque me duele un poco la cabeza.
—Se te pasará, algunas de tus terminaciones nerviosas resultaron irritadas cuando el dispositivo de control mental fue destruido.
—¿Era cierto entonces eso del dispositivo de control mental?
—¡Desde ya!, y Eris lo usó para convertirte en su perrito faldero —le dijo Nova cruzándose de brazos—.
Si que tienes un buen ojo para las mujeres, nuestra pasajera era una ladrona buscada en varios sistemas...
—No seas injusta con él, Nova... a ti también te controló ella —lo defendió Spica.
—¿Qué fue lo que pasó con Tsuki? —preguntó entonces Rigel.
—Solo se fue —le contestó Nova.
—Por cierto, ¿quién era esa mujer? —preguntó Spica.
—Con lo poco que sé, deduzco que alguna ex de Rigel. Su noviecita mafiosa. La tenía bien escondida —dijo Nova con un dejo de celos—.
Ahora veo cuales eran sus negocios en Sirio...
—¡Oye, Nova!, primero: cuida tu tono, y segundo: no saques conclusiones anticipadas sobre algo que ignoras completamente —le recriminó Rigel mostrándose molesto—.
Tsuki y yo nos conocimos de manera circunstancial hace años y desde entonces es ella quien me persigue a mí.
—Pues, por algo será... —comentó Spica adoptando la misma actitud que Nova.
—¿Tú también vas a empezar, Spica? —le dijo Rigel sorprendido.
—No tienes por que rendirnos cuentas a nosotras de ninguna de tus aventuritas, capitán —le contestó ella—.
Además, tus pupilas ya se han dilatado, y tanto tu sudoración como ritmo cardíaco van en aumento, todo indica que te preparas para mentir —agregó con un claro tono de indignación, y su compañera continuó:
—Tal vez pretendas ocultar las partes escabrosas... Así no nos interesa para nada escuchar lo que tengas que contarnos al respecto.
¿Nos vamos, Spica?
—Sí, Nova, vámonos; no tenemos nada más que hacer aquí.
Las dos se retiraron molestas e indignadas con Rigel, dejándolo solo en la enfermería...
Recién luego se un buen rato, que prudentemente él dejó para que ambas se calmaran, Rigel las secundó:
—¿Ahora que haremos, capitán? ¿Volveremos al sistema solar? —le preguntó Spica, que estaba al timón.
—¿Y pasar otra vez por entre las torretas de la FDT apostadas en la puerta de Sedna? —le contestó Rigel con una pregunta retórica—.
No, aquí hay muchas más opciones que allí para alguien en nuestra línea de trabajo; Sirio es un sistema estelar libre, sin gobierno alguno.
—Es por eso que también se lo considera tan peligroso... existen mafias, mercenarios y comercios ilegales de todo tipo —destacó Nova con tono de sarcasmo mientras enfatizaba cada punto enumerándolos con sus dedos.
—Son solo otras clases de peligros —concluyó Rigel.
Así, el Cisne Negro se puso finalmente en curso hacia la estación Artemisa, lugar desde donde comenzaría a explorar este gran mercado de oportunidades que se le presentaba...
FIN
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