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M. F. MASVIL
ESCRITOR DE NOVELAS, RELATOS Y MÁS...




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Soy Martín F. Mastrovita Viladrich, un versátil escritor que se desenvuelve en diferentes géneros literarios. Cuento con varios libros publicados ya, algunos son sagas, otros forman colecciones y también tengo individuales. Podrás encontrar mi obra completa aquí, la cual te invito a explorar y disfrutar ya que lo que ofrezco en este sitio es ABSOLUTAMENTE GRATIS y en formato online.

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WICCANA: Sortilegio Oscuro
(librojuego de acción, aventura y fantasía)


Esta es una aventura de rol en progreso (el acto primero está completo) en la que el lector/jugador deberá ir tomando decisiones a medida que avanza, desde la simple configuración del personaje que encarnará hasta las situaciones que enfrentará. Será transportado al siglo XVIII, una época en la que la ciencia avanza a grandes pasos y el mundo es un lugar por descubrir. En Europa es tiempo de olvidar las viejas fantasías medievales para centrarse en los males tangibles que asolan a la humanidad, peligros muy reales como son: los vampiros, los licántropos, la brujería y los demonios.


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Siglo XVIII, una época en la que la ciencia avanza a grandes pasos y el mundo es un lugar por descubrir. En Europa es tiempo de olvidar las viejas fantasías medievales para centrarse en los males tangibles que asolan a la humanidad, peligros muy reales como son: los vampiros, los licántropos, la brujería y los demonios.
 Eres un intrépido viajero, un hombre solitario y sin pasado que siempre anda tras la aventura, un cazador de tesoros y buscador de oportunidades de cualquier tipo...
(tocando aquí puedes consultar los datos completos del personaje que encarnarás, debajo puedes modificar sus características).
Nombre:
Fuerza:

Destreza:

Agilidad:

COMENZAR LA AVENTURA
ACTO PRIMERO


e encuentras acampando sobre la amplia saliente de una montaña no muy alta, y contemplas los frondosos bosques de Colina Brumosa, el condado en el que estás, los cuales se extienden por debajo hasta donde llega la vista.
 Hoy ha sido uno de los días más helados de todo este invierno, el frío, la nieve y el hielo reinan por doquier... Atardece ya.
 «¡Vaya! En qué mala situación he quedado esta vez, aún tengo que caminar un buen trecho más para llegar a un lugar seguro, y tendré que hacerlo de noche», piensas mientras alzas tu mirada observando al cielo:
 —Este clima ya no va a cambiar; «esas nubes son de una tormenta helada, y estarán aquí en menos de una hora».
Bueno, no puedo esperar más... Así que, ¡en marcha! —te dices al tiempo que apagas el debil fuego con el que te habías estado calentando mientras descansabas, sabes que quedarse y acampar allí hasta mañana sería un suicidio, tus ropas de cuero te protegen de ataques físicos, pero no evitarán que mueras congelado—.
 «Lo que sea que me espere allí abajo me dará al menos una oportunidad», suspiras resignado mientras te armas con tu vieja espada.
 Estos días son los más cortos del año para viajar, con noches demasiado largas... y peligrosas; eres conciente de ello, pero tu objetivo seguramente lo vale, Dante es un buen amigo, te conoce bien y no te habría enviado esa carta en vano.
 Para cuando llegas a la base de la montaña el sol ya se ha ocultado y la nieve cae en medio de un helado viento que recién empieza a levantarse.
 «Esto se va a poner difícil», piensas al tiempo que subes la solapa de tu capa y sujetas tu sombrero de ala ancha a tu cabeza.
 Ante ti se presentan ahora dos opciones: ir por el desfiladero, es el camino más corto, y también conocido por las numerosas desapariciones de quienes se han adentrado en él; los rumores hablan de un vampiro que acecha desde las profundidades de las incontables cuevas que hay allí. O ir por el bosque, la opción más segura, al menos durante el día, ya que por las noches rondan lobos y humanos de baja calaña, algunos viven de la caza, son hombres peligrosos que aprovechan para robar a cualquiera y matar a los que se atreven a cruzar sin llevar nada valioso que entregarles.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR POR EL DESFILADERO
INTERNARTE EN EL BOSQUE
 Ante ti se abre un estrecho paso, un oscuro y sinuoso corredor de unos quince metros de ancho y una longitud imposible de determinar..., es una profunda grieta en la tierra que discurre entre las montañas.
 Irónicamente, las nubes de tormenta que cubren el cielo difunden la luz dándole una fantasmal claridad al tenebroso panorama que te rodea.
Puedes sentir el peligro... Tu instinto no te engaña.
 Mientras avanzas con cautela ves huesos secos de animales amontonados en ciertos puntos, entre ellos también hay craneos humanos:
 «Qué mal sitio es este en el que me metí... Tal vez debí pensarlo mejor y aventurarme por el bosque», piensas al tiempo que sigues caminando sin detenerte.
 Repentinamente te detienes, estás tenso, alerta, crees estar escuchando que hay algo moviéndose entre las sombras.
 —¡¡Vamos muéstrate, ya sé que estás ahí...
 Terminemos con esto de una vez!! —gritas llevando tu mano a la empuñadura de tu espada, pero sin desenfundarla.
 —Bueno, bueno... No cualquier humano podría notar el sonido de movimientos en medio de una tormenta como esta.
 Y estás apurado en morir, parece —te dice una calmada voz con un evidente tinte maligno.
 —¿Morir yo?, no, hoy no... ¿Acabar con un maldito vampiro?... bueno, ¡eso sí!
 —¿En un solo vampiro piensas? —se rie la voz a carcajadas de tus palabras.
 Sientes entonces la presencia de varios enemigos.
Giras de inmediato sobre ti, moviendo tu cabeza hacia ambos lados con velocidad, tratando de distinguirlos...
 Ves como te rodean seres que otrora fueron personas, pero ya no más; se trata de dos varones: un hombre adulto junto a otro joven, y tres mujeres: dos son adolescentes y, por su apariencia, hermanas, la tercera es una niña, de unos diez años... Parece ser una familia.
 El líder de aquel grupo es claramente el adulto, él ha sido quien te ha estado hablando.
 Las ropas de todos se encuentran sucias, raidas y manchadas de sangre seca...
 «Estos vampiros no parecen estar en buena forma, tal vez se han estado alimentando últimamente con sangre de animales, eso los debilita bastante», piensas.
 No llevan armas, posiblemente nunca las hayan usado.
 Evalúas tus opciones rápido y se te ocurren tres alternativas: eliminar al líder del grupo, intentando con ello provocar una desorganización interna sorpresiva. Atacar a las dos mujeres, por estar juntas y ser más débiles que los varones; buscando ultimarlas o herirlas de gravedad, para reducir así la cantidad de oponentes. O tomar a la pequeña como rehén, y negociar una salida de allí sin derramamiento de sangre.

