Planeta errante (serie Delta 3, nº 3)
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Ahora, forma parte de una comunidad de razas alienígenas que colaboran por el bien común, y dentro de la cual es, apenas, un modesto miembro más.
Es un tiempo de avances tecnológicos sin precedentes, en el cual los límites de la ciencia son permanentemente rebasados: naves con capacidad de viaje intergaláctico, organismos en parte biológicos y en parte cibernéticos, androides similares en todo a sus creadores, desconocidos seres espaciales e interdimensionales con capacidades que van más allá de la imaginación, viajes en el tiempo y más..., mucho, pero mucho más.
Es allí en donde, el capitán Rigel, la ex-militar Nova y la cibernética Spica, a bordo de la nave espacial Cisne Negro, recorren el espacio en busca de oportunidades y aventura.
Se trata de una pequeña tripulación que vivirá las más grandes historias.
Mientras buscaban suministros en el mercado negro de Euríale, Rigel y Nova son secuestrados... A partir de entonces vivirán una situación de vida o muerte en un mundo desconocido.
Delta 3, el futuro es cuando la ciencia ficción se vuelve una realidad...
(toca cada parte y disfrútala)
Exótico y lejano oriente
El planeta más cercano a la estación Artemisa era Euríale, el cual orbitaba la estrella Sirio B. El aspecto de aquel lejano mundo era un bastante parecido al de Marte, luego de su terraformación: algo árido en general, y con algunos mares de agua líquida, los cuales lo volvían, en sectores, un sitio muy adecuado para la vida.
Su aire era respirable para los humanos, así como su temperatura promedio y gravedad muy cercanas a las de la Tierra...
Allí, la ciudad más grande era Haruka, la cual había sido fundada hacía ya décadas por colonos terrícolas, la mayoría oriundos del continente asiático, de ahí su aspecto arquitectónico: marcadamente oriental y futurista a la vez, mismo que recordaba al de las ciudades propias de aquella zona de la Tierra.
Era famosa por ser la principal base de operaciones y asiento de una de las poderosas familias mafiosas que componían la peligrosa triada que dominaba en todo aquel sistema... sin ninguna ley ni gobierno.
Destacaba su nutrido mercado negro, el más grande y conocido de toda la galaxia. Allí se podía adquirir lo que fuera, y si no, se podía encontrar a alguien que lo conseguiría... por el precio adecuado.
En aquel lugar se encontraban Rigel y Nova recorriéndolo en busca de algunos artículos que necesitaban, y cualquier otra cosa interesante que pudiera aparecer; Spica, por su lado, permanecía en un hangar junto al Cisne Negro, supervisando la instalación de un nuevo sistema de propulsión, el cual le daría a la nave un alcance intergaláctico.
El comunicador de Rigel se activó, era Spica:
—¿Cómo va la búsqueda de mis bancos de memoria extra?; de verdad que los necesito —preguntó ansiosa.
—Aún no aparecen, ya preguntamos con varios traficantes de tecnología y no tienen nada que sea compatible contigo —le contestó él—. Vas a tener que ser paciente...
—Tengo toda la eternidad, capitán —replicó ella sarcásticamente.
—Por cierto, ¿como está quedando la instalación del generador de puertas de salto del Cisne?
—Muy bien, cuando se encuentre totalmente ajustado y calibrado podremos viajar instantáneamente hacia cualquier coordenada del universo conocido, tal y como lo hicimos con la puerta de Sedna cuando llegamos aquí.
El único problema que anticipo es el consumo de antimateria, se va una cápsula completa en cada salto...; y no te imaginas lo difícil que es conseguirlas, apenas logré comprar un par.
—Por no mencionar el costo que tienen —agregó Nova.
En medio de aquel ajetreado mercado, alguien los controlaba de cerca; era la figura de un hombre alto, fornido, encapuchado con raidos atavíos, y que no les perdía el rastro; se ocultaba de la mirada de ellos hasta que Nova lo advirtió:
—Nos están siguiendo —le dijo a Rigel de manera disimulada.
—¿Cazarecompensas?
—Podría ser...
—Averiguémoslo; vamos por ese callejón —sugirió entonces él.
De ese modo le tendieron una emboscada al extraño, quien, sin advertirla, cayó en ella...
—¡¿Quién eres?! —le preguntó Rigel apuntándole con su arma.
No hubo respuesta.
Con un brusco movimiento, Nova le bajó la capucha descubriendo su cabeza:
—¡Un cíborg! —exclamó en cuanto vio las partes robóticas que se encontraban fusionadas al cuerpo de aquel misterioso hombre.
—¡¿Quién te envió?! —insistió Rigel.
Solo hubo silencio...
—Mejor empieza a responder las preguntas o comenzaré a destruir tus implantes cibernéticos, y te aseguro que sé como hacerlo de las maneras más dolorosas posibles —le advirtió Nova, en ese momento notó los restos de un tatuaje en el cuello del extraño y su rostro se desncajó—. No puede ser —susurró extrañada.
Repentina e inesperadamente, otras varias figuras, similares a aquel hombre, aparecieron por distintos puntos, rodeándolos... y sin darles tiempo casi a nada, los capturaron, dejándolos inconscientes con una sustancia somnífera que les rociaron en la piel.
A partir de ese punto no se supo nada más de ellos...
Despertaron prácticamente al mismo tiempo, estaban en un recinto no muy grande, el sitio se encontraba un poco inclinado, era metálico, de aspecto sólido, estaba cerrado... parecía ser como una pequeña habitación, la cual Nova reconoció de inmediato:
—Estamos dentro de un búnker modular de la FDT —dijo al tiempo que examinaba su entorno, recorriéndolo con la mirada: lucía como abandonado, estaba polvoriento, arenoso, con partes sucias y oxidadas, había algunas cajas vacías tiradas por el suelo, cinco sillas revueltas y desordenadas, un par de baúles y una fila de diez casilleros adosados a una de las paredes.
Rigel fue de inmediato hacia lo que parecía ser la entrada, y trató de abrirla... sin lograrlo.
—¿Qué clase de puerta es esta? —preguntó al ver lo estrecha que era y la extraña forma semicilíndrica de la misma que la semejaba a una esclusa de seguridad.
—Es una puerta de aislación medioambiental. Estos búnkeres son unidades herméticas diseñados para ser desplegadas en múltiples tipo de escenarios. Ese acceso es en realidad una cámara unipersonal de paso, tiene sistemas de descontaminación y purga de vacío, nada de afuera entra y nada de adentro sale, salvo quien haya ingresado en ella.
