El despertar de Ragnarok (serie Delta 3, nº 9)
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Ahora, forma parte de una comunidad de razas alienígenas que colaboran por el bien común, y dentro de la cual es, apenas, un modesto miembro más.
Es un tiempo de avances tecnológicos sin precedentes, en el cual los límites de la ciencia son permanentemente rebasados: naves con capacidad de viaje intergaláctico, organismos en parte biológicos y en parte cibernéticos, androides similares en todo a sus creadores, desconocidos seres espaciales e interdimensionales con capacidades que van más allá de la imaginación, viajes en el tiempo y más..., mucho, pero mucho más.
Es allí en donde, el capitán Rigel, la ex-militar Nova y la cibernética Spica, a bordo de la nave espacial Cisne Negro, recorren el espacio en busca de oportunidades y aventura.
Se trata de una pequeña tripulación que vivirá las más grandes historias.
La FDT necesitará de la ayuda de Spica para enfrentar a un enemigo inmortal en un inexpugnable mundo mecanizado.
Delta 3, el futuro es cuando la ciencia ficción se vuelve una realidad...
(toca cada parte y disfrútala)
Emboscada
A diez y medio años luz de la Tierra se encuentra el sistema Ran, el tercero más cercano al Sol. En las afueras de aquel sistema, el Cisne Negro se dirigía para remolcar una nave de colonos terrestres que había quedado varada en medio de la nada.
—Nunca antes había estado en este sistema —dijo Nova.
—Fue uno de los primeros en tener colonias humanas extrasolares. En AEgir, su planeta más grande, se ubica la principal de ellas.
Hacia allí se dirigía este transporte de suministros cuando sufrió una falla en sus motores, que lo dejó a la deriva..., y es justamente hacia su órbita hasta donde debemos remolcarlo; una vez allí, los colonos se encargarán de él —le comentó Rigel.
—Creo que ya lo detecto en los sensores, hay una nave al frente y está a solo unos pocos cientos de kilómetros de las coordenadas que nos dieron —informó en ese instante Spica.
—Llévanos hasta él. Fija curso de intercepción —le ordenó Rigel, y el Cisne Negro se acercó así a su objetivo.
—Es extraño, no puedo comunicarme con la nave de ningún modo, ni siquiera con su computadora; de hecho, no detecto ninguna señal saliente, al menos debería haber una baliza.
Creo que esta nave fue abandonada.
—¿Abandonada? Mmm... No me gusta, esto no me gusta para nada. Alista las armas, Nova, y prepárate para lo que sea —le instruyó Rigel.
—Lo estaba haciendo... ya están listas.
En ese momento, aparecieron varias naves en torno al Cisne Negro.
—¡Naves camufladas descubriéndose! —alertó Nova.
—Son cinco fragatas de la FDT, y una nave del GM, estamos totalmente rodeados —informó Spica.
—¿La Fuerza de Defensa Terrestre y el Grupo Majestic trabajando juntos? ¿Que rayos...? —expresó Rigel.
—Las tengo a todas fijadas como blancos, y ellas nos han fijado a nosotros... Solo espero la orden de ataque —dijo Nova nerviosa.
—Espera un instante, tratemos de tener un poco de calma. No podemos estar en una peor posición y, por más armas que tengamos a bordo, no somos rivales para todas estas naves.
—Lo sé, lo sé perfectamente, pero confío en poder acabar a un par de ellas..., con algo de suerte, claro está.
La situación era explosiva. El momento había escalado en tensión muy rápidamente...
—Nos solicitan un canal de contacto, capitán —dijo Spica.
—Ábrelo, a ver de que se trata todo esto —le indicó Rigel.
En la pantalla del puente del Cisne Negro apareció una vez más la imagen de alguien, una mujer, que era bien conocida:
—Cassiopeia, ¡estás completamente fuera de la jurisdicción de la FDT! —enfatizó Rigel.
—Sí, lo sé perfectamente...
—¿De que se trata esta emboscada?
—No es ninguna emboscada, Rigel. De hecho, quiero contratarlos para una misión.
Se hizo un compás de espera...
—Las fragatas acaban de desactivar sus armas —informó Nova.
—Tómalo como un gesto de buena fe de mi parte —dijo Cassiopeia.
—Haz lo mismo, Nova —ordenó Rigel—.
¿Contratarnos a nosotros? ¿Para qué puedes necesitarnos? La FDT tiene muchas más naves y armas que el Cisne.
En ese momento, la nave del GM irrumpió en el canal, dividiendo la pantalla en dos y apareció otra persona, un hombre esta vez, con quien la tripulación del Cisne Negro ya había establecido lazos de confianza:
—Es que ustedes tienen algo muy especial: una androide sigma.
—¡Doctor Barnard! —exclamó Spica feliz de verlo nuevamente.
—Hola, Spica, tanto tiempo sin vernos... ¿Cómo has estado?
—Perfectamente, y Electra también.
—Me alegra mucho saberlo...
La actitud de Rigel contrastó de inmediato con la de su subalterna:
—La respuesta es no —dijo con firmeza.
—¡Pero... si ni siquiera sabes de qué se trata, necio! —exclamó Cassiopeia molesta con su tono.
—Y no quiero saberlo. Sea lo que sea, ya me puedo imaginar que va a implicar el arriesgar a un miembro de mi tripulación. Además, no puedo creer que la FDT no tenga ningún otro androide sigma en algún lado.
—Oh sí, claro que tenemos, aunque no muchos... No obstante, dada la naturaleza secreta de esta misión, no podemos arriesgarnos a que nada, absolutamente nada, de todo esto, quede registrado en sus bancos de memoria.
Oficialmente, la FDT y el GM no tienen relación alguna.
—Por favor, capitán, la existencia de la humanidad dependerá de lo que hagamos —dijo Barnard.
—De acuerdo... Hable, doctor, lo escucho.