¿Qué harás? (consultar datos)
MATAR AL LÍDER
(chance de éxito 30%)
ATACAR A LAS DOS MUJERES
TOMAR A LA NIÑA DE REHÉN
 Los bosques de esta comarca son conocidos en toda la región por la gran cantidad de árboles que ostentan, lo cual brinda hermosas vistas desde cualquier mirador..., también son el abrigo perfecto para alimañas de toda clase.
 Existen varios caminos que han sido abiertos para el paso de caballos y carruajes, y son justamente los lugares más inseguros de todos, ya que suelen estar bajo el acecho de maleantes; solo un incauto los tomaría de noche y tú no lo eres.
 Aprovechando la cobertura de los elementos naturales avanzas por la foresta mezclándote con las sombras, tu oscuro atuendo es perfecto para ello, hasta que:
 «¡Alguien se acerca hacia aquí!», te alertas al escuchar voces y pasos que se aproximan a tu posición. De modo que te ocultas tras unos densos arbustos...
 Ves que se trata de dos hombres: uno tiene una tupida barba de color negro y el otro, una profunda cicariz que le atravieza el rostro, ambos llevan una expresión malvada:
 —Esos dos nos quisieron pasar...
 Creyeron que podrían ocultarnos esta bolsa de oro entregándonos apenas unas chucherías —comenta uno de ellos, que viene contando un botín.
 —Y por eso ahora están ambos muertos —le responde el otro riéndose.
 —La chica no lucía tan mal; normalmente me habría aprovechado de ella, pero me dieron tanto asco sus ruegos: «¡No nos maten, tengan piedad... Vamos a casarnos el mes que viene!» —la remeda burlonamente—.
 Como si eso nos importara, ¡qué completa idiota! —concluye.
 Se trata de un par de sucios maleantes, quiénes acaban de asaltar y asesinar a una pareja de jovenes que encontraron perdidos en uno de los tantos caminos.
 Tienes dos opciones: mantenerte oculto dónde estás y dejarlos pasar sin conflicto alguno. O ajusticiarlos y quedarte con lo robado.

¿Qué harás? (consultar datos)
DEJAR QUE PASEN
SORPRENDERLOS Y MATARLOS
(posibilidad de éxito 30%)
 La tormenta empeora con cada instante que transcurre, el viento sopla con más fuerza y la nieve ya cae de manera copiosa.
 Continúas tu camino, pero a pesar de que te mantienes oculto y eres sigiloso no puedes evitar el sentirte acechado, es como si percibieras que te están siguiendo...
 Llegas así a un claro de unos quince metros de diámetro, te paras en el medio y simplemente aguardas...
 A los pocos segundos tu perseguidor se hace entonces presente, sale a la luz al ver que ha sido descubierto.
 Es un hombre fornido, calvo y con una barba roja; se encuentra ataviado con pieles de animales, así como adornado con garras y colmillos de estos, los cuáles le dan un aspecto aún más amenazador.
 Se trata de un cazador de lobos, son hombres solitarios que viven de esos animales y son tan salvajes como ellos. Este en particular no está solo, se encuentra acompañado de dos enormes lobos de feroz aspecto que él mismo ha domesticado y que lo reconocen como su alfa, el lider de su manada.
 —Si me das el oro que llevas contigo te dejaré continuar —te dice con una voz gruesa y rasposa.
 —¿Y si respondo que no? —le preguntas en tono amenazador al tiempo que llevas tu mano a la empuñadura de tu espada.
 —En ese caso: ¡serás la cena de mis lobos y lo tomaré de todos modos! —te contesta sin amilanarse esgrimiendo un rústico cuchillo de caza.

¿Qué harás? (consultar datos)
ENTREGAR TU DINERO
LUCHAR POR TU VIDA
 La tormenta se halla ahora en pleno apogeo.
 Avanzas con dificultad, pero divisas una distantes luces al frente, y continúas...
 Llegas así a la ciudad que le da su nombre al condado: Colina Brumosa, aunque sería más correcto llamarla «ciudadela», ya que la misma se encuentra completamente amurallada desde hace un tiempo...
 Su entrada principal está protegida por dos guardias muy bien armados, uno con espada y escudo y el otro con una ballesta; estos, se alertan al ver llegar a un extraño, en medio de una tormenta helada y en horas de la noche:
 —¡Alto, forastero!, no avances más —te ordena uno de ellos—. Tal parece que no has elegido del todo bien el momento para andar viajando —agrega de manera inquisidora.
 —Mi plan era acampar en las montañas al sur, pero la tormenta me sorprendió; no podía quedarme —le explicas.
 —Pues, tuviste mucha suerte de llegar hasta aquí, por las noches estos bosques no son nada seguros y el camino del desfiladero es aún más peligroso.
 No le respondes nada...
 —¿Cuál asunto es el que te trae a Colina Brumosa? —te pregunta el otro guardia.
 —Vengo a visitar a un muy buen amigo mío, su nombre es Dante.
 Al escuchar el nombre de tu amigo los dos hombres se miran de reojo, está claro que saben algo que no quieren decirte.
 De todos modos, se apartan de la entrada y dando un par de golpes en el portón con el pomo de su arma el hombre de la espada ordena entornarlo del otro lado para dejarte pasar.
 El execivo celo de todo esto te hace sentir algo incómodo, no obstante, avanzas sin más y entras...
 —¡Espera un momento! —te dice ahora el hombre que te abrió—.
 ¿Traes dinero para hospedarte?, porque no queremos vagos ni mendigos en la ciudad —te advierte en tono poco amable.
 —Traigo lo suficiente.
 —Siendo así tienes dos opciones a esta hora: si buscas relajarte un poco, pasarla bien y comer algo, ve a la taberna El bufón ebrio; ahora que, si en lugar de ello, prefieres irte a descansar, tienes la posada Estrella del alba.
 —Bien —le contestas de una manera seca y ya dándole la espalda...

¿Qué harás? (consultar datos)
IR A LA TABERNA
IR A LA POSADA
 Dar con El bufón ebrio no es ningún problema, solo te basta con seguir el sonido del bullicio que se escucha desde la calle.
 Ir allí te permitirá tantear el ambiente de la ciudad y hasta, tal vez, verte con tu amigo, Dante.
 Al entrar te encuentras el ambiente típico de una posada en horario nocturno, el recinto está lleno de gente.
 Te diriges a la barra y te sientas:
 —Quisiera pedir... —alcanzas a decir y un muy serio tabernero, con cara de pocos amigos y sin mediar palabra, te sirve un tarro de cerveza el cual apoya con fuerza justo delante de ti.
 —Está bien, pero... ¿Y si quería algo de comer? —le reclamas un poco indignado aunque tratando de no ser agresivo.
 —Para comer están las mesas, cariño... y para todo lo demás estamos nosotras —te dice de cerca una atractiva camarera que pasa justo por detrás de ti en ese instante y te sonrie de manera seductora, guinándote un ojo mientras se aleja..., con ese simple acto te calma.
 Recorres entonces con tu mirada todo el lugar: ves a un grupo de personas festejando en una mesa; a una solitaria mujer de negro, encapuchada, en otra; a unos caballeros con armaduras, guardias de la ciudad, en otra más... y, en el medio de todos, a un grupo de taúres apostando a los dados y tratando de quedarse con el dinero de los demás:
 —¡Forastero... Sí, tú... Ven, ven aquí! —te llama uno de estos últimos y te acercas—.
 Pareces ser un hombre con suerte —agrega—.
 Dime, ¿te animarías a jugar contra mí?... Tengo 15 monedas de oro que podrías ganar —propone desafiante—.
 La apuesta es de una moneda de oro y las reglas, muy simples: se juega con dos dados de seis caras, quien tira elige con cuantos dados lo hace: 1 o 2; si al sumarlos saca menos de 3 o más de 8, se pasa y pierde, si no, el que saque la suma mas alta gana y se queda con lo apostado; en caso de empate se anula la jugada —explica al tiempo que tira un par de dados—.
 Acabo de sacar 5.