En ese instante, la enorme pantalla principal del aquél lugar, la cual se encontraba fija en una pared, se encendió, estaba astillada y manchada, con algunas fallas, pero funcionaba... y en ella apareció la cara de un hombre familiar:
—Pero si yo te maté, Lesath —le dijo Nova.
—No, amor... no lo hiciste, aunque sí que me lastimaste, y mucho, ¡mírame! Gracias a ti, me he convertido en un organismo cibernético... y ahora soy mucho más fuerte que antes.
—Y ahora te quieres vengar, ¿no es así? —le dijo ella entrecerrando sus ojos, pero su interlocutor solo la miró sonriéndole de una manera inquietante:
—El deseo de venganza no es más que una debilidad, lo que yo quiero es que vuelvas conmigo, Nova...
—Pues, lo lamento, ¡no lo haré!
—Oh... sí, sí que lo harás, y estarás feliz de hacerlo. Será cuando remplace algunos lóbulos de tu cerebro con partes cibernéticas, como las mías, y las programe para ello...
Es más, me aseguraré de programarte para amarme, como lo hacías antes.
Renacer como cyborg... no es tan malo como se cree.
—Estás demente. ¡¡No dejaré que me conviertas en tu marioneta, maldito!!, antes me suicido.
Lesath se rió a carcajadas...:
—Como prefieras. Viva o muerta lo haré de todos modos, ese no un requisito para convertirte una bella cíborg.
Aunque, sinceramente, prefiero doblegar tu voluntad... domarte, por así decirlo, es por eso que traje a tu capitán contigo y he planeado un juego que te hará mucho mas dócil cuando termine.
En uno de los baúles que están allí les dejé unos regalos.
Rigel y Nova fueron así hasta el baúl que estaba abierto, dentro había un par de dispositivos con la forma de un aro articulado que podían abrirse en un punto, parecían ser dos sofisticados collares electrónicos:
—¿Pretendes que nos pongamos estos grilletes en el cuello? —le preguntó Nova escéptica.
—Es la única manera de salir del búnker, así lo he preparado todo, la puerta no abrirá de otro modo, tienen que colocárselos para salir.
—¿Qué son?, ¿dispositivos de rastreo, Lesath? —le preguntó Rigel.
—Tal vez; pónganselos y lo sabrán... —Rigel y Nova se miraron reluctantes y Lesath continuó—:
Claro que pueden no hacerlo, si así lo prefieren, pero el oxígeno de ese recinto se les acabará en unas pocas horas, y seguramente sobre el final optarán por colocárselos para salir y respirar... Será viejo, pero ese búnker es aún hermético y su reserva de aire está casi agotada.
—¿Y luego qué seguirá? ¿Nos cazarás como animales? —preguntó nuevamente Rigel.
—Sí, de hecho, mis hombres lo harán..., quienes, por cierto, Nova, son los que dolorosamente sobrevivieron a la explosión que nos hizo ser esto que somos ahora; están deseosos de devolverte el favor despedazando tu hermoso cuerpo.
—Va a ser mejor que yo salga primero, Nova —le dijo Rigel—. Trataré de conseguir ayuda... El oxígeno te durará el doble sin mí aquí; quédate todo lo que puedas aguantar y, si no regreso a tiempo, luego inténtalo tú.
—La táctica del héroe no es la mejor esta vez, si vamos a separarnos es preferible que salgamos al mismo tiempo y tomemos por distintos caminos para dividir a los cazadores —propuso ella.
Nova y Rigel cruzaron sus miradas, a ninguno de los dos le gustaba la idea de alejarse del otro, pero estratégicamente no había más opción; tomaron entonces los collares y se los colocaron al mismo tiempo...
A los pocos segundos de hacerlo un display numérico se activó en el frente de ambos dispositivos y con brillantes números rojos comenzó una cuenta regresiva.
—¡¡¿Que diablos es esto, Lesath?!! —preguntó Nova exaltándose.
—Perdón, perdón... olvidé decirles algo importante. Esos números indican el tiempo que les queda antes de que los collares exploten, al cerrarlos en el cuello se activan y el conteo empieza: tienen tres horas.
Se hizo un instante de silencio... Nova estaba furiosa, quería tomar una silla y estrellarla contra el monitor donde estaba la cara de su ex pareja, Rigel en cambio lucía más tranquilo...
—No perdamos la calma, ahora lo primero que tenemos que hacer al salir es ver como librarnos de estas malditas cosas —dijo Rigel, y Lesath continuó:
—Los ayudaré con ese asunto, primero: no les recomiendo que los fuercen, sus detonadores son muy sensibles; ya puestos y cerrados, los collares pueden ser abiertos nuevamente usando una llave electrónica especial, la cual encontrarán sobre la consola principal de control de un reactor de fusión nuclear abandonado, el cual se encuentra como... ¡oh casualidad!, a tres horas de camino de donde están ahora.
Tendrán que llegar hasta allí para quitarsélos... yo que ustedes me pondría en camino, el tiempo corre.
Que comience el juego...
Arenas fantasma
Sabiendo ya del estrecho margen de tiempo con el que contaban, Rigel y Nova abandonaron la aislación de la hermética unidad para así emprender un, seguramente peligroso, camino que Lesath les había dejado preparado.
Al salir, fueron recibidos por el árido panorama de una superficie dura, agrietada, con arena que era arrastrada por ráfagas de viento y un translúcido cielo de un color entre verde y amarillo que, a pesar de estar naturalmente iluminado, dejaba ver el espacio exterior. El aire, algo turbio al mirar a la distancia, era respirable pero se sentía caliente, seco, y desagradable.
El módulo en el que habían estado parecía encontrarse en medio de un desierto...
—A pesar de la topografía árida y la gravedad, ya no estamos en Euríale —dijo Rigel al ver las estrellas.
—¡Y qué calor infernal hace aquí! —refrendó Nova—. Ayúdame a subirme a esto —le pidió a Rigel, quien, con sus manos, la elevó para que pudiera hacer una observación a la distancia, una vez que estuviera parada sobre el búnker...
Nova miró detenidamente hasta donde pudo y dijo:
—Creo que ya sé hacia donde iremos, puedo ver unas torres en aquella dirección —señaló.
De ese modo, comenzaron a caminar con un destino...
—¿Qué planeta será este? —preguntó Rigel—, no parece ser muy grande, si al menos tuviéramos un identificador de constelaciones lo apuntaríamos hacia el cielo y lo sabríamos de inmediato, cuando menos averiguaríamos en cual sistema estamos.