—Bien. Verá, el Grupo Majestic tiene uno de sus principales centros de fabricación de armas mecanizadas en este sistema, y está ubicado uno de los satélites naturales del planeta AEgir, se trata de Omega 0.
Allí es donde elaboramos la tecnología militar que utiliza la FDT. Tenemos un contrato de exclusividad al respecto.
—Mientras tanto en la Tierra todos piensan que la FDT persigue e intenta aprender a los científicos del GM por ser unos renegados que le venden su tecnología al mejor postor —expresó Nova indignada, y Barnard continuó:
—Hace unos meses, surgió un serio problema con la Inteligencia Artificial que controla el satélite.
Se planeaba automatizar toda la producción y, al mismo tiempo, dotar a la IA de nuevas capacidades que le posibilitaran, no solo la fabricación de armas preexistentes, sino también, la creación de nuevas...
Para ello, se edificaron y equiparon instalaciones muy específicas, como una amplia red de laboratorios destinados a la investigación y desarrollo de tecnología avanzada, y además se crearon complejos programas heurísticos, para la generación de ideas autónomas, los cuales le darían a la IA una avidez por la inventiva.
Durante la activación final, el sistema se apagó de súbito por una falla aún desconocida, inesperada... y cuando volvió a encenderse, algo había cambiado.
La IA se había denominado a sí misma: Ragnarok, y catalogado a todos los científicos presentes en las instalaciones como ineficientes e innecesarios, eran ya algo superfluo para ella.
Se intentó desactivarla de inmediato, pero no se pudo. Ragnarok utilizó entonces a los robots que allí se creaban para matar a todo el personal del GM que había en el satélite.
Al perderse el contacto con Omega 0, la FDT envió un grupo de reconocimiento, que fue el que alcanzó a reportar todo esto... antes de ser ultimado por unos nuevos robots híbridos, desarrollados mediante combinación de tecnología, lo cual dejó muy claro que Ragnarok está aprendiendo y evolucionando al hacer experimentos.
Días después, continuó, lanzando un inesperado ataque contra las colonias terrestres de AEgir..., las eliminó completamente, aún no sabemos que tipo de armas utilizó, pero fueron devastadoras.
Prosiguió, luego, a borrar todo rastro humano del sistema.
Este transporte civil, al que ustedes vinieron a remolcar, es un buen ejemplo. Fue atacado con un arma de pulso electromagnético, nunca antes vista, suponemos que montada en un drone, otro innovador diseño de la IA.
Quemó todos los circuitos a bordo de la nave, lo cual obviamente anuló el soporte de vida. Su tripulación murió en pocos minutos, congelada por el frío del espacio.
Creemos que nosotros nos encontramos a salvo de un ataque similar gracias al campo de camuflaje que manejamos, el cual nos mantiene a salvo de los sensores de largo alcance del satélite... al menos, por el momento, hasta que desarrolle nuevos.
Está claro que Ragnarok le ha declarado una guerra de exterminio a la humanidad, y tenemos que detenerla antes de que cree un ejército, lo cual está haciendo en este preciso momento.
—¡Pues vuelen el maldito satélite y todo el tema solucionado! Con un bombardeo de saturación sobre la superficie bastará, no quedará nada de nada —sugirió Nova.
—No es tan simple —dijo Cassiopeia.
—¡¿Y por qué no?! Quieren salvar sus preciosas fábricas de armas, ¿no es así? —le planteó Rigel.
—¡Perdimos varias naves ya, y fue por el simple hecho de acercarse con rumbo hacia AEgir!, muchos soldados han muerto... ¡Recurrir a ustedes no fue la primera opción que barajamos!
—Debido a la avanzada tecnología armamentística que se maneja en Omega 0, el satélite entero se encuentra fuertemente defendido.
Cualquier nave cuyo diseño ya figure en las bases de datos de Ragnarok, lo que significa, todas las desarrolladas por el GM, será atacada y destruida —aclaró Barnard.
—En definitiva: es una instalación invulnerable a cualquier ataque que podamos lanzarle desde la FDT —admitió Cassiopeia.
—Pídanle ayuda a la AE, entonces —les sugirió Nova con énfasis, al escucharla, sus interlocutores guardaron silencio avergonzados—.
Claro, ya entiendo... «La ropa sucia se lava en casa», ¿verdad? Que la Alianza de Especies no se entere de lo que hacen los humanos a sus espaldas, prefieren que mueran personas antes que admitir sus errores ¡ustedes me dan asco! —concluyó indignada.
—Bueno, bueno..., a todo esto, ¿para qué me necesitan a mí?, ¿qué tanto quieren que yo haga? —preguntó Spica, y fue Barnard quien le respondió:
—Por lo visto hasta ahora, las últimas características instaladas en la IA están funcionando a la perfección, como les dije hace un instante, ya ha comenzado a intentar desarrollar innovaciones, aunque solo mediante la mezcla de otras que ya conoce...
Suponemos que, seguramente, querrá asimilar nuevas tecnologías, y es ahí precisamente en donde entras tú, una androide sigma, algo completamente desconocido para ella.
Querrá analizarte a fondo, conectarse a ti, y eso es justamente lo que pretendemos.
Ragnarok es un programa de IA que opera bajo un potente sistema de supercomputadoras cuánticas; tu cerebro, en cambio, mi querida Spica, es algo aún más poderoso... tienes, en teoría, una capacidad de cómputo mayor.
Tú eres, en esencia, una hipercomputadora... y puedes vencer a cualquier otra tecnología creada por el hombre.
—Dijo «en teoría», doctor —le remarcó Rigel.
—Nunca en la historia se ha hecho una competencia directa entre una supercomputadora cuántica y una hipercomputadora... Cuando Spica vaya a Omega 0, la veremos por primera vez.
—¿Y cómo piensa hacerla llegar hasta allí?
—En el Cisne Negro, por supuesto.
—Un momento, acaba de decir que toda nave incluida en las bases de datos de la IA va a ser atacada por solo acercarse al satélite. ¿Qué, acaso, eso no incluye también al Cisne?, tengo entendido que su diseño fue hecho por un científico del GM.