¿Qué harás? (consultar datos)
JUGAR CON 1 DADO
JUGAR CON 2 DADOS
DECLINAR
 Te encuentras en la calle principal y ves de inmediato el cartel de la posada, de modo que entras directamente en ella.
 Es un sitio bien cuidado y limpio, preparado para dar la bienvenida a viajeros y comerciantes. Lo único incómodo es la cantidad de ristras de ajos que cuelgan tras la puerta de entrada y en las ventanas...
 —A mi tampoco me gustan, pero tengo que colgar esos ajos por los malditos vampiros —te dice la posadera, que te recibe; es una mujer gorda de cara redonda y mejillas rosadas, su cabello es rubio y lleva un delantal.
 —¿Hay muchos vampiros por aquí? —le preguntas.
 —¿Muchos? ¡Este parece ser el epicentro! Todo comenzó hace unos años, pero ha ido en aumento y se ha intensificado como nunca en los últimos meses, hay reportes de cosas horribles por toda la región... yo digo que la culpa es de las brujas, son ellas, en sus aquelarres, las que convocan estas calamidades... ¡Habría que quemarlas a todas! —te contesta mientras arranca un ajo para usarlo en la comida que está preparando—.
 Por cierto, le recomiendo no salir de noche y, sobre todo, evitar el desfiladero del sur, quien se interna allí no vuelve.
 —Gracias por el consejo, lo tendré en cuenta.
 —Y también evite los bosques por las noches, están llenos de malvivientes y lobos...
Con todos esos peligros tuvimos que amurallar la ciudad entera.
 —El mundo está cada vez peor, de eso no hay duda...
 —Supongo que viene a pasar la noche.
 —Así es.
 —Le puedo ofrecer el servicio simple, que es solamente la habitación y cuesta una moneda de oro por tres noches, o el servicio completo, que es la habitación y las comidas del día, ese cuesta dos monedas... y si lo elije incluye la cena de hoy, que ya puede olerla y va a estar lista pronto.
 Usted dirá...

¿Qué harás? (consultar datos)
ELEGIR EL SERVICIO SIMPLE
ELEGIR EL SERVICIO COMPLETO
 Finalmente pasas una noche muy agradable, descansas sin sobresaltos y te repones a pleno, algo que siempre es de agradecerce...
 Para cuando despiertas el sol ya ha despuntado y por la ventana ves que la tormenta helada pasó durante la noche dejando tras ella un hermoso día despejado.
 Relees una vez más la carta que te envió tu amigo: «Me encuentro tras algo muy importante y te necesito, esto se ha puesto demasiado peligroso ya para mi solo», así termina dejándote con toda la incógnita. Sabes que tienes que ir a su casa y hablar con Dante en persona, esto es algo que solo él puede aclararte.
 Te vistes y te armas...
 «Desafilada. Esto tendría que solucionarlo antes de meterme en más problemas», piensas al revisar tu equipo y notar que el filo de tu espada, que es tu arma principal, no es el el mejor; con los combates que has librado últimamente lo ha ido perdiendo.
 Bajas a la recepción y allí te encuentras con una doncella; se trata de una bella joven, en la flor de su vida, que ayuda en la posada.
 —Buenos días —te saluda sonriendo.
 —Buenos días... Quisiera hacerle una consulta.
 —Sí, dígame.
 —Una ciudad tan grande como esta tendrá un herrero, me imagino.
 —¡Oh sí, desde ya!, y es uno muy bueno. Puede encontrar su forja al final de esta calle.
 —Gracias, solo eso quería saber.
 —De nada.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR A LA CASA DE TU AMIGO
IR AL HERRERO
 Finalmente pasas una noche muy agradable, descansas sin sobresaltos y te repones a pleno, algo que siempre es de agradecerce...
 Para cuando despiertas el sol ya ha despuntado y por la ventana ves que la tormenta helada pasó durante la noche dejando tras ella un hermoso día despejado.
 Relees una vez más la carta que te envió tu amigo: «Me encuentro tras algo muy importante y te necesito, esto se ha puesto demasiado peligroso ya para mi solo», así termina dejándote con toda la incógnita. Sabes que tienes que ir a su casa y hablar con Dante en persona, esto es algo que solo él puede aclararte.
 Te vistes y te armas...
 «Desafilada. Esto tendría que solucionarlo antes de meterme en más problemas», piensas al revisar tu equipo y notar que el filo de tu espada, que es tu arma principal, no es el el mejor; con los combates que has librado últimamente lo ha ido perdiendo.
 Bajas a la recepción y allí te encuentras con una doncella; se trata de una bella jovencita, en la flor de su vida, que ayuda en la posada.
 —Buenos días —te saluda sonriendo.
 —Buenos días... Quisiera hacerle una consulta.
 —Sí, dígame.
 —Una ciudad tan grande como esta tendrá un herrero, me imagino.
 —¡Oh sí, desde ya!, y es uno muy bueno. Puede encontrar su forja al final de esta calle.
 —Gracias, solo eso quería saber.
 —De nada... Por cierto, caballero, el desayuno está listo; si gusta, puede tomarlo en el comedor.
 Aceptas gustoso y pasas. En el comedor no hay nadie más, aún es algo temprano.
 —¿Es usted un aventurero? —te pregunta la curiosa joven mientras te sirve.
 —Podría decirse que sí.
 —¡Me lo imaginaba! Aquí se hospedan siempre comerciantes o personas que vienen a visitar familiares..., ninguno de ellos lleva armas consigo, como usted.
 ¿Ha escuchado ya sobre el tesoro de la vieja mina?
 —No.
 —Le contaré, entonces —dice entusiasmada—.
 En la montaña que está al noroeste funcionaba una mina. De allí provino todo el metal que se utilizó durante la construcción de esta ciudad, y luego se continuó extayendo aún más, siguió durante muchos años...
 Así fue hasta que un día, y en venganza por haber sido expulsada de la ciudad, la mina fue maldecida por una bruja, y entonces comenzaron a suceder terribles accidentes; muchos mineros murieron y finalmente fue abandonada. Nadie más quiso trabajar allí.
 Como consecuencia de las excavaciones, por dentro ha quedado un auténtico laberinto de túneles, y se rumorea que en el centro de este hay un gran tesoro..., pero también se dice que la bruja vive allí dentro —termina con un tono dramático.
 —¿Y nadie lo ha ido a comprobar? —le preguntas displicente mientras comes.
 —¡Nooo! ¿Y si la bruja lanza otra maldición?
 —Pues, con matar a la maldita se soluciona. Según sé, así se terminan todos sus actos también.
 —Bueno, nadie ha sido tan valiente hasta ahora... A mí me da pánico el simple hecho de mirar a la montaña.
 La charla te da tiempo para terminar tu desayuno tranquilamente.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR A LA CASA DE TU AMIGO
IR AL HERRERO
IR A LA MINA DE LA MONTAÑA
 Dante vive en las afueras de la ciudadela, en una zona rural en donde tiene una granja.
 La vida de granjero nunca ha sido lo de él, sin embargo, desde que se casó ha tenido que hacer a un lado su anterior vida como cazador del mal, que es como lo conociste en una de tus aventuras en las tierras orientales.
 Al acercarte sale a recibirte Bianca, su esposa:
 —¡Hola! —la saludas de lejos, pero ella no te responde, solo permanece de pie en la puerta de su casa con una actitud claramente afligida...
 —¿Qué ocurre? —le preguntas al verla así— ¿Y Dante? —agregas al intuir que algo malo le ha sucedido a él, y no te equivocas.
 —No lo sé —te responde con su voz quebrada—, desapareció hace una semana y nadie ha sabido ya nada de él; fue poco después de enviarte esa carta por la que vienes...
 Bianca te invita a pasar y mientras te sirve un té te cuenta los permenores de todo:
 —Esta vida hogareña nunca fue para Dante, eso lo supe siempre, pero fue justamente eso lo que me hizo enamorarme tanto de él —confiesa—.
 Sé que se esforzaba por darme un hogar, una vida estable. Pero los hechos funestos que agobian a estos lares fueron multipllicándose con el pasar del tiempo. Algo malo comenzó a asolar estas tierras. Los rumores sobre el aumento de la brujería y sus consecuencias, hacían arder su llama interna; podía ver sus ansias contenidas de ir a eliminar todo eso, purgarlo de este mundo, como siempre lo hizo.
 Comenzó a ausentarse de casa por las noches...
 Una vez lo seguí a escondidas y vi que se reunía con una mujer vestida de negro, fue en la taberna de la ciudadela, no pude el rostro, estaba encapuchada. Intenté averiguar quien era pero nadie supo decirme nada, solo el tabernero me reveló que hace poco comenzó a ir por la taberna durante las noches, siempre anda sola... —finaliza casi rompiendo en llanto.
 —Bueno, no te preocupes, Bianca. Ahora estoy yo aquí —enfatizas—, y voy a averiguarlo todo. Dante es mi mejor amigo, le debo la vida; y no voy a descansar hasta saber que le pasó —le aseguras para calmarla.
 Pasas el resto del día en la casa de tu amigo..., hasta que cae el sol y entonces vas al único lugar en donde puedes comenzar: El bufón ebrio.