—¿Sistema? No creo que sea ninguno, no veo una estrella principal en el cielo. La iluminación parece provenir de alguna reacción química generada en la parte alta de la atmósfera —le contestó Nova—.
Este ambiente es claramente de tipo uno, bastante parecido a la Tierra; dado el búnker del que salimos y las construcciones que divisé, estoy bastante segura de que vamos hacia un puesto de la FDT... y los hay por muchos lados.
Continuaron caminando sin parar, hasta que encontraron en el suelo un dispositivo de aspecto robótico, articulado, flexible y alargado, de no más de un metro, el cual estaba parcialmente cubierto por la arena.
Nova se agachó, lo limpió un poco para reconocerlo y con cuidado lo levantó agarrándolo de un extremo con una mano:
—Se trata de una mina automática —dijo mostrándosela a Rigel—. Falló su activación cuando fue desplegada —agregó...
En ese momento sopló una fuerte ráfaga de viento, misma que levantó bastante arena en donde estaban, ambos se taparon el rostro y en cuanto pasó, Nova creyó distinguir algo en el suelo:
—¡¡Alto!!, no te muevas ni un solo paso, Rigel —le dijo.
—¿Por qué? ¿Qué ocurre?
—Acabo de ver algo por allí, como a diez metros delante nuestro... observa atentamente.
Fue así que ambos se quedaron mirando estáticos, y en un instante hubo una perturbación en la arena... algo se ocultó en ella.
—¡¿Qué es eso?! —preguntó Rigel alarmado.
—Otra mina de estas... pero esa está activa. Se las conoce como minas serpiente, son parte del armamento defensivo estándar de la FDT, se utilizan sobre terreno blando, son como drones, solo se sueltan en el terreno y se siembran solas, ocultándose a pocos centímetros bajo la superficie.
Si hay una, hay decenas... te lo garantizo.
—¿Rodeamos el sector?
—No sabemos hasta donde se extiende la zona minada y no nos sobra el tiempo, inclusive podríamos ya estar dentro de ella y haber corrido solo con mucha suerte hasta ahora.
—¿Qué hacemos, entonces? —preguntó él...
Lentamente, Nova se comenzó a quitar sus botas para quedar completamente descalza...
—¿Vas a hacer lo que pienso? —le preguntó Rigel tomando en sus manos la mina desactivada.
—Esta es una técnica de supervivencia que me enseñaron, fue parte de mi entrenamiento básico... Mis mejoras sensoriales me ayudarán, espero —dijo ella cerrando sus ojos para concentrar sus sentidos en la planta de sus pies—.
Sígueme, no te me acerques a menos de cinco metros, y pisa solo sobre mis huellas —le indicó a Rigel luego de pasarle su calzado para que él lo llevara consigo.
Con mucho cuidado Nova comenzó a caminar sintiendo con sus pies desnudos la densidad del material que componía el suelo en cada uno de sus pasos... por momentos tanteaba con sus sensibles dedos la superficie y cambiaba levemente la dirección para evitar ciertas zonas que le parecían peligrosas.
Despacio, continuaron avanzando, Rigel no decía ni una palabra solo la seguía pisando exactamente donde lo hacía ella...
Así continuaron hasta llegar a las inmediaciones de la base, allí el suelo ya no era arenoso sino sólido y el riesgo de las minas serpiente había desaparecido.
Nova abrió entonces sus ojos:
—Parece que no perdí mi toque, hace años que no realizaba algo como esto —dijo sonriendo al tiempo que se sacudía la arena de los pies y procedía a calzarse nuevamente.
Acto seguido, contemplaron las construcciones circundantes...
Se trataba claramente de un asentamiento militar de la FDT; por su aspecto era muy parecido a una pequeña ciudad en escala, disponía de calles y manzanas, simétricamente distribuidas, todas con diversos edificios en ellas, y cada uno destinado a funciones muy específicas.
—Esto que ves, Rigel, es una base desplegable, las construcciones son en realidad módulos prefabricados, similares al búnker en el que estuvimos; estas bases se transportan por el espacio con todos sus elementos ensamblados entre sí, apelmazados al máximo, sin espacios, como si fueran una sola gran unidad, hasta se parece a una gran nave a la que llamamos, en la jerga: nave racimo.
Al llegar a su destino, prefijado desde el origen, todo el conjunto desciende; el módulo central despliega, en primer término, el suelo de la base, la superficie sobre la que se asentará todo el resto, luego distribuye los distintos módulos de acuerdo a un patrón previamente programado; todo es automático, aunque casi siempre hay personal controlando el proceso.
Las tropas arriban luego, aunque en este caso no sé si lo hicieron. Esto luce como si estuviera abandonado desde hace muchos años... no es común que la FDT deje un sitio así. ¿Qué habrá pasado aquí? —se preguntó.
La única respuesta que obtuvo Nova a su pregunta fue la del silencio imperante...:
—Un reactor nuclear de larga duración provee de energía a todo el asentamiento; y, sin importar la configuración que se elija, siempre se ubica en el medio, por cuestiones de distribución energética —finalizó.
Así comenzaron a recorrer aquella inquietante ciudad fantasma, caminando por una de sus calles en dirección al centro.
Por momentos, ambos debían detenerse y cerrar sus ojos, tapándose la nariz y la boca con el pliegue de sus brazos, ante las constantes ráfagas de viento que levantaban grandes cantidades de polvo y arena, enturbiando así el aire...
—Conoces bastante bien todo esto... —le reconoció Rigel.
—Sí, fui parte del personal de control en varias operaciones de asentamiento y despliegue de bases similares a esta —refrendó ella y entrecerró sus ojos ante el recuerdo de la que fue su última misión en la FDT.
Rigel estuvo a punto de preguntarle por el motivo de su expresión pero no tuvo tiempo... En ese momento, se escuchó un fuerte silbido en el aire que irrumpió por sorpresa y de inmediato el muslo de la pierna izquierda de Nova fue perforado de un disparo que lo atravesó limpiamente, saltó un fuerte chorro de sangre en ambos sentidos y ella cayó al suelo sumida en un gran dolor.
Al verla caer, Rigel intentó ayudarla.
—¡¡No, Rigel!! ¡Corre hacia allí, ponte a cubierto, ya! —le ordenó ella gritándole, al tiempo que lo empujaba y le señalaba una posición segura junto a uno de los edificios donde había, además, varios contenedores juntos.