—Su nave, mi estimado capitán, solo fue diseñada en parte por el GM... No puedo darle más detalles al respecto —reveló Barnard en un contexto de misterio.
—Es demasiado riesgo. Olvídelo, no voy a enviar a Spica sola en el Cisne a una misión potencialmente suicida.
—Ella no tiene por que ir sola, usted y Nova podrían acompañarla.
Para ello, les puedo proporcionar un par de avanzadas armaduras experimentales.
Es una tecnología que ha estado desarrollando el más brillante de los expertos en ingeniería robótica que tenemos en el GM.
Son protecciones de cuerpo completo, y tienen sofisticados sistemas integrados con la capacidad de ocultar sus señales biológicas totalmente —aseguró.
Se hizo un silencio...
—Me gustaría intentarlo —dijo Spica.
Rigel miró a Nova, y vio que su mirada era igual de decidida que la de su compañera, ambas estaban de acuerdo:
Está bien —dijo resoplando—, hagámoslo entonces...
Relámpago mecánico
Los preparativos para la peligrosa misión se pusieron en marcha sin demora, al Cisne Negro llegó un pequeño transporte automatizado, enviado por el doctor Barnard, desde la nave del GM; dentro, portaba las armaduras que Rigel y Nova utilizarían para ocultar su naturaleza biológica.
La carga fue dejada en la bahía principal de la nave dentro de cuatro contenedores, dos de ellos bastante grandes y pesados.
Así, estando Rigel y Nova en la bodega, y Spica en el puente, el Cisne Negro, en soledad, partió con rumbo hacia AEgir.
—Esperaba solo dos cajas —dijo Nova—. En fin..., ¿cuál abrimos primero?
—Comiencen con las más chicas y colóquense en el cuerpo todo el equipo que se encuentra en ellas —indicó el doctor Barnard al tiempo que su imagen aparecía en las pequeñas pantallas que tenían aquellos contenedores incorporadas.
Rigel y Nova le hicieron caso, pulsaron un botón y las cajas se abrieron. Dentro, había una serie de piezas que parecían formar parte de una armadura mayor, aquellos elementos blindaban: la cabeza, la zona superior del tronco incluyendo los hombros, los antebrazos, la cintura, y las piernas, desde las rodillas hasta los pies incluidos.
—Conozco varias armaduras de la FDT que cubren mucho mejor el cuerpo humano, doctor —le dijo Nova en tono crítico, al tiempo que, algo reluctante, se colocaba su equipo.
—Esa es solo una parte preliminar, aunque imprescindible, de la verdadera armadura, una especie de interfaz, por así decirlo... Algo intermedio para adaptar perfectamente el cuerpo del piloto al vehículo.
—¿Vehículo?
—Espere a que finalicemos y lo entenderá todo; por favor, no sea impaciente... Ahora, abran los contenedores grandes.
Al hacerlo, se encontraron con la sorpresa de que dentro de ellos había un par de artilugios muy especiales:
—¡Vaya, vaya! Pero ¿qué tenemos aquí? ¿Qué son estas dos preciosidades? —preguntó Rigel sorprendido al ver aquello.
—Motocicletas artilladas, por lo que veo, y con una muy buena línea deportiva..., sí que tienen estilo —dijo Nova acariciando una de las motos—.
Lucen poderosas, tienen reactores de propulsión a chorro por detrás, como si fueran una nave espacial; deben ser bastante rápidas, y dar unos buenos saltos, me imagino —agregó encantada, y Barnard procedió a explicarles todo en detalle:
—En realidad, lo que tienen ahí es mucho más que solo eso: se trata de vehículos blindados unipersonales, desarrollados específicamente para despliegue rápido y combate cercano.
Unidades en extremo versátiles, y ampliamente configurables con un amplio rango de armamento; las que tienen ahí, vienen equipadas con lo estándar: misiles, ametralladora y lanzagranadas.
Las llamamos: relámpago.
Rigel y Nova no dijeron nada, solo se miraron entre ellos... Él bajó entonces su visera.
La computadora de aquellos prototipos se manejaba desde el casco y con los ojos; tenía integrado un sistema de rastreo de atención ocular y respuesta a gestos, su funcionamiento era muy simple: se exhibían una serie de opciones, las cuales se proyectaban sobre el visor, y el piloto las podía recorrer con su mirada, si permanecía con su vista sobre alguna, esta se resaltaba, y si a continuación parpadeaba, el sistema asumía que la había elegido...
—Capitán Rigel, por favor, siéntese sobre una de ellas, y presione el botón de encendido —le sugirió a continuación Barnard—; Rigel así lo hizo, y una serie de indicadores se desplegaron en la pantalla del cabezal de la moto:
—Listo. ¿Y ahora qué sigue?
—Ahora, tome ambos manillares, haga como si fuera a conducirla... ¿Ve ese control deslizante para el dedo pulgar de su mano derecha?
—Sí, lo veo.
—Úselo, capitán.
En cuanto Rigel lo accionó, se activaron una serie de elaborados y complejos sevomecanismos, y la moto comenzó a cambiar su forma, de una manera dramática, acoplándose, en apenas tres segundos, al cuerpo de su piloto, convirtiéndose así en una auténtica armadura de cuerpo completo.
La planta motriz entera, con el motor y los propulsores, se alojaron en su espalda, con las ruedas acopladas a ambos lados, semejando ser una enorme mochila; el cabezal, con sus lanzamisiles ocultos, se desplegó delante de su pecho y hombros; y la horquilla de la rueda delantera, junto con el resto de todo el armamento, ametralladoras y lanzagranadas, terminó acoplándose a sus antebrazos...
—Las motos relámpago forman parte de un nuevo concepto en el que trabaja el GM: toda una generación de robótica destinada a vehículos de guerra adaptables a distintas condiciones y escenarios de batalla.
Creemos que serán de vital importancia para la defensa de la humanidad a medida que continúe con su expansión a través del universo...