IR A LA TABERNA
 Siguiendo por la calle pricipal comienzas a escuchar el incesante ruido de un martillo golpeando metal.
 Llegas así a la herrería, desde su entrada puedes ver un sinnumero de piezas dentro, la mayoría son armas y partes de armaduras aunque también hay otras, como diversos tipos de utensillos de cocina.
 Nadie viene a recibirte, pero siguendo el ruido pasas al taller tras la tienda. Allí puedes ver al herrero, es un hombre adulto, robusto y fuerte, con un gran bigote en forma de «u» que llega hasta el borde de su cuadrada mandíbula; está martillando la hoja de un arma al rojo vivo sobre un yunque, por detrás de él, y un poco más alejado, se encuentra un joven, su aprendiz, dándole filo a unas tijeras con una piedra de afilar rotativa.
 Allí el calor de la forja se siente, es muy caluroso, así como también se acentúa el intenso olor a metal y un sutil humo inunda todo el ambiente.
 —¡Acérquese! —te grita el herrero sin dejar de trabajar, parece estar apurado por completar lo que está haciendo.
 Ha venido en mal momento —te aclara—. Tengo que terminar de hacer este cuchillo..., es para el Señor Guzmán Navarro, alcalde del poblado al oeste...
 Tenía uno listo ya desde hace tres días, pero ese tahúr, el dueño de la posada, me lo ganó en una apuesta; y ahora, el muy taimado, me lo quiere vender por 20 monedas de oro, ¡eso es lo que yo cobro por un cuchillo como este! —se queja indignado.
 —Vengo a que le de filo a mi espada —le dices y el hombre, con un gesto de su cabeza, convoca a su ayudante.
 —Permítame verla —te dice el joven. Le entregas tu arma y este la analiza con detenimiento, lo hace de cerca y en detalle...
 Lamentablemente la hoja se encuentra demasiado desgastada ya. Se le puede dar filo, pero lo perderá muy pronto, no le durará casi nada, y en una pelea eso le puede costar muy caro...
 No vale la pena —sentencia y el herrero toma la palabra:
 —Le puedo ofrecer otra arma, una mejor, mas pesada y poderosa, y con su fuerza podrá manejarla casi con la misma efectividad que a esta, vale 40 monedas de oro.
 —Se la compraría pero no tengo esa cantidad.
 —Es una pena, amigo..., hoy día la vida de hombre depende de sus armas.
 Le puedo ofrecer un escudo liviano, absorberá parte de cualquier ataque que reciba, y solo cuesta 30 monedas de oro —te dice, pero al ver tu rostro se da cuenta de que tampoco te alcanza—, pero como está usado se lo dejo en 25 —agrega.

¿Qué harás? (consultar datos)
COMPRAR EL ESCUDO

 —Conozco a otros herreros y debo decirle que sus precios son un tanto elevados —te quejas.
 —Mire, no soy barato por el simple hecho de que soy el mejor de la region, eso se lo dirá cualquiera —te responde altanero y con orgullo—.
 El único descuento que puedo ofrecerle es en realidad una recompensa: la espada que le ofrecí a cambio de la suya, si me trae el anillo que perdi hace una semana en la mina de la montaña, cuando fuí a extraer algo de cobre para mi trabajo; tiene grabada la imagen de un martillo y un yunque, fue un regalo de mi padre.

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DEVOLVER EL ANILLO Y CAMBIAR DE ESPADA

 No queda nada más por hacer en la herrería:
 —Gracias por la atención, debo continuar —dices finalmente.
 —Recuerde que puede volver a pasar por aquí cuando quiera, siempre tengo nuevas armas, como una espada pesada, a dos manos, que estoy preparando y una ballesta que terminaré cuando el carpintero me traiga las partes de madera que le encargué.