La sangre que salía de la pierna de Nova era mucha, demasiada, ella intentaba bloquearla con ambas manos apretando con todas sus fuerzas.
—¡El disparo provino de aquella dirección! —le indicó a Rigel apuntando con su rostro—. No vengas por mí, es lo que el francotirador quiere... es una trampa, soy su carnada.
—¡No puedo dejarte ahí herida, te desangrarás!
—Olvídate de mí, estoy demasiado expuesta.
Pasó así un extremadamente tenso instante, cuya duración fue imposible de determinar... fugaz para un observador externo, interminable para los protagonistas.
—Mejor sálvate, Rigel. Vete y luego busca un buen reemplazo para mi puesto, aunque estoy segura de que, a quien encuentres, no me llegará ni a los talones —le dijo Nova, ocultando su intenso dolor con una forzada sonrisa.
Rigel no le respondió nada, pero, obviamente, no le obedecería...
Él, por su lado, ya tenía un plan en mente, ahora esperaba a la siguiente ráfaga de viento fuerte, sabía que levantaría una gran nube de arena con polvo del árido suelo, lo cual le reduciría enormemente la visibilidad a cualquier francotirador, esa sería su mejor oportunidad para atravesar la calle hacia un camión que estaba en la vereda de enfrente.
—No lo hagas... ni lo pienses, no quiero verte morir —le dijo Nova al ver la pose que él adoptaba con su cuerpo, listo para correr a toda velocidad.
—Ni yo a ti —le contestó Rigel.
En ese momento, la esperada ráfaga al fin se presentó.
Una densa polvareda se levantó y Rigel corrió tan rápido como pudo, el francotirador lo divisó y le disparó dos veces..., ambas balas fallaron, aunque por muy poco.
Rigel se parapetó junto al camión, sin ingresar, abrió la puerta de la cabina y estiró su brazo hasta el botón de encendido para ver si aún funcionaba.
El motor del viejo vehículo arrancó...
Sabía que en lo siguiente debía ser rápido, tenía que hacer avanzar al rodado hasta colocarlo entre Nova y el francotirador para usarlo de escudo, pero para lograrlo debía entrar a la cabina y sentarse en el lugar del conductor, lugar en donde estaría a merced de su mortal atacante.
Repasó una vez la secuencia de movimientos que realizaría, no tendría dos oportunidades y entonces actuó.
En cuanto se sentó en el puesto del conductor la luneta se astilló frente a él por un disparo de su oculto atacante, mismo que el parabrisas blindado del vehículo pudo frenar.
Comenzó así a avanzar y un segundo disparo impactó junto al primero, debilitando así su único escudo ante una muerte instantánea.
Otro disparo, y otro más volvieron a impactar a continuación, pero el material de la luneta los soportó... en ese momento el camión alcanzó la posición y Rigel bajó casi al mismo tiempo en el que el parabrisas estallaba en pedazos al recibir un nuevo disparo que lo destruyó finalmente.
Rigel tomó a Nova entre sus brazos y, cargándola en ellos, la llevó hasta la fachada de unos edificios cercanos, lugar en donde quedaron finalmente a reparo de su agresor.
—Ahora te haré un torniquete —le dijo él mientras comenzaba a quitarse el cinturón, pero ella lo detuvo:
—¡No!, mejor llévame hasta allá, aquella es una unidad médica, encontraremos algo mejor dentro —dijo señalando hacia uno de los módulos.
Al entrar, Rigel recostó a Nova sobre una camilla y procedió a limpiarle la herida.
—¿Sabes suturar? —le preguntó él.
—Básicamente.
—Vas a tener que guiarme entonces —dijo mientras buscaba los elementos necesarios... Comenzó abriendo algunos cajones y luego otros, pero no había nada con que hacerlo.
—Allí, Rigel —le dijo Nova señalando a una taquilla que estaba abierta—. El traje de combate que está colgado dentro, debe haber sido de un soldado; tráelo, me servirá.
Los trajes de combate de la FDT están diseñados para la asistencia médica de emergencia en el campo de batalla.
Tienen equipados sensores y sistemas de presión neumática que operan de manera autónoma e inteligente... pueden bloquear hasta importantes pérdidas de sangre, como esta; también administran analgésicos y otras medicinas que me ayudarán.
—¡Excelente! —dijo Rigel acercándole la indumentaria.
—Tendrás que ayudarme... el traje se pone directamente sobre el cuerpo desnudo, no puede haber ropa entre la piel del soldado y él.
—¿N... nada? —preguntó él nervioso.
—Nada de nada —confirmó ella—.
¡Vamos! ¿Qué te pasa?, ya me viste sin ropa cuando me compraste en aquel mercado, estaba flotando desnuda en un tanque amniótico, ¿lo recuerdas?
—¡¿Cómo olvidarlo?! Pero ni siquiera te conocía en ese momento, aquello fue una simple adquisición para mí, no había relación alguna entre nosotros, ahora todo es muy distinto, Nova.
—Bueno, aprovecha esta oportunidad para vivirlo de otro modo, entonces... y te lo advierto: no te hagas ilusiones, capitán —le dijo con un especial tono seductor.
Nova en realidad disfrutaba tentando a Rigel, siempre que podía le mostraba su abrumadora femenina belleza y le ponía algún tipo de pequeña barrera, todo era parte de un inocente juego de seducción que ella iniciaba para ver si él se atrevía a más... sin embargo, Rigel se mantenía distante, jamás atravesaba aquel límite en su relación; aunque era obvio que Nova le resultaba muy atractiva, había algo subyacente, algo que él ocultaba, y que le evitaba el intentar avanzar hacia un nivel de intimidad más profundo con ella.
Así Rigel, nervioso, desnudó a Nova al tiempo que guardaba su ropa en un bolso que encontró allí mismo.
Trató de espiarla lo menos posible, aunque no consiguió evitarlo del todo...
—¿Cómo sabes que este traje te entrará, o que no te quedará flojo? —le preguntó él para distender la incómoda situación.
—Son elásticos, solo hay tres medidas... y esta es la más común, la intermedia, la mía —respondió ella.
En cuanto el traje de combate se cerró en torno a Nova, algunas pequeñas luces del mismo se encendieron mientras el sistema le hacía un diagnóstico automático; acto seguido, se escuchó el sonido de las pequeñas bombas de presión que se activaron frenando la profusa pérdida de sangre en la pierna de su portadora.
—¡Dios!, ¡cómo extrañaba sentir uno de estos en mi cuerpo! —dijo ella con claro placer—. Me vas a ver usar esto seguido, Rigel; oh sí... definitivamente, me lo pienso quedar.