Dígame, ¿cómo la siente, capitán?
—El peso está perfectamente equilibrado, casi no lo siento para nada, tampoco me cuesta moverme, es más bien lo contrario...
—De hecho, la armadura es como un exoesqueleto que le brinda más fuerza al piloto a través de toda su mecánica.
—Tengo que probar esta cosa —dijo Nova subiéndose a su unidad y activando la transformación del vehículo...
—¿Qué tal?
—Me gusta... ¡Me encanta!
—La relámpago, en modo armadura, no solo blinda absolutamente el cuerpo del piloto, también lo aísla de toda la química y la radiación del medioambiente, proporciona un soporte de vida autónomo, como si fuera una pequeña nave espacial, hasta recicla completamente la reserva de el aire y humedad interna, lo cual permite el utilizarla en un muy amplio rango de escenarios.
Eso último tiene como efecto colateral el enmascaramiento de todo rastro de vida... o sea que, Ragnarok creerá que son robots.
—Excelente —dijeron Rigel y Nova al mismo tiempo...
Barnard agregó:
—Un último detalle: de más está decir que estos vehículos no son de serie, esta tecnología se encuentra en pleno desarrollo, y el GM los necesita devuelta, hay muy pocos modelos construidos hasta ahora, así que cuídenlos mucho; cuando esto termine tienen que ser entregados en perfecto estado...
—A Spica le encantaría ver esto, ¿dónde estará metida? —preguntó Nova ignorando lo último dicho por el doctor.
—Me dijo que se quedaría corriendo unas simulaciones de la misión —le contestó Rigel, en ese momento, la imagen de Spica apareció en un monitor de la bodega:
—Estoy en el puente de la nave, y lo escuché atentamente todo, además el doctor Barnard me envió las especificaciones completas de ese equipo.
—¿No quieres venir a ver esto directamente? —le preguntó Nova.
—Gracias, pero no... En prácticamente tres horas comenzaremos con la operación, prefiero que ustedes se queden solos allí, y utilicen ese tiempo para familiarizarse lo mejor posible con el funcionamiento de sus unidades, sobre todo vean muy bien lo referente a la navegación propulsada...
Háganlo, por favor —respondió de manera sospechosa.
Fue así que, a medida que el Cisne Negro se acercaba a su objetivo, se pasó a silencio radial, aislándose de las demás naves para evitar que Ragnarok sospechara algo.
Y así transcurrió ese tiempo, con Rigel y Nova aprendiendo en la bodega sobre las motos relámpago, tal y como les había recomendado Spica; quien, finalmente, y por el sistema de altavoces interno de la nave, les informó:
—El planeta AEgir se encuentra a la vista...
Detecto múltiples señales que llegan hasta el Cisne. Creo que nos están revisando completamente —agregó.
—Y no nos disparan... Al menos, hasta ahora, vamos bien —le comentó Rigel a Nova.
En ese momento, el Cisne Negro se detuvo.
—¿Qué sucede? —se preguntó Nova preocupada.
—Capitán, Nova —les dijo Spica—. Quiero que sepan que, antes de comenzar con esta misión, la estuve analizando desde todos los ángulos posibles, probé un sinnúmero de alternativas potenciales, y evalué todas mis opciones.
—Oh, oh... Esto no me gusta como suena —susurró Nova mientras Spica continuaba:
—Mi plan siempre fue hacerme con el control completo de las unidades operativas en el satélite, pero eso me será imposible.
En el 99.9 % de mis pruebas, únicamente logré conseguir el 50 % de dominio, en todos los escenarios, la IA continuó en poder del resto.
A pesar de ello, he decidido proseguir y, cuando llegue a ese punto de equilibrio total de fuerzas, le daré a Ragnarok la opción de rendirse, otorgándome el 100 % del control, o atenerse a un enfrentamiento total, el cual terminaría en una destrucción mutua asegurada.
No puedo anticipar por que optará la IA, dado que, desde su punto de vista, ambas opciones pueden resultar equivalentes.
La injerencia, total o parcial, de ustedes dos en cualquier devenir de los acontecimientos es absolutamente nula, y es por eso que no voy a arriesgar sus vidas.
Según mis cálculos, el combustible de sus unidades será suficiente como para acercarlos, hasta ubicarlos dentro del rango de sensores de la nave del GM, donde está el doctor Barnard; las coordenadas ya se encuentran cargadas en el sistema de navegación automático, solo tienen que activarlo...
—¡¡Un momento Spica!! ¡No te atrevas a seguir sin nosotros...! —le gritó Rigel mientras intentaba abrir las puertas de la bodega, pero todo fue inútil, estaban cerradas así como la decisión de la androide, ya firmemente tomada:
—Fue un placer el haber compartido mi tiempo de existencia con ambos —concluyó Spica con tono de tristeza, y en ese momento, abrió la compuerta de la bodega... La despresurización absorbió a Rigel y a Nova hacia el espacio, ambos quedaron dando vueltas sin control, en órbita alrededor de AEgir.
Mientras tanto, Spica, por su lado, se alejó de ellos en la nave... dispuesta a enfrentar su destino.
Guerra cibernética
Flotando en el espacio, Rigel y Nova apenas podían creer lo que había hecho Spica...
—¡Si esa maldita IA del infierno no la destruye, juro que lo haré yo..., ya verá. A Spica se le zafó un tornillo esta vez! ¡¿Como diablos se le pudo ocurrir hacernos esto?! —gritaba Nova furiosa.
—¡¡Cálmate, y trata de estabilizarte!! —le ordenó Rigel.
Durante varios segundos maniobraron los controles propulsores de sus armaduras, hasta que por fin consiguieron quedar flotando de una manera controlada...
Entonces Rigel, rompiendo el silencio radial, intentó hacer contacto con las demás naves:
—¡¡Hola, hola... Atención, aquí Rigel!! ¡Quién sea, qué alguien me responda! —solicitó.