IR A LA CASA DE TU AMIGO
 El camino que lleva a la montaña es un sendero algo inclinado y sinuoso...
 A pesar de las hermosas vistas que este brinda a lo largo de su recorrido no te topas a nadie durante el ascenso, es evidente el temor que sienten las personas de los alrrededores por lo que se cuenta de la mina.
 Cuando llegas te encuentras con la típica mina abandonada: la entrada luce desprolija, con pequeños escombros, polvorienta. No hay señal de que nadie viva ni trabaje allí.
 —¡Vaya pérdida de tiempo! Esto es lo que suele pasar por seguir rumores... En fin... —te quejas en voz baja meneando tu cabeza con resignación—.
 «¡¿Y eso?! ¡Sí, es una moneda de oro!», te sorprendes al ver el pequeño y reluciente objeto redondo que brilla en el suelo; la levantas y te la quedas.
 «Está limpia, hace poco que está aquí... Esto amerita el investigar más», decides.
 Junto al ingreso a la mina hay colgados algunos faroles, de los que usaban los mineros; están muy gastados. Tomas entonces el que ves en mejores condiciones y lo agitas:
 «¡Vaya! Aún tiene aceite, y bastante, es como si lo hubieran cargado no hace mucho», piensas extrañado.
 Se supone que no hay nadie allí, pero...; hay algo en todo esto que te parece muy sospechoso.
 Acto seguido, utilizas un encendedor de piedra, que cuelga junto a los faroles, para prenderlo; la luz que el farol brinda es suficiente para ver con claridad en la oscuridad del interior.
 Estás en la entrada de la mina y puedes distinguir dos caminos, debes tomar uno.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR HACIA EL NORTE
IR HACIA EL ESTE
 Finalmente llegas al lugar que buscabas.
 Te encuantras ahora dentro de una bóveda no muy grande y con un enorme agujero en el centro de su parte superior por donde entra la luz del sol.
 Justo por debajo hay un enorme caldero de hierro en ebullición; la cenital claraboya obra también como chimenea.
 El caldero está siendo revuelto por una mujer.
 No se trata de ninguna anciana, aunque no es alguien joven tampoco: es una mujer adulta y de aspecto salvaje, se encuentra sucia, tiene una larga cabellera que está reseca y desprolija, anda descalza y su negra túnica luce toda raida... Y no se sorprende al verte:
 —Te estaba esperando, el agua ya está hirviendo... —dice esta con una extraña voz que suena algo desquiciada.
 —Entonces era cierto: había una bruja en la mina —le contestas— ¿Y el tesoro?
 —Solo es un rumor que he esparcido para atraer a incautos como tú. Los más ambiciosos hasta hacen planos para recorrer toda la mina hasta el último resquicio; suelo dejar algunas monedas de oro esparcidas para tentarlos aún más, como carnada para atraerlos hasta aquí; después de todo, tengo que comer —te revela señalando hacia un costado en donde puedes ver varios esqueletos humanos apilados, así como las pertenencias de estos.
 —Sabía que algunas de las de tu clase eran antropófagas... Pero pensé que solo comían niños.
 —Los preferimos, desde ya, la carne es mucho más tierna, sobre todo la de los bebés —enfatiza relamiéndose.
 —En lo que a mi respecta, solo eres un mal que debe ser erradicado de este mundo —le dices desenvainando tu espada, pero en ese momento te das cuenta de que esta pesa demasiado y casi ni puedes manejarla, descartas el usarla en combate frontal y la envainas.
La mujer suelta entonces una alocada y fuerte carcajada:
 —Es una pena que no puedas sostener bien tu espada. ¿Cómo te defenderás de mí ahora?
 —Con esto, ¡bruja demente! —respondes blandiendo tu cuchillo, aunque tambaleándote, tus piernas apenas pueden sostenerte ya...
 —Deberías de chequear tu salud. La madera que estoy quemando para calentar mi caldero se encuentra mezclada con ciertas hierbas que quitan las fuerzas. A mí no me afecta porque tengo el antídoto —te aclara al tiempo que saca un hongo de la bolsa que cuelga de su cuello y se lo come, masticándolo—... Las brujas conocemos muchos secretos de la naturaleza.
 En ese momento esgrime un filoso puñal que saca de su manga y camina hacia ti lista para matarte.
 Tu vista se nubla, estás mareado, en poco tiempo perderás el sentido; tienes la opción de arrebatarle el antídoto y tomarlo de inmediato. O matar a la bruja lo más rápido que puedas y quitárselo luego...
¿Qué harás? (consultar datos)
QUITARLE EL ANTÍDOTO
(chance de éxito 10%)
LUCHAR DIRECTAMENTE
 Habiendo eliminado a la bruja te tomas un necesario respiro. Consumes todo el antídoto y apagas el fuego del caldero...
 Mientras esperas a que las sustancias de los hongos hagan su efecto en tu cuerpo buscas entre las pertenencias de la mujer, la mayoría de las cuales son cosas robadas a sus víctimas y otras, elementos que ella fue encontrando por ahí.
 «Bueno, bueno..., aquí hay 9 monedas de oro», piensas al revisar una pequeña bolsa de cuero, y te las quedas.
 También encuentras un anillo allí, es de una notable calidad, fuerte y pesado, de hierro, claramente fue labrado por un orfebre o un artesano dotado con años de experiencia; tiene la imagen de un matillo y un yunque; puede ser valioso, te lo guardas.
 Ya no tienes nada más que hacer en ese sitio.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR AL HERRERO
IR A LA CASA DE TU AMIGO
 El ambiente de la taberna es el de todas las noches, bullicioso y atestado de personas.
 Te acercas a la barra y el tabernero te vuelve a mirar con cara de pocos amigos... Esta vez tú tampoco estás de buen humor:
 —Busco a una mujer que viste de negro —le dices sin preámbulo alguno; él te responde dirigiendo su mirada hacia un ángulo del recinto: allí está, sentada y sola.
 Vas directamente... y te sientas en su mesa, justo frente a ella y con un aire amenazante.
 —Por más sea la capital del condado, es obvio que no hay modales en la gente de esta ciudad —te increpa ella reprochando tu grosera actitud.
 —¿Quieres que tenga modales con una bruja? —le contestas.
 —No sé de que hablas. ¿Me acusas de brujería, acaso?
 —Ante mí no te puedes ocultar..., por más que te cubras con esa túnica, tus manos te delatan, reconozco esos anillos y pulseras, ya las he visto antes en otras de las de tu clase.
 —Lo dices como si fuéramos todas iguales. Es como si te comparara a ti con cualquier otro tipo de cazador —te responde tratando de aparentar calma, pero notas la tensión en su voz, se prepara para hacer un artero movimiento:
 —Si intentas algo te juro que te mato aquí, delante de todo el mundo, no me importa —le adviertes.
 —De todos modos vas a hacerlo... ¿O no es así, cazador de brujas?
 —No soy eso, pero tú has estado en tratos con uno hasta hace muy poco; mi amigo: Dante.
 Al decirle eso percibes como la mujer cambia de actitud, ya no es más peligrosa, es diferente:
 —Lo siento, pero no se nada de tu amigo desde hace una semana. El estaba haciendo un trabajo especial para mí.
 —¿Dante ayudando a una bruja? No puedo creer eso.
 —Pues créelo, tu amigo necesitaba de una hechicera con experiencia e hicimos un acuerdo: el recobraría mis gemas robadas y, a cambio, yo lo ayudaría con mi magia.
 —¿Y para qué quería él usar tus poderes?
 —Si deseas saber más podemos hacer un trato: consígueme mis gemas y te lo contaré todo... O puedes matarme y olvidarte de lo que yo sepa.
 Lo piensas por un momento, y ves que realmente no tienes opciones, además, ir tras los pasos de Dante podría arrojarte nuevas pistas:
 —De acuerdo. ¿En dónde están tus gemas?
 —En el castillo que corona la cima de esta colina.
 —Bien, no será la primera vez que entre a un castillo a robar algo.
 Mañana mismo ire y las conseguiré.
 —No irás solo, iré contigo, —te dice entonces de manera inesperada—, pero te advierto que me ocultaré ante el menor peligro; no sé nada de tus habilidades en combate.
 Aunque, si quieres que confie en ti y te ayude, podríamos ir antes a visitar Valle Escondido, es un poblado cercano; allí te probaré —te da a elegir sin aclararte nada más—.
 Por cierto, me llamo Gabriella.
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IR AL CASTILLO
IR AL POBLADO
 A medio día de viaje, y al oeste de la ciudadela, se encuentra un lugar rodeado de montañas llamado: Valle Escondido.
 Este sitio comenzó siendo un simple asentamiento de leñadores que abastecía a Colina Brumosa con madera, fue creciendo con el paso del tiempo hasta convertirse en un poblado y, en la actualidad, ya cuenta con todas las facilidades propias de uno.
 Promediando la tarde llegas en un carruaje y te alojas en una cabaña junto a tu nueva compañera, todo esto ha sido preparado y pagado por Gabriella quién, por lo bien organizada que se encuentra, parece estar llevando a cabo alguna clase de investigación sobre lo que ocurre allí.
 Durante el viaje, dentro de la carroza y ahora, en la privacidad de una cabaña, son los únicos momentos en los que ella se ha quitado su capucha, permitiéndote verle el rostro; es una mujer hermosa y su dura mirada tiene un aire de tristeza.
 Acto seguido, te invita a una casa de comidas; y la acompañas...
 Como el resto de las edificaciones en Valle Escondido el establecimiento es un acogedor lugar hecho a base de troncos, y en dónde la madera forma parte de todo.
 A poco de sentarse, una mujer, que es quién prepara la comida y atiende a los comensales, les sirve el plato del día: ciervo al escabeche.
 —Esto parece una cena —le dices extrañado por el tipo de comida y la cantidad.
 —Lo parece porque lo es, amigo —te responde la mujer con naturalidad.
 —Pero... ¿La cena?, ¿a esta hora? Si es apenas media tarde; el sol ni siquiera está cerca de ocultarse aún.
 —Hoy hay luna llena —te dice seria—; para cuando anochezca, este lugar, así como todo en el pueblo, va a estar bien cerrado, eso se lo aseguro —aclara nerviosa y se retira rápido, dejándote con la incómoda sensación de que algo anda muy mal allí:
 —Bien, ya estamos aquí... Quisiera saber ahora cual va a ser mi prueba —le dices impaciente a Gabriella, quién ya ha comenzado a comer.
 —Espera a que caiga la noche y lo sabrás —te responde misteriosa y sin inmutarse—.
 Mejor come antes de que se te enfríe... Nunca sabes cual puede ser tu última comida.
 De ese modo el resto de la tarde transcurre en medio de un tenso ambiente, que se acentúa y se respira por todo el pueblo.
 Al ocultarse el sol se escuchan los ruidos provenientes de puertas que son fuertemente trabadas mediante pesados maderos y ventanas que se aseguran, reforzándolas con tablas clavadas por dentro: el pueblo se cierra entonces completamente.
 La noche así comienza.
 En lugar de dormir acostado elijes permanecer sentado en el suelo, y lo haces en una esquina de la cabaña, vestido, armado y listo para lo que sea que pase...
 Cerca de la medianoche comienzas a escuchar aullidos de lobos, no suenan muy lejanos... y al rato son seguidos por los gritos desesperados de una mujer:
 —¡¡Socorro!! ¡¡Que alguien me ayude, por favor!! —ruega desesperada y en vano, nadie se asoma ni siquiera a ver que pasa.
 Alarmado, sales a ver que ocurre.
 Se trata de una gitana, es una viajera que fue atacada y corre hacia ti al verte; lleva sus ropas desgarradas y ensangrentadas...
 ¡Mató a todos los de la caravana. Rápido, hay que esconderse, viene tras de mí! —te dice balbuceando.
 —Pero ¿quién? ¿Quién viene? ¡Dígame! —le preguntas insistente, y en ese momento lo ves... Se trata de un ser sobrenatural: un hombre lobo.
 Nunca te enfrentaste a una bestia así pero, por las crónicas, sabes que son seres en extremo agresivos, con la resistencia de varios hombres, mortales fauces y garras tan peligrosas como cuchillas de acero.
 La mujer, aterrada, corre hacia la casa de donde te vio salir y se esconde dentro; tú puedes hacer lo mismo. O enfrentarte al licántropo.