Con premura, Nova se incorporó al recibir unas dosis inyectadas de sustancias calmantes para el dolor, y estimulantes, que le dieron algo de fuerza extra para continuar.
Habían quedado cara a cara y Rigel permaneció mirándola a los ojos, Nova era extremadamente bella y la situación había sido bastante íntima para ambos, lo suficiente como para afectarlo como hombre y ella lo notó:
—¿Qué?, ¿pasa algo? —le preguntó ella con un dejo de desafiante agresividad, el momento de intimidad había pasado y ahora necesitaba hacerlo reaccionar.
—No, nada —respondió él conteniendo el aliento.
—Mejor, porque no podemos distraernos ya.
—Bien... Apostaría a que nos están esperando en torno al reactor nuclear, saben que tenemos que ir hasta allí —comentó él.
—Es por eso mismo que no iremos —le respondió ella.
Rigel la miró confundido y Nova procedió a explicarse:
—Sé perfectamente como se configuran estas bases, estamos bastante cerca del reactor, pero también de otros edificios importantes, tenemos opciones tácticas.
Nuestro siguiente objetivo será la unidad de comunicaciones, desde allí vamos pedir ayuda; tal vez podamos contactar a Spica...
Ocultándose muy bien, avanzaron hasta el módulo que tenía una enorme torre de antenas, e ingresaron:
—Perfecto, ahora vamos a ver si algo de esto funciona —dijo Nova operando la consola principal; todo el sistema se encendió—.
—¡Atención, Spica! ¿Me recibes? —agregó emitiendo en modo de emergencia.
No hubo respuesta...
—Podríamos estar a años luz de distancia del Cisne, la señal tardaría ese tiempo en llegar —supuso Rigel lamentándose.
—Eso no importaría, los transmisores como este son de alcance interestelar, operan bajo el principio de transferencia de información cuántica de fotones —le dijo Nova y explicó—; básicamente la señal se reproduce de manera instantánea en cualquier sitio del universo en donde haya luz; sin embargo, y por una cuestión de intensidad de señal, por ahora es necesario que existan estrellas brillando con, al menos, una moderada fuerza lumínica en las inmediaciones...
El sistema transceptor del Cisne tiene la capacidad para establecer una comunicación de este tipo, aunque puede demorarse un poco hasta que se logre un enlace que sea estable.
Comenzó así una tensa espera...
—Rigel, quería pedirte perdón, todo esto que está pasando es por mí y por nadie más —le dijo en un momento Nova.
—No tienes nada que ver con que ese loco nos haya traído hasta aquí, y puesto en esta situación.
—Sí, sí que tengo... y ambos lo sabemos. Lesath es una parte de mi pasado y, por lo tanto, mi responsabilidad.
Me arrepiento de haberlo conocido; primero, acepté ser su pareja, y hasta fui su novia. Luego, él me traicionó en Plutón, durante la Operación Cero Absoluto... que, como ya sabes, fue la causa de mi baja deshonrosa de la FDT. Finalmente, cuando recién nos conocimos, fui yo quien intentó matarlo, y claramente fallé.
Todo esto es mi culpa, y te he arrastrado conmigo...
Aunque, en mi defensa debo decir que tienes una extraña y fuerte atracción por las mujeres problemáticas —finalizó bromeando para distender.
—Eso es muy cierto, y no me arrepiento en lo más mínimo —le contestó Rigel mirándola sugestivamente.
Ambos se contemplaron a los ojos por un instante y, sabiendo lo que deseaban en sus corazones, sus rostros comenzaron a acercarse, hasta quedar a menos de un centímetro.
—¡Hola, Nova!, aquí estoy... ¿dónde se han metido? Desde ayer el Cisne ya está listo para partir y no pude contactarlos.
La intempestiva interrupción rompió el momento... y, recuperando el aliento, Nova le contestó:
—Escúchame con cuidado, Spica. Rigel y yo fuimos secuestrados, estamos en un planeta desconocido, y no sabemos cual es nuestra ubicación actual; necesitamos que vengas a rescatarnos.
—Dame solo un momento, estoy decodificando el origen de tu señal... a ver, solo un instante más y... ¡listo!, ya tengo las coordenadas; que extraño, no aparece ningún planeta cartografiado en esa ubicación.
Como sea, usando el nuevo sistema de salto instalado en el Cisne, y yendo casi a velocidad luz, calculo que podría llegar hasta ustedes como en una hora.
—Hay un problema, llevamos puestos unos collares explosivos que detonarán en aproximadamente una hora —le informó Rigel.
—El margen de tiempo es estrecho, pero estoy segura de que puedo llegar un poco antes, si me apuro... con solo unos minutos bastarán, confío en lograr desarmar esos collares en apenas segundos, tengo memorizada una muy completa base de datos sobre desarme de explosivos.
—Bien, dejaremos el canal abierto y estaremos ocultos hasta que llegues, tú solo desciende lo más cerca posible del origen de esta señal, nosotros saldremos en cuanto te veamos.
Ponte en marcha de inmediato —le indicó finalmente Rigel, y así él y Nova se quedaron simplemente a la espera...
Los minutos pasaban lentamente ante una creciente ansiedad de los dos, cualquier retraso que tuviera Spica, cualquier inconveniente, podría derivar en un desenlace fatal para ambos, como así también era extremadamente peligroso el seguir el juego de Lesath, internándose aún más en la base para intentar llegar hasta el reactor nuclear.
Al mismo tiempo, sus enemigos no detenían la cacería ni por un segundo, uno de los comandos de Lesath había advertido la inusual actividad de las antenas en la torre transmisora y la investigaba... para luego informar de su hallazgo:
—Comandante, se encuentran en el módulo de comunicaciones, los drones espía acaban de confirmarlo.
—Excelente, vamos a acorralarlos —dijo Lesath, e instruyó a todos sus hombres para que entraran en acción...
Mientras tanto, inocentes del peligro que se acercaba:
—Voy a sentirme mucho mejor cuando me quite esta maldita cosa del cuello —se quejó Nova.
—Igual yo, pero vamos a tener que aguardar un poco más, hasta que llegue Spica —le dijo Rigel.
—Tal vez no podamos esperar tanto —agregó ella mirando hacia afuera—. Creo que acabo de ver movimientos...
Observó entonces con detenimiento ciertos puntos estratégicos que ella, con su experiencia militar, podía identificar fácilmente y confirmó su sospecha:
—Nos están rodeando, saben que estamos aquí —sentenció—. No podemos quedarnos más, tenemos que irnos...