—Aquí Cassiopea. ¿Qué es lo que ocurre?
—Spica nos expulsó a Nova y a mí del Cisne... Estamos flotando ahora en órbita a AEgir.
—Tanto mejor..., sin saberlo, les salvó la vida.
—¿A qué te refieres?
—Hay algo de lo que fui informada luego de que partieron.
Cuando Spica desactive las defensas de Omega 0, deberé efectuar un salto de transposición con mi fragata junto a una flota de cañones tornado, los cuales rodearán todo el satélite haciendo una selección puntual de blancos.
Toda la red de laboratorios que se estableció para el desarrollo de las nuevas armas será completamente vaporizada para eliminar cualquier rastro de la IA.
—No, no... Eso no hará falta, Spica me aseguró que: o ella se hará con el control de todo, o todo quedará destruido.
—¿Sí, conque eso te garantizó ella? Pero mira que bien —le dijo Cassiopea desestimándolo—... Lo que, me imagino, que no te dijo, es que, además, existe la posibilidad de que Ragnarok se apodere de Spica en algún momento, y ese es un riesgo que no podemos correr.
Ignoramos completamente que fue lo que originó la falla y si puede extenderse a otros cerebros electrónicos.
Hay que destruir las instalaciones en cuanto la red de defensa caiga, podría no haber otra oportunidad.
—¡Pero Spica estará en uno de los edificios que atacarás!
—Tengo órdenes directas del alto mando de la Tierra. ¡¿Qué quieres que haga?!
—¡¡Pues, vete al Infierno, Cassiopea... tú y toda la FDT!! —le gritó finalmente Rigel muy enojado, y cortó la comunicación.
—¿Ahora que haremos? —preguntó Nova...
—Te lo diré...: yo iré hasta Omega 0, y tú te regresarás como nos indicó Spica que hiciéramos —le contestó Rigel.
—¡Que bien!, pero ¡¡que bien!! ¿Me pides que te abandone?, ya veo de donde saca la robotita sus ideas alocadas: ¡tú eres el culpable!, eres una mala influencia, con estas actitudes tuyas solo encarnas un ejemplo erróneo para ella.
—No olvides que soy tu capitán, Nova.
—¡¡Y yo soy tu segunda al mando!! ¡y me dices que te abandone! ¡¡¡Pues olvídalo!!!...
Mira, Rigel, tengo armas cargadas en esta cosa, y muchas ganas de dispararlas, y si vuelves a darme una orden como esa, te juro que te usaré de blanco.
No sé que estés planeando, pero me incluirás... ¡Oh sí qué lo harás!, ¿está claro? —agregó en tono amenazante—. Ahora, vayamos a ese condenado satélite, y saquemos a Spica del problema en el que se ha metido.
Rigel se quedó atónito, la fuerza del carácter de Nova cuando se enojaba era algo que siempre lo dejaba sin palabras...
De ese modo, ambos se pusieron en camino, aunque se tardarían bastante, la velocidad máxima de las unidades relámpago en el espacio apenas se acercaba al 10 % de la de una nave como el Cisne Negro.
La animosidad de Nova hacia Rigel se relajó tan rápido como había escalado, y el trayecto fue aprovechado por ambos para averiguar tanto como pudieran del lugar al que se aproximaban:
—¿Qué has visto hasta ahora de Omega 0? —preguntó Nova...
—Por lo que tengo en la base de datos de mi armadura, se trata de un satélite natural de AEgir, no es más grande que la luna, de hecho, es casi del mismo tamaño, aunque su gravedad es como la de la Tierra, debe tener un núcleo muy denso.
Tiene una especie de atmósfera variable, inestable, la cual es apenas respirable, de hecho, en estancias prolongadas hay que utilizar equipos de asistencia.
Por lo demás, la superficie es mayormente rocosa, aunque tiene grandes mares de hidrocarburos en estado líquido; hay lluvia, viento, y... ¡80 % de la superficie está ocupada por fábricas e instalaciones del GM!; con razón se lo considera mecanizado.
—Sí, estoy viendo las imágenes, y son realmente impresionantes... Nunca me imaginé que pudiera existir algo así: hay ciudades que están completamente automatizadas, en donde las manzanas se encuentran constituidas por edificios fabriles de diversos tamaños e índole; hay grandes avenidas y calles, puentes, todo tipo de puertos y vehículos de transporte...
En ese sitio se produce en todo momento, y sin descanso.
—Las estructuras artificiales que rodean esos enormes y profundos cráteres, justo en los polos, son exclusivamente para la extracción de energía geotérmica del núcleo satelital. Deben ser necesarias ingentes cantidades de poder para alimentar a toda esa maquinaria, no les basta solo con los hidrocarburos de los mares.
—Por cierto, Rigel, ¿cómo vamos a bajar cuando lleguemos? No creo que los propulsores que tenemos nos alcancen como para frenar lo suficiente una caída desde la órbita.
—Descenderemos en uno de los mares... Eso amortiguará nuestra llegada.
—No olvides la fricción atmosférica que enfrentaremos. ¿Hasta qué temperatura aguantarán las relámpago? —planteó entonces Nova, al tiempo que ambos buscaban la información en las especificaciones...
Mientras tanto, en Omega 0, Spica descendía con el Cisne Negro en una playa destinada al desembarco de materiales, lugar en donde era esperada por un pequeño pelotón de robots de combate con forma antropomórfica, y fuertemente armados:
—¡Vaya, vaya! Ustedes deben ser el comité de recepción —les dijo al salir de la nave.
—Sube al transporte —le indicó uno de ellos sin más.
—¿Hacia dónde me llevarán?
—Al laboratorio central, ahí te analizaré a fondo.
De ese comentario se podía deducir que la IA era quien hablaba a través de aquellos robots, Ragnarok estaba así omnipresente en todas las computadoras del satélite.
«Perfecto, según lo planeado... Una vez allí estableceré un enlace local a todo, y veré como controlarlo», pensó Spica al tiempo que abordaba el vehículo sin ofrecer resistencia alguna.