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ESCONDERTE
LUCHAR
 La bestia semihumana finalmente dio una dura batalla. Al morir termina su maldición... y el licántropo se convierte entonces en el ser humano que fué.
 Sorprendido, ves que se trata de un joven de unos 20 años.
 Al mismo tiempo se acerca Gabriella:
 —Como lo sospechaba —dice—; su nombre es Braulio, es el hijo del alcalde.
 Van entonces a la alcaldía del pueblo; las luces del lugar, extrañamente, están todas prendidas, como si hubiera actividad a esa hora.
 Los recibe el propio alcalde, el Señor Guzmán Navarro, y le cuentan lo que pasó... El hombre no se sorprende, se ve el dolor en su rostro, pero nada más; es obvio que sabía sobre la condiciónde su hijo.
 En ese instante llega, y de manera apurada, alguien más; se trata de una mujer: es rubia, lleva su cabello trenzado, su cuerpo luce fuerte y atlético. Por su aspecto general, algo sucio, y sus ropas, hechas con pieles de animales, se puede deducir que se trata de alguien que vive de la naturaleza, en el bosque:
 —¡¡Dijiste que lo cuidarías!! ¡¿Qué pasó?! —le grita el alcalde al verla.
 —Lo siento, Braulio era muy nuevo aún y... Se me fué de las manos.
 —¡Eras su alfa, maldita sea!
 —Lo sé, y lo lamento; pero esto pasa a veces con los que aún no tienen suficiente experiencia siendo lobos, pierden totalmente el control y estallan en un frenesí de sangre. ¡Masacró a una familia de gitanos que estaba acampando en un claro!
 —¡Qué me importan unos asqueroso gitanos! ¡Mi hijo, mi único heredero, está muerto! ¿Quién se quedará con todo esto?... Teníamos un trato, Verónica: yo te dejaba vivir en paz junto a esos monstruos de los tuyos, a cambio de que cuidaras a Braulio.
 —No, no, no, alcalde. Tú nos dejas cazar a cambio de que eliminemos a tus rivales: políticos, económicos, lo que sea que se te oponga, ¡ese es nuestro trato! ¿Acaso no quedan a cargo de la alcaldía, y por lo tanto tuyo, todas las propiedades y pertenencias de las familias que matamos con mi manada?..., y culpar a los hombres lobo te libra de toda sospecha.
 De difente modo, ¡ambos somos monstruos!
 —Iremos al infierno por todo lo que hemos hecho, ya hace tiempo que lo he aceptado —le responde el alcande ya en un tono reflexivo—.
 Al menos, haz algo de provecho esta noche y venga la muerte de mi hijo: ¡Deshaste de estos dos testigos! —ordena finalmente a la recién llegada.
 —Será un placer —responde esta.
 En ese momento ves como Verónica se transforma en una criatura similar a la que enfrentaste pero con un aspecto algo más fuerte y fornido...
 Gabriela esgrime entonces un par de filosas dagas que desnfunda de atrás de su cintura.
 —Se trata de una líder de manada, tú solo no podrás contra ella —te dice; queda claro que contarás con su ayuda en el combate.

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LUCHAR
 Caminas hacia el alcalde... Al ver tu semblante este advierte que le harás algo malo, y se asusta:
 —¿Te asegurarás de que me encarcelen, ahora? Lo confesaré todo, te lo juro —dice con su voz temblorosa.
 —La cárcel no es garantía de que alguien con contactos, como tú, deje de ser una amenaza —le contestas.
 —¿Me desprestigiarás entonces? Abandonaré del condado y no volveré jamás.
 —No, voy a matarte.
 —Pero..., ¡estoy desarmado!
 —Eso es porque tu arma acaba de salir huyendo.
 Le clavas ahí mismo tu espada en el estómago y mientras muere le dices:
 —Cuando la mayoría de la gente que integra un pueblo es estúpida, se elige a los peores como gobernantes, y es entonces solo la muerte quién los puede librar de ellos.
 Gabriella mira toda la escena sin siquiera inmutarse.
 Recomienda entonces pasar el resto de la noche en la cabaña y partir a primera hora de la mañana hacia la ciudadela.

CONTINUAR
 Al día siguiente, a primera hora te encuentras reunido con Gabriella. La taberna de la ciudadela luce muy diferente a esa hora, tres personas sueltas y ustedes dos son los únicos comensales allí:
 —Sin la bulliciosa plebe que se junta aquí todas las noches este sitio es... casi agradable —observa ella.
 —¿Tiene eso algo que ver con el hecho de que ahora muestres tu rostro? —le preguntas al ver que lleva su capucha baja.
 —Cuándo no sabes quién puede ser tu enemigo te ocultas de todo el mundo.
 —Hacer el mal tiene sus consecuencias —le dices en tono de solapada acusación.
 —Aunque obres para el bien también te harás de enemigos —se defiende entre ofendida y culpable—... Igualmente tampoco sé si he sido mala o buena; realmente sé muy poco de mí.
 —¿Y cómo es eso?
 —Cuando mis gemas me fueron quitadas, quién lo hizo se aseguró además de borrar recuerdos específicos de mi mente, y fue mucho. De ahí que no sepa quién es mi amigo, enemigo, o en quien puedo confiar.
 Lo poco que sé acerca de mí es gracias a un cuaderno, una suerte de bitácora que encontré escondida en mi habitación, y en la cuál he tomado notas de mis investigaciones.
 Fue Dante quien averiguó que mis gemas estaban en el castillo.
 Al escuchar eso sientes un poco de pena por Gabriella, te das cuenta de su historia puede llegar a ser mucho más compleja de lo que pensabas.
 —Entiendo...; ¿y por qué no utilizas tu magia para revertir lo que sea que te hicieron?
 —No puedo. Al perder mis gemas me he quedado sin poderes. Soy apenas una mujer común... Espero que al recuperarlas eso cambie.
 —Bueno, manos a la obra entonces. Pasemos al castillo. ¿Qué sabes de ese lugar?
 —Pertenece al conde Alonso Díaz III, dueño del condado; ya te imaginarás que está bien protegido, guardias no le faltan.
 Los puntos de entrada son dos, y bastante diferentes entre sí: el primero es el jardín, que aunque se encuentre bajo vigilancia permanente es un lugar con un laberinto que lo adorna, el cuál es perfecto para avanzar ocultándose; y el segundo, el drenaje, un sitio cerrado y oscuro, no sé mucho de él, solo que no cuenta vigilancia alguna.