—Pero ¿a donde?
—Si los hombres de Lesath están aquí tienen que haber abandonado sus anteriores posiciones. Lo mejor que podemos hacer ahora es ir por la llave al reactor nuclear y desactivar los collares con ella.
El problema va a ser salir de aquí...
—Avísale a Spica que cuando arribe ya no nos encontrará donde espera; que nos busque y que esté atenta a todo —le dijo Rigel... y, mientras Nova lo hacía, tuvo una idea:
—Dime, Nova, elevando la potencia de este transmisor al máximo ¿podríamos inducir alguna clase de carga eléctrica con las antenas que afecte a circuitos electrónicos sensibles?
Ella lo pensó por un instante...:
—Si lo ponemos en sobrecarga, supongo que sí... pero el lóbulo generado solo será lo suficientemente potente en un alcance limitado, estimo que no más de treinta metros —dijo.
—Bien, hazlo y ponlo a transmitir ruido blanco en la frecuencia en la que operan tus implantes neuronales; me imagino que los biochips de los cíborgs operarán en frecuencias similares.
De ese modo Nova comenzó con la transmisión al mismo tiempo que los hombres de Lesath tomaban por asalto la instalación...
Repentinamente todos fueron afectados por la potente señal y cayeron al suelo, inmovilizados y temblando espasmódicamente, en cuanto sus sistemas robóticos les comenzaron a fallar.
Nova no fue la excepción, cayó de rodillas al suelo, mareada, con un fuerte dolor de cabeza, y Rigel, el único que era inmune a aquel campo, la cargó en sus brazos hasta alejarse con ella del edificio, quedando así ambos a salvo...
—Esa sí que fue una buena idea, Rigel. Nos libró de todos al mismo tiempo —le dijo Nova, quien se repuso casi de inmediato.
Sin embargo, lejos estaban de encontrarse fuera de peligro... Apenas unos instantes después, se comenzó a escuchar el sonido de una gran máquina que se les acercaba con una extraña y particular cadencia:
—¿Qué es eso? —preguntó Rigel.
—¡Un tanque araña, corramos a un edificio, rápido! —gritó Nova alarmada y arrastró a Rigel a un lugar a cubierto...
A los pocos segundos, se presentó ante ellos un singular tipo de vehículo blindado de la FDT, el mismo contaba con el tremendo poder de ataque de un clásico tanque de guerra, con todo su armamento bélico concentrado en su torreta giratoria y su cañón principal, y la singular capacidad de desplazamiento sobre todo tipo de superficie de un arácnido, gracias a ocho enormes patas mecánicas, las cuales formaban su sistema de tracción y le daban su singular apodo.
—Si quieren llegar hasta el reactor nuclear tendrán que pasar antes por mí —les dijo Lesath, quien, al mando de aquel monstruoso tanque, los amenazaba a través del sistema de altavoces del vehículo.
—Lesath se encuentra ahí dentro —dijo Nova—; esos tanques no se pueden controlar por vía remota, son semiautomáticos y monoplaza, operan con un comandante en cabina solamente, el resto es asistencia computarizada.
El tanque se detuvo en la intersección de dos calles, como a cincuenta metros frente a ellos.
—Creo que no sabe donde estamos —susurró Rigel—. Avancemos de manera sigilosa y a cubierto —propuso...
De ese modo, ambos trataron de rodear al tanque sin que los viera; sin embargo, cada vez que intentaban continuar su camino el poderoso vehículo reaccionaba cubríendoles la ruta.
—¡Nos tiene perfectamente ubicados!, es inútil esconderse —dijo Nova en voz baja—, esa unidad tiene sensores de todo tipo, con el infrarrojo nos puede ver fácilmente, pensé que con el calor que hace aquí se ofuscarían, pero obviamente... eso no pasó.
El maldito solo está jugando con nosotros; podría matarnos en cualquier momento, si quisiera —opinó mientras pensaba que hacer—.
Lesath espera que vayamos hasta el reactor, ¿verdad?; tenemos que cambiar de estrategia.
Hay que llegar hasta la terraza de algún edificio alto, este mismo, por ejemplo; todos tienen zonas aptas para el descenso de naves y balizas con las que le podremos dar a Spica nuestra posición exacta en cuanto se aproxime.
Procedieron de ese modo, y en segundos llegaron hasta arriba:
—¡¿Realmente piensas burlarme así, Nova?! —le dijo Lesath riéndose, al tiempo que se acercaba al edificio... y entonces, valiéndose de la tremendamente versátil tracción de su vehículo, comenzó verdaderamente a escalarlo, clavando las patas mecánicas del tanque en la pared del mismo.
Nova lo contemplaba todo desde arriba, parada justo en el borde, estaba seria y en silencio, Rigel, a su lado, lo miraba también, pero preocupado...
—¡¡Estos tanques pueden llegar a donde sea!! —le gritó Lesath continuando su ascenso...
Sorpresivamente, una de las patas perdió su agarre cuando barrió la superficie en donde intentó traccionar; de inmediato, con la sobrecarga de peso extra, otra también perdió su apoyo, empeorando así la situación para todas las demás... las cuales, solo un instante después, ya no pudieron mantener al tanque asido a la pared, y el vehículo se precipitó hacia el suelo, cayendo con un fuerte impacto final, y quedando boca arriba...
—«Nunca intenten avanzar con estas unidades en ángulos muy pronunciados sobre superficies blandas o frágiles», nos lo advirtieron hasta el cansancio durante el entrenamiento... Esa es la limitación de los tanques araña; no deberías de haberla tomado tan a la ligera —le dijo Nova, burlándose de Lesath, como si él pudiera oírla.
Con todos sus enemigos ya fuera de combate, y su ruta despejada, Rigel y Nova continuaron, sin temor ya, hasta el reactor nuclear, la llave de desactivación era lo más inmediato y seguro que tenían.
La encontraron apoyada sobre la consola principal, tal y como se los había informado Lesath...
Se trataba de un pequeño circuito electrónico encapsulado dentro de una dura carcasa la cual contaba con un simple conector que encajaba en los collares.
—Al menos Lesath no nos mintió con lo de la llave —comentó Nova respirando aliviada .
—Pero tampoco nos dio detalles —dijo Rigel en cuanto examinó el dispositivo—. Esta cosa es desechable, lo dice aquí, en la propia llave: «De un solo uso, descártese luego de conectar».
Se inutilizará luego de abrir uno de los collares.