Mientras lo anterior ocurría, y a unos pocos kilómetros por encima, en el espacio, Rigel y Nova se acercaban a un momento crítico de su improvisado viaje: el descenso en Omega 0.
A medida que se habían aproximado a su objetivo, la cantidad de satélites artificiales orbitando, se incrementó exponencialmente; allí los había: de comunicaciones, de detección, y hasta algunos armados... y todo eso le había dado una idea a Rigel:
—Ven y ayúdame, Nova —le dijo—. Vamos a mover ese satélite, es bastante grande y grueso.
—¿Qué piensas hacer con él?
—Ya sabemos que estas armaduras no evitarán que nos horneemos como pollos en ellas durante la caída... Así que, nos precipitarnos con este satélite por delante nuestro; lo usaremos como escudo térmico de ingreso en la atmósfera.
—De entre las ideas desesperadas que he escuchado en toda mi vida esta es una de las más desquiciadas, Rigel.
—¿Se te ocurre algo mejor?
Ella lo pensó por un momento... y no pudo responderle. Fue de ese modo que Nova decidió secundar a su comandante, por más peligroso que fuera su plan.
Ambos se ubicaron por detrás de un enorme satélite estacionario, mismo que se encontraba sobre el centro de la que era evidentemente una gran masa líquida, y comenzaron a empujarlo, activando a plena potencia los propulsores de sus armaduras...
Lentamente, el enorme artefacto comenzó a moverse, para luego ir acelerando a medida que la gravedad comenzaba a actuar sobre él:
—¡Estamos cayendo, ya no hay marcha atrás!—exclamó Nova sin poder ocultar su preocupación.
—¡¡Sujétate fuerte!! —le gritó Rigel justo cuando se comenzaban a ver las primeras lenguas de fuego que comenzaban a quemar la cara del satélite expuesta a la fricción contra la atmósfera.
—Esto se está calentando —dijo Nova al ver como el metal al rojo vivo se acercaba a los puntos donde ella tenía sus manos...
Los pedazos del artefacto se comenzaron a desprender a medida que este se desintegraba, hasta que ya no quedó nada de que agarrarse.
—¡Ponte de espaldas, Nova y usa tus propulsores al máximo, como retrocohetes! —le gritó Rigel mientras él lo hacía..., y ella lo copió.
De ese modo, consiguieron aminorar un poco la velocidad de descenso final... Sin embargo, y al estar por llegar a la superficie, dando un último giro, la pareja cambió nuevamente su pose, e intentó mantenerse lo más recta posible, como si ambos estuvieran parados, y apuntando con esa posición hacia abajo, cayeron en el mar, de pie.
Una densa nube de vapor surgió del punto exacto en donde hicieron contacto con el líquido elemento, que, al evaporarse, les sirvió para enfriar sus calientes armaduras...
Al mismo tiempo, la densidad del fluido redujo la velocidad de ingreso, hasta detenerla por completo antes de tocar el lecho marino.
—¿Estás bien, Nova?
—Sí, pero esto no me lo va a creer nadie...
Utilizando los propulsores de sus armaduras, emergieron, y en ese momento, vieron que algo estalló en el cielo, aquella detonación fue seguida por otra, y otras varias más:
—Bueno, tal parece que Ragnarok no se rindió... Vamos a tener que rescatar a Spica en medio de una guerra de robots. Supongo que vas a sacarte las ganas de usar tu armamento, Nova —le dijo Rigel.
Ella solo sonrió...
Con un impulso a reacción, salieron del agua y se ubicaron sobre un largo puente que atravesaba aquel mar, quedando casi a la mitad del mismo.
Aquella era una de las vías de conexión más largas de todo el satélite, conectaba dos de las principales secciones del gigantesco complejo fabril, las cuales se encontraban separadas por casi 100 kilómetros de distancia...
Cambiaron sus armaduras a modo vehículo, para tener así una muy superior velocidad de avance, y comenzaron la ruta hacia el laboratorio principal.
—Estas motos corren como el viento... a 300 kilómetros por hora llegaremos en menos de 10 minutos —dijo Nova excitada.
—Hump... Tal vez sea demasiado lento, consulta tu radar —le advirtió Rigel—. Detecto unidades aéreas que se acercan a nosotros.
—Mi relámpago los identifica como drones, y el conteo se ubica por encima de los 1000.
—La mía está detectando miras láser sobre nosotros... Nos están fijando como objetivos.
Voy a activar la opción de camuflaje —dijo entonces Rigel usando sus ojos para activar el sistema de ocultamiento electroóptico de su vehículo.
«Error: camuflaje solo disponible en modo armadura» —fue la respuesta de la computadora.
—No se puede mientras las tengamos como motos —le dijo a Nova.
—De todos modos, seguramente no nos serviría de nada.
Los grandes grupos de drones, como estos, siempre operan como una sola unidad, establecen una Inteligencia Artificial mediante una red neuronal conjunta, donde cada unidad aporta su parte.
Sin duda esa IA se daría cuenta de la treta y saturaría todo el sector con una lluvia de disparos... Nos darían desde todos los ángulos.
Creo que estamos en un serio problema —agregó ella mientras más y más drones se les acercaban por todos lados, ubicándolos dentro de su rango de armas.
En un puente, ya de por sí, no hay mucho margen de maniobra, ni siquiera para un par de ágiles motos como las relámpago, a pesar de ello, los drones se posicionaban rodeándolos hasta quitarles todo resquicio por donde pudieran escapar.
Se alistaban así para ultimarlos en conjunto como un letal enjambre de avispas:
—Quieren asegurarse de destruirnos... y ya están por atacarnos, me parece que de esta no salimos —dijo Nova.
«Módulo de reconocimiento de amenazas: en alerta máxima. Sistema de defensa automática: activo», apareció entonces en el visor de ambos cascos. «Sugerencia táctica: sincronizar ataque misilístico con unidades aliadas cercanas».