¿Qué harás? (consultar datos)
ENTRAR POR EL JARDÍN
ENTRAR POR EL DRENAJE
 El jardín del castillo es un área abierta que llega hasta los bosques de las inmdiaciones fundiéndose con ellos... Llegar hasta él no representa ningún problema. Ocultarse de los vigías ya es otra cosa:
 —Veo guardias armados con espadas, arqueros y ballesteros...; algunos están fijos, otros hacen rondas... y esos últimos se desplazan tanto de manera individual como en pequeños grupos.
 Tendremos que avanzar rápido y con mucho cuidado, es una zona muy peligrosa.
 Yo iré al frente y tú me seguirás, te cultarás en los lugares que yo deje y avanzarás al mismo tiempo; ¿está claro? —Gabriella asiente—.
 Bien. Mantente bien oculta, y no levantes la cabeza —le recomiendas finalmente.
 De ese modo comienzan. Se mueven separados por varios metros. Los árboles les van dando una cobertura perfecta..., hasta que una ráfaga de viento mueve demasiado la capa de tu compañera, delatándola.
 —¡Sal de ahí, intruso. Ya te ví detrás del árbol! —le grita un solitario ballestero que se encuentra como a diez metros de ella.
 Gabriella sale a descubierto.
 —¡Muestra tu rosto! —le ordena entonces el hombre, que no deja de apuntarle con su arma; sin más opciones, ella le obedece.
 —¿Una mujer? —susurra extrañado al verla.
 —Me perdí en mi caminata y vine a dar aquí —le dice ella tratando de justificarse.
 —¿En serio?... ¿Y por qué te escondías? —le repregunta el guardia sin creerle.
 —Me asusté, eso es todo —responde ella al tiempo que avanza hacia él, moviéndose hacia un costado y desviando así su campo de visión.
 —¡Quédate quieta y muéstrame tus manos! —le advierte el hombre intuyendo que trama algo.
 —Créeme, no represento ningún peligro para ti...
 —¡Pero yo sí! —agregas completando el comentario al tiempo que sorprendes al vigilante y lo dejas fuera de combate con un certero golpe.
 Acto seguido arrastras el cuerpo hacia unos arbustos para ocultarlo un poco:
 —No van a tardar en dar con él —comenta Gabriella—. Solo espero que encontremos la entrada al castillo rápido.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR HACIA EL NORTE
IR HACIA EL ESTE
IR HACIA EL SUR
IR HACIA EL OESTE
 Sin ser detectado por nadie ingresas por el acceso suroeste del drenaje, Gabriella te sigue de cerca...
 Una vez dentro compruebas lo que esperabas: el espacio no es muy grande, pero se puede permaneder de pie, caminar y hasta moverse con cierta libertad... El sistema consiste en grandes cámaras comunicadas entre sí mediante túneles.
 Se trata de un sitio muy tenebroso, hay una iluminación de penumbra proveniente de algunas pequeñas rejas colocadas en los muros cada cierta distancia; el olor es sumamente desagradable, huele a humedad, encierro..., y putrefacción.
 —Algo no está bien en este lugar —comenta Gabriella tapándose la nariz con el dorso de su dedo—, huele como a cuerpos muertos.  —También es muy extraño que en una fortificación se deje un punto de entrada tan desprotegido como este —dices examinando el lugar y enfocándote en unos barrotes de hierro que lo separan de un túnel al norte—.
 ¡Tal y como lo suponía!, mira bien esta reja —le dices a Gabriella—; no es lo que parece, en realidad es una puerta.
 —¿Cómo lo sabes?
 —Ya me he cruzado antes con bloqueos similares, y son siempre parecidos... ¿Ves ese pequeño agujero que hay en la pared?, es para que se introduzca una manivela; al girarla se moverá la reja y el camino se abrirá.
 Apuesto a que es una ruta que lleva hacia el interior del castillo.
 Revisemos el resto del drenaje, tal vez encontremos otro paso.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR HACIA EL ESTE
IR HACIA EL SUR
IR HACIA EL OESTE
 Finalmente logran ingresar a un cuarto ubicado en el interior del castilo...
 —¿Estamos en la armería? —pregunta Gabriella al ver la enorme cantidad de armas que hay allí.
 —Con mis dagas yo estoy bien; mi arma más poderosa es en realidad mi magia —comenta Gabriella.
 Saliendo de la armería se encuentran con un pasillo, es el único camino a seguir. El interior del castillo luce solitario, no se cruzan con nadie en el trayecto...
 Llegan así hasta el vestíbulo, allí hay un ancho y largo corredor, está alfombrado y bordeado por pinturas; así como también hay una imponente escalinata, la cual lleva hacia arriba.
 —Este lujoso pasillo conduce a la sala del trono; si alguien tiene tus gemas o sabe en dónde están, apuesto a que lo encontraremos allí —dices.
 —Por otro lado, los aposentos se encuentran arriba, y son el lugar en donde yo buscaría primero —sugiere tu compañera.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR A LA SALA DEL TRONO
IR A LOS APOSENTOS
 Los aposentos son amplios y ostentosos, lo esperable de la nobleza... Aunque el ambiente allí se siente algo extraño, es sombrío, las cortinas se encuentran cerradas y la iluminación proviene solo de candelabros.
 —Este castillo parece estar desierto, no hay nadie aquí tampoco —comentas extrañado.
 —Bueno, siendo de día, es lógico que no haya nadie aquí. De todos modos me siento incómoda, como si estuviera siendo observada —dice Gabriella.
 —Lo que no es lógico es que las cortinas estén cerradas a esta hora —agregas al tiempo que te diriges a abrir una.
 —¡Nos gustan así, cerradas! —exclama entonces una voz de mujer.
 —¡Sí!, déjalas como están... Las velas son sufiente iluminación —agrega otra.
 De inmediato reaccionas dándote la vuelta y desenvainando tu espada al mismo tiempo; ves que delante de la entrada a la habitación hay un par de jóvenes y hermosas mujeres, ambas vestidas solo con sus camisones de dormir, aunque armadas con filosos estoques.
 «¿De donde salieron esas dos?», te preguntas y entonces ves como una tercera desciende del techo y se les une. Las tres habían permanecido de algún modo colgadas... hasta ahora.
 —Son vampiresas —susurra Gabriella al verlas, reconociéndolas de inmediato. Desenfunda sus dagas—. Tendrás que decapitarlas tú para matarlas —te dice.
 —No va a ser tan simple, querida...; verás, todo el tiempo libre que tenemos aquí lo pasamos practicando esgrima, y las tres somos muy buenas —comenta con un aire de extrema confianza la última en bajar, estoque en mano...
 En ese instante Gabriella reacciona:
 —¡Malditas ladronas!, esas gemas que tienen me pertenecen —las increpa al ver la gargantilla el brazalete y el collar que llevan entre las tres mujeres.
 —¿Ladronas nosotras?
 —¡¿Como te atreves?!
 —Estos son regalos que nos ha dado el conde por ser sus consortes —responden entre las tres.
 —Ten mucho cuidado, estas no son ningunas carroñeras... Los vampiros bien alimentados son muy fuertes, no las subestimes —te recomienda finalmente Gabriella.