—O sea que... —alcanzó a decir Nova cuando Rigel la sorprendió utilizando la llave para abrirle su collar.
Ella lo miró inexpresiva, silente, al tiempo que él le quitaba el mortal dispositivo del cuello...
Rigel solo la había puesto fuera de peligro sin siquiera pensar en su propia vida ni por un segundo:
—Aún me queda Spica —le dijo, anticipándose con esas palabras a cualquier cosa que ella pudiera decir.
Se hizo un impasse...
Casi de inmediato, uno de los monitores cercano a ellos se encendió, era Lesath nuevamente, quien, al detectar la desactivación de uno de los collares, se comunicaba...
—¡¡Eres un maldito, Lesath!!, te mataré, lo juro —le expresó Nova gritándole con odio en cuanto lo vio.
—Vaya, vaya... así que el héroe se ha sacrificado por la chica, que trillado cliché —dijo él burlándose al ver que era Rigel quien aún tenía su collar puesto.
—Todavía no he muerto, Lesath.
—Si esperas que te salve la nave que llamaron, te adelanto que la destruiré en cuanto la tenga en rango de ataque, mi tanque aún está activo y sus armas funcionan, puedes salir a verlo si dudas de mí.
—No, no lo harás, maldito... porque antes acabaré contigo —lo amenazó Rigel cortando la comunicación.
Nova activó las cámaras de video externas del edificio, y allí estaba el enorme arácnido de metal nuevamente; aunque, se encontraba algo mellado y sucio a causa del daño sufrido por la caída que tuvo, algunas de sus antenas y tres de sus patas se habían roto, el resto de la unidad se encontraba operativa.
—¿Aún tenemos la mina serpiente que encontramos? —le preguntó Rigel a Nova.
—Sí, la guardé en el bolso junto con mi ropa justo antes de salir de la enfermería.
—Dime como activarla.
—¿Qué piensas hacer con ella?
—Acabaré con el tanque para que no destruya al Cisne en cuanto llegue, no perderé a Spica.
—Te entiendo, pero se trata de una mina antipersonal, no tiene el poder suficiente como para acabar con un vehículo como ese tanque.
—Eso lo veremos...
La mirada de Rigel era totalmente decidida, Nova poco podía hacer salvo ayudarlo:
—Bien, se activa así: tómala de la cabeza y gírala un cuarto de vuelta en cualquier sentido, verás que responde poniéndose recta como una estaca, en cuanto la sueltes buscará profundizar automáticamente en donde sea que se encuentre.
—Gracias... y una cosa más, es importante: esto es entre hombres, Nova, no quiero que te metas, ¿de acuerdo?
—Lesath es un comando entrenado, Rigel; encima, ahora es mitad robot, un cíborg y está protegido dentro de una unidad blindada...
¿Piensas enfrentarlo solo? ¡¿Estás loco, acaso?!
—Sí, tal vez lo esté... y esa será justamente mi ventaja.
Fue así que Rigel salió solo a combatir contra su oponente a pesar de no tener casi ninguna oportunidad...
El duelo se llevaría a cabo en una gran área bastante despejada: una de las playas destinadas a los contenedores de desechos radiactivos, la cual se encontraba junto al reactor.
Apenas al salir, Rigel vio como el cañón principal del tanque se movía para apuntarle directamente, con rapidez corrió hacia un lado y se tiró a cubierto tras un conjunto de contenedores, mismos que soportaron una lluvia de balas proveniente de las ametralladoras del blindado.
Escondiéndose, logró llegar hasta una posición desde donde podía observar al tanque araña, el cual parecía no detectarlo...
«¿Por qué no me ataca? Sus sensores infrarrojos parecen no operar, el golpe los debe haber dañado esa parte de sus sistemas», pensó.
Tomó con sus manos un objeto metálico, redondo, semejante a un disco, y que se encontraba allí tirado, y lo arrojó lejos... En cuanto lo detectó en el aire, el tanque lo atacó con sus ametralladoras.
Esa rápida respuesta indicaba claramente que las armas del vehículo se encontraban en modo automático: las ametralladoras se enfocaban en los objetos pequeños y rápidos, mientras que el cañón lo hacía en los que eran grandes y más lentos.
Rigel volvió entonces a arrojar otro objeto, esta vez para desviar la atención de la computadora, mientras él corría a toda velocidad, acercándose por el lado donde las patas dañadas del tanque lo volvían más lento para rotar.
—¡Maldito sistema automático! —se quejó Lesath—; si tan solo pudiera pasarlo a manual —refunfuñó mientras intentaba hacerse con el control de las armas, sin lograrlo—.
¡¡Te haré pedazos!! —le gritó a Rigel al tiempo que hacía girar torpemente al dañado tanque.
Lesath solo se encontraba comandando las maniobras de su vehículo, mas no de las armas.
Esquivando los movimientos del blindado, Rigel se ubicó bajo su poderoso cañón principal, activó la mina serpiente y la introdujo por él; de inmediato, se alejó corriendo hasta quedar como a quince metros por delante del tanque.
—Esta es la hora de la verdad —dijo en voz baja, mientras se incorporaba desafiante y el arma principal de su enemigo le apuntaba...
Lesath no entendía bien que era lo que estaba pasando, ¿por qué su rival se entregaba tan fácilmente a una muerte segura?, sospechaba que Rigel tramaba algo... y entonces se dio cuenta de la trampa en la que había caído.
—¡¡¡No le dispares, estúpida computadora!!! —gritó tratando de maniobrar para evitarlo casi al mismo tiempo en que el tanque abría fuego.
La explosiva bala detonó a la mina, lo cual, a su vez, la activó sin dejarla salir del cañón, explotando así ambas juntas dentro del mismo, la mitad frontal del cuerpo de la mecánica bestia arácnida fue completamente destruida.
Ese fue el final de Lesath...
Rigel se aproximó entonces a su oponente, que había quedado hecho pedazos.
En ese momento, apareció el Cisne Negro y se acercó de inmediato, descendiendo en su posición.
Spica bajó rápidamente con una pequeña caja de herramientas, con las que procedió a desactivar el explosivo de Rigel faltando aún unos minutos:
—¿Dónde está Nova? —preguntó mientras terminaba...
—No te preocupes por mí, ya estoy fuera de peligro —le respondió su compañera saliendo del reactor.
—Entonces... ¡listo! —dijo Spica sacándole el collar a Rigel.
—¿Cómo supiste que estábamos exactamente aquí?, esta base es bastante grande —le preguntó Rigel.