—¡Sí, sí... Lo que sea, pero hazlo ya! —le dijo Rigel al tiempo que aceptaba la opción junto con Nova, quien hacía lo mismo.
Acto seguido, en las dos motos se abrieron una serie de tapas que cubrían los sistemas de cohetes para blancos múltiples, y una miríada de pequeños misiles, con una muy alta maniobrabilidad autónoma, salieron disparados, cada uno dirigido a un dron específico como su objetivo a destruir...
Casi de inmediato, la escena se cubrió con incontables explosiones mientras cientos de drones eran despedazados en el aire.
Habiendo acabado con aquella amenaza, continuaron sin más percances, hasta cruzar aquel largo puente...
A medida que se acercaban al laboratorio principal, el conflicto armado entre las cibernéticas facciones se intensificaba.
—Spica debe estar en el epicentro de todo esto, Ragnarok la debe estar atacando con todo lo que tiene —dijo Nova, y apenas terminó, Rigel agregó:
—No con todo...
Un tanque araña apareció frente a ellos, cortándoles el paso, al mismo tiempo, otros más surgieron de manera inesperada por varios flancos.
Con sus ocho patas escalaban por las paredes de los edificios con gran velocidad y destreza, su movimiento era igual de fluido que el de los auténticos arácnidos...
—Estos modelos parecen ser más livianos que el que usó Lesath en el planeta errante, se mueven mucho más rápido, y no veo que agrieten las paredes —señaló Nova.
—Cambiemos a modo armadura —ordenó Rigel y así lo hicieron, quedando finalmente en una posición comprometida, espalda con espalda y completamente rodeados desde el suelo, y la altura...
—Usemos los misiles otra vez —propuso ella.
—Mmm... ¿Qué raro?, no me lo sugiere el sistema. ¡Oh!, ya veo por qué, se terminaron, al menos los míos.
¿Qué tal los lanzagranadas? —le preguntó entonces él.
—Sería inútil, creo que ni siquiera les atravesaríamos el blindaje, las granadas no son para este tipo de objetivos.
—Nos quedan las ametralladoras aún, tienen munición perforante especial, de alta velocidad... lo leí en los detalles, hace un momento, cuando revisamos las especificaciones.
—Sí, eso funcionaría, pero ya estamos en la mira de una veintena de estos tanques, ¿a cuántos crees que podremos deshabilitar antes de que los otros nos vuelen en pedazos? ¿llegaremos al menos a la mitad?
—No. Los acabaremos a todos...
Rigel había tenido una ingeniosa idea de combate, basándose en lo estaba aprendiendo sobre la marcha acerca de tácticas de combate con las motos relámpago.
Fue así que, de golpe, cuando estaban ya finalizando de sincronizar sus armas, todos los tanques araña perdieron la posición de ambos blancos, los cuales simplemente desaparecieron de sus sensores.
Sus cámaras comenzaron a buscarlos frenéticamente, por todo el escenario, sin conseguir resultado alguno... y, entonces, comenzaron a recibir balazos desde distintas direcciones.
Las disparos atravesaban sus cascos, causándoles graves daños, hasta deshabilitarlos por completo. Los que estaban sujetos de las paredes, cayeron al suelo, y los que ya estaban allí, terminaron llenos de agujeros...
En pocos segundos, dos poderosos escuadrones, enteros, de artrópodos metálicos terminaron completamente devastados por un enemigo que no pudieron ni siquiera detectar.
Finalizado aquello, los dos atacantes aparecieron flotando como a treinta metros por encima de los restos de sus enemigos, el camuflaje que desplegaron las armaduras había resultado letalmente efectivo.
—¡¡Amo estas motos!! —gritó Nova feliz—... Definitivamente, ya sé que es lo que quiero que me regales para mi próximo cumpleaños, Rigel.
Continuaron así su avance en medio de un conflicto bélico entre máquinas, hasta que divisaron las instalaciones a las que se dirigían, e ingresaron en ellas...
El laboratorio central se encontraba varios niveles por debajo de la superficie, utilizando rampas, llegaron hasta allí.
Se encontraron con un espacio enorme, lleno de muy sofisticados dispositivos y maquinaria exótica de todo tipo, y, en la más grande de ellas, se la veía a Spica, de pie.
Vestía un avanzado traje, el cual abarcaba todo su cuerpo y estaba muy ceñido a él, además, llevaba un casco en la cabeza, solo parte de su cabello era visible...; y todo aquello se encontraba conectado, a través de gruesos cables, con esa extraña máquina.
Lo que tenía puesto era un avanzado equipo, lleno de sensores, con los que la IA pretendió analizarla, y que ella había utilizado para controlar el 50 % de las instalaciones.
—¡¿Spica?! —le gritó Rigel esperando que fuera ella.
—¿Qué hacen aquí? —les preguntó Spica sorprendida volteando para verlos.
—Vinimos a rescatarte.
—Gracias, pero no es necesario. Tengo el conflicto perfectamente controlado, según mis estimaciones, las unidades robóticas activas en el satélite quedarán reducidas al 0,01 % en 3 horas aproximadamente.
—Eso es lo que tú crees...
Quedarás reducida a cenizas mucho antes.
—No lo entiendo.
—La FDT se apresta a lanzar un ataque orbital con cañones tornado en cuanto caigan las defensas satelitales.
Lo hará en puntos estratégicos, y este es uno de ellos —le dijo Nova.
—Quedaremos los tres reducidos a cenizas, entonces... porque las defensas acaban de caer.
Rigel y Nova se miraron entre sí...
—Les tomará algunos minutos hasta que posicionen esos cañones, tenemos que largarnos de aquí cuanto antes —dijo Rigel.
—Aléjense ustedes dos, yo no podré hacerlo —replicó Spica.
—Tú te vienes con nosotros, robotita terca... No vinimos hasta aquí en medio de una guerra para dejarte, ¡fin de la discusión! —argumentó Nova.