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LUCHAR
 Un grueso portón de madera, profusamente labrado y de doble hoja, delimita la entrada al noble recinto.
 Te preparas para enfrentar, o amenazar, a quién sea que encuentres dentro y empujas las pesadas puertas...
 No obstante la sala del trono parece estar sin nadie.
 Tanto tú como Gabriella avanzan con mucha cautela, mirando de reojo hacia todas las direcciones...
 Repentinamente, al llegar al centro del gran salón, las cortinas se sueltan y cubren las ventanas. Quedan así sumidos en una absoluta oscuridad.
 —Prepárate, se acerca un vampiro... y es muy poderoso —te susurra tu acompañera presintiendo la maligna presencia al tiempo que lleva sus manos hacia su espalda y empuña sus dagas; la notas tensa como nunca.
 Inmediatamente las velas de los candelabros se comienzan a encender solas, la iluminación pasa a ser sombría y lúgubre.
 Ven como en el trono se ncuentra sentada ahora la figura de un hombre alto y delgado. Su cabeza se encuentra gacha pero, por sus atavíos, se ve que pertenece a la realeza: es nada menos que el conde Alonso Díaz III, amo y señor de estas tierras.
 Se hace un momento de silencio...
 —Y continúan viniendo más cazadores del mal —dice el conde con una voz gruesa.
 —No somos cazadores —le contestas.
 —Tú no, pero ella sí que lo es —responde y ves que Gabriella te reuye la mirada, uno de sus secretos ha sido revelado. De todos modos en este momento te importa más saber de tu amigo:
 —¿Que le pasó al cazador que vino antes de nosotros?... Se trata de mi amigo: Dante.
 —Tu amigo ya está muerto, y pronto ustedes también lo estarán —te responde lacónico y sin mostrar emoción alguna.
 En ese momento emergen por detrás del trono dos caballeros con armadura completa, uno lleva un mandoble, una enorme espada a dos manos y el otro un mangual, una mazo de cadena cuya cabeza es una pesada bola de hierro llena de púas; y el conde se pone de pie en medio de ellos.

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LUCHAR
 —Por fin se terminará esta maldición —dice el conde, ya muy debil, desde el suelo—.
 Fue alguien de los tuyos quien me convirtió en este monstruo que soy ahora. ¿Viniste a enmendar eso, hechicera?
 Gabriella no le responde, realmente no lo sabe...
 —¡Oh!, ya veo; está escrito en tus ojos. Tú también has sufrido un ataque mágico..., es tu memoria, ha sido nublada.
 —¡Es por eso que necesito mis gemas!...; las que tú robaste. Con ellas la recuperaré.
 —¿Robar? Nunca he robado nada en toda mi vida. Esas gemas fueron obsequio de un mago itinerante, un viajero que pasaba por el condado y las trajo hasta el castillo.
 —¿Quién?, ¡¿quién era ese mago?!
 —No lo sé... Jamás me lo dijo, ni siquiera dejó que viera su rostro...
 Se hace así una especie de impasse.
 —De todos modos, no recuperarás todas tus cosas aquí —agrega entonces el conde—; uno de los brazaletes nos fue robado por los licántropos del este.
 Fue hace tres noches, cuando nos atacaron para liberar prisioneros y también se llevaron a tu amigo, al que teníamos capturado en las mazmorras desde hace como una semana —te dice—.
 A esta altura, esas bestias salvajes ya deben de habérselo comido.
 —¿Sabes en dónde están esos licántropos? —le preguntas entonces a Gabriella.
 —Sí, tienen sus madrigueras en las cuevas de la Montaña de hierro.
 —Bien, con eso ya me basta —sentencias y decapitas al conde.




FIN DEL ACTO PRIMERO
ACTO SEGUNDO


obre una bahía que da al mar del oriente se ubica Costa de la Tormenta, una pequeña ciudad portuaria que vive del comercio.
 Llena de marineros, algunos mercantes, la mayoría pescadores este siempre fue un sitio alegre y lleno de actividad... Actualmente, así como todo núcleo urbano en la región, está pasando por tiempos oscuros.
 Habiendo arribado de mañana y rentado una habitación en una de las tantas pequeñas posadas que allí hay, te encuentras tomando el desayuno junto a Gabriella en el comedor de la misma:
 —Me encanta el aire marino que se respira en lugares como estos, me trae gratos recuerdos —comenta Gabriella.
 —¿Funcionó entonces? ¿Pudiste recuperar la memoria con tu magia?
 —Solo en parte, es posible que el proceso entero demore un tiempo, o que se complete al recuperar mi última gema...; no lo sé —te aclara con un aire de resignación.
e encuentras acampando sobre la amplia saliente de una montaña no muy alta, y contemplas los frondosos bosques de Colina Brumosa, el condado en el que estás, los cuales se extienden por debajo hasta donde llega la vista.
 Hoy ha sido uno de los días más helados de todo este invierno, el frío, la nieve y el hielo reinan por doquier... Atardece ya.
 «¡Vaya! En qué mala situación he quedado esta vez, aún tengo que caminar un buen trecho más para llegar a un lugar seguro, y tendré que hacerlo de noche», piensas mientras alzas tu mirada observando al cielo:
 —Este clima ya no va a cambiar; «esas nubes son de una tormenta helada, y estarán aquí en menos de una hora».
Bueno, no puedo esperar más... Así que, ¡en marcha! —te dices al tiempo que apagas el debil fuego con el que te habías estado calentando mientras descansabas, sabes que quedarse y acampar allí hasta mañana sería un suicidio, tus ropas de cuero te protegen de ataques físicos, pero no evitarán que mueras congelado—.
 «Lo que sea que me espere allí abajo me dará al menos una oportunidad», suspiras resignado mientras te armas con tu vieja espada.
 Estos días son los más cortos del año para viajar, con noches demasiado largas... y peligrosas; eres conciente de ello, pero tu objetivo seguramente lo vale, Dante es un buen amigo, te conoce bien y no te habría enviado esa carta en vano.
 Para cuando llegas a la base de la montaña el sol ya se ha ocultado y la nieve cae en medio de un helado viento que recién empieza a levantarse.
 «Esto se va a poner difícil», piensas al tiempo que subes la solapa de tu capa y sujetas tu sombrero de ala ancha a tu cabeza.
 Ante ti se presentan ahora dos opciones: ir por el desfiladero, es el camino más corto, y también conocido por las numerosas desapariciones de quienes se han adentrado en él; los rumores hablan de un vampiro que acecha desde las profundidades de las incontables cuevas que hay allí. O ir por el bosque, la opción más segura, al menos durante el día, ya que por las noches rondan lobos y humanos de baja calaña, algunos viven de la caza, son hombres peligrosos que aprovechan para robar a cualquiera y matar a los que se atreven a cruzar sin llevar nada valioso que entregarles.

¿Qué harás? (consultar datos)
IR POR EL DESFILADERO
INTERNARTE EN EL BOSQUE