—Nova ya me había advertido que estaban en problemas, y sabía que tendría que buscarlos al llegar; de todos modos tenía que empezar en algún lado, así que primero fuí a donde apuntaban las coordenadas de origen de la trasmisión, o sea, las antenas de la torre de comunicación, que, por cierto, estaban en sobrecarga e interfirieron con la navegación del Cisne; me tuve que alejar un poco de ellas, fue cuando advertí una baliza para naves activa en la terraza de un edificio, me le acerqué, pero no había nadie esperándome.
Entonces ocurrió la explosión de esta especie de insecto robótico gigante y vine a ver que pasaba, ¡y los encontré! —finalizó con locuacidad.
—Fue casi como seguir un rastro... Lo hiciste muy bien, Spica —le reconoció Nova.
—Gracias —aceptó Spica sonriendo orgullosa—.
Por cierto, quisiera aprovechar este momento para destacar que la rápida y segura desactivación de este collar explosivo la pude hacer gracias a la información que tengo almacenada en mi cerebro, lo cual deja bien en claro lo importante que son para todos los bancos de memoria extra que tan urgentemente necesito.
—Sí, está bien, de acuerdo, Spica; tienes toda la razón, y te los conseguiré lo antes posible; de hecho: me abocaré completamente a ello, será lo siguiente que haga, te doy mi palabra —le prometió Rigel.
De este modo, en un planeta sin nombre, perdido en algún punto del espacio, un capítulo del pasado de Nova quedó finalmente cerrado... y esta vez para siempre.
Negocios son negocios...
De regreso a Euríale, Rigel, Nova y Spica se encontraban cenando en un muy fino restaurante de estilo oriental; todos vestían de gala, cumpliendo así con el requisito principal de aquel exclusivo establecimiento.
Tres días habían transcurrido desde los incidentes acaecidos en el anónimo planeta...
Rigel acababa de ordenar uno de los platos más caros del menú, así como también la mejor bebida, sus dos compañeras de aventuras lo miraban extrañadas:
—¡Vaya!, ¿se puede saber cómo es que ahora tenemos tanto dinero, así de repente? —le preguntó Nova.
—Estoy cerrando un trato y quería agasajarlas como ustedes se merecen...
—¿Un trato?
—Sí, antes de partir de aquel árido mundo desértico, le solicité a Spica que transfiriera la información de las computadoras de aquella base olvidada de la FDT al Cisne, para un posterior análisis.
—¡¿Robaste una base de datos de la FDT?!
—No fue un robo, sino más bien un hallazgo, Nova... un rescate, todo aquello estaba claramente abandonado, tú misma lo dijiste.
—Rigel me ordenó que copiara todos los datos que encontrara a la computadora del Cisne, y que luego borrara los equipos de la base completamente, y así lo hice —le aclaró Spica.
—O sea que, ¡te la robaste! —concluyó Nova, entrecerrando sus ojos de manera indignada, recriminándole así lo que había hecho; Rigel, ignorándola, prosiguió:
—Como sea... Gracias a aquello pude hacer un completo inventario, eso me posibilitaría el poder encontrar a alguien interesado en todo aquel equipamiento tan caro y difícil de conseguir; lo puse entonces en una subasta rápida, la cual terminó hoy, el comprador pagó una muy jugosa cifra, y yo le pasé las coordenadas de ese planeta errante.
—¿Después de todo lo que pasó vendiste a Lesath, su pelotón y las instalaciones de la FDT como si fueran chatarra? —expresó Nova sorprendida al escucharlo y Rigel se justificó:
—¿Qué esperabas que hiciera?, ¿qué otra cosa se podía hacer ya?
No iba a dejar que una oportunidad así se desperdiciara, solo le saqué algo bueno y de provecho a lo malo que nos pasó; ya me conoces, no me gusta «dar una puntada sin hilo».
Ella no cambió su expresión de asombro... y él insistió:
—¡Oh... vamos, Nova! Si lo piensas bien, todo esto fue en gran parte culpa de la FDT:
¿Quién dejó esa base abandonada?, ellos.
¿A quién pertenecían Lesath y sus hombres?, a ellos.
¿De dónde salió todo ese equipamiento bélico con el que casi nos matan?, de ellos.
Es justo que, de algún modo, obtengamos un resarcimiento de la FDT por todo lo que nos hicieron pasar...
Además, lo más valioso de todo, que es la información de aquellas computadoras, no la vendí, la tengo y está bien a salvo...
Por cierto, ¿cómo vas con la desencriptación de esos datos, Spica?
—Es de grado militar, no es nada fácil; de todos modos, ya pude acceder al 1 % de los datos clasificados... y lo que averigüé es muy prometedor: tal parece que aquella base de la FDT era de observación y ese planeta era, en realidad, un satélite de un mundo mucho más grande, por algún motivo fue expulsado de su órbita y terminó vagando a la deriva en el espacio.
Hay registros de muchos experimentos, los cuales se realizaban en el planeta que orbitaba; todos parecen estar relacionados con armas biológicas, apenas los he comenzado a descifrar.
—Excelente... sé que vamos a sacarle una buena tajada a todo eso cuando lo tengamos —dijo Rigel pensando en el rédito económico que obtendría.
—Robar información militar es lo peor que se puede hacer —le advirtió Nova—. Sé que en el futuro vamos a tener problemas por todo esto —se lamentó.
—Es por eso, mi querida Nova, es que también es de lo más lucrativo que hay —le dijo Rigel sonriéndole—.
Mejor relájate y disfruta de todo esto, te preocupas inútilmente, ¿qué cosa mala podría pasar? —finalizó sirviéndole una copa...
Al día siguiente, en el anónimo satélite perdido se presentaba una flotilla de naves propiedad de quien adquirió las coordenadas del mismo en la subasta.
Todo estaba en curso ya, el proceso de saqueo de la abandonada base había comenzado:
—Señor, hemos encontrado varios cíborgs con la mayor parte de sus circuitos quemados, y uno hecho pedazos entre los restos de un tanque araña destrozado.
—¿Qué estado de degradación celular presentan?
—No mucho, señor, solo un 17 % en promedio.
—Se ve que hace muy poco que fueron desactivados.
Conozco de un científico que siempre anda necesitando cuerpos de cíborgs para sus experimentos, negociaré el precio por ellos, y se los enviaré...
Así, todos los pedazos de Lesath, y sus hombres, terminaron siendo empacados en varios contenedores criogénicos y finalmente fueron enviados en una nave automatizada a su siguiente destino.
¿FIN?
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