—Aprecio tu gesto, Nova... de verdad, eres una buena amiga, pero, si me desconectara en este momento, perdería totalmente el control de mis robots, que pasarían a integrar las fuerzas enemigas prácticamente al instante.
Estas instalaciones serían tomadas por Ragnarok en cuestión de minutos. Salir de ellas sería una misión imposible, cientos de unidades confluirían en la superficie en apenas segundos.
Se hizo un tenso silencio...
—En la superficie dijiste, ¿y por debajo? —planteó Rigel.
—¿Por algún sistema de túneles o algo así, sugieres? —le preguntó Nova.
—Sí, algo así... si es que hay algo.
—Bueno. Las tormentas en este satélite son muy intensas, y duran bastante tiempo, el sistema de desagüe posee enormes tuberías para lidiar con ello.
Se podrían usar para alejarse de este sitio a una gran velocidad utilizando las relámpago —contestó Spica.
Con Rigel al frente y Spica subida al asiento trasero de la moto de Nova, el escape comenzó así por el drenaje: una serie de anchos túneles, redondos, de unos 10 metros de diámetro cada uno, los cuales desembocaban en el sistema de acueductos de aquella fabril ciudad.
Sin embargo, muy lejos estaba aquello de ser un trayecto seguro...
—Detecto algo que viene por delante nuestro, Nova —le advirtió Rigel —... y, sea lo que sea, viene sobre el suelo y muy rápido.
—No solo por delante, por detrás también; son varias unidades, y cada una de ellas con un tamaño aproximado al nuestro —dijo ella.
—Seguramente se trata de exterminadoras... son motos autónomas, muy veloces, y artilladas. Un novedoso desarrollo del GM, y que la FDT no ha tenido la oportunidad de poner en uso, aún —les informó Spica.
—¿Qué armamento estándar llevan? —le preguntó Rigel.
—Pueden ser equipadas con un amplio rango de armas, pero estas no tendrían ninguno todavía... los soportes para el montaje de las armas no pudieron ser fabricados aún, se estaba esperando un cargamento de titanio para hacerlo.
—Supongo que intentarán chocarnos, entonces —comentó Nova.
—Acelera, y manténte justo detrás de mí —le ordenó Rigel.
—Sí, sí... ya sé, me imagino lo que piensas hacer —contestó ella—, sujétate muy bien de mí, Spica.
La idea era arriesgada y no había margen de error para la vertiginosa maniobra que en pocos segundos ocurriría.
—¡¡Propulsores..., ahora!! —gritó Rigel, al ver a los vehículos interceptores que venían de frente; en ese instante, él y Nova utilizaron los reactores de sus motos para acelerar de súbito, y así poder escalar el túnel por su curva pared hasta quedar circulando suspendidos de la parte superior, boca abajo, desafiando a la gravedad durante varios metros.
La maniobra fue tan sorpresiva e inesperada, que los cerebros electrónicos de las motos exterminadoras no alcanzaron ni siquiera a reaccionar para colisionarlos, y cuando bajaron su velocidad para girar y emprender la persecución, terminaron siendo embestidas por sus propias compañeras, que ya venían tras los objetivos y no pudieron esquivarlas a tiempo.
—¡¡Sííí, así se hace!! —exclamó Spica.
—Todavía no podemos cantar victoria —le aclaró Nova—. Vienen muchas más de esas malditas cosas, por detrás... ¿Cuánto faltará para llegar a la salida, Rigel?
—Menos de un minuto...
—Es demasiado, nos alcanzarán en pocos segundos... Tengo que entrar en acción.
Fue así que Nova aplicó el freno de la rueda delantera, solo por un instante, para provocar que la rueda trasera se levantara del suelo y le permitiera hacer un brusco giro de 180 grados en el lugar; al mismo momento seleccionó la «inversión de tracción», una opción de manejo especial que permitía el seguir avanzando con la misma potencia y en la misma dirección inercial que llevaba, solo que mirando hacia atrás...
Entonces disparó sus lanzagranadas contra toda la superficie del túnel, llenándolo de agujeros y causando grandes desprendimientos de escombros, mismos que provocaron el aplastamiento de algunos de sus perseguidores y la caída de otros... obstaculizando al resto lo suficiente como para impedirles el paso, dejándolos definitivamente atrás.
Agotada la totalidad de su carga bélica, y con una maniobra similar, solo que inversa a la anterior, Nova volvió al modo normal de conducción.
Salieron así del túnel, para emerger en lo que era un acueducto a cielo abierto, el cual, como si fuera una autopista, los conduciría hacia el lugar en donde había quedado el Cisne Negro.
—¿Te gusta lucirte, verdad, Nova? —le dijo Rigel, en carácter de felicitación, ella nada le contestó, aunque se sintió halagada, solo sonrió, y lo alcanzó... para seguir conduciendo a la par.
En ese momento ambos recibieron una advertencia en sus cascos:
«Módulo de reconocimiento de amenazas: se detecta un ataque de largo alcance iniciado. Sistema de defensa automática: inadecuado».
«Sugerencia táctica: abandonar el vehículo de inmediato».
Al mismo tiempo, Spica creyó ver algo en los espejos retrovisores de la moto y giró su cabeza para mirar directamente hacia atrás; las cámaras de alta resolución, que eran sus ojos, le brindaban una visión muy superior a la de un ser humano:
—¡¡Son 10 misiles crucero!! —exclamó alarmada.
—Y estamos en terreno abierto, somos como simples patos de tiro al blanco para armas de este tipo —dijo Nova bajando la velocidad.
—¡¡¡No, no, nooo!!! ¡¿Qué haces?! ¡¡Acelera Nova, acelera!! —la conminó Spica de inmediato, y su compañera la obedeció:
—No hay adonde huir, Spica. Es preferible dejar las motos como cebo y refugiarnos; cuanto antes lo hagamos, tanto más nos alejaremos de las explosiones —recomendó.
—Sería completamente inútil. El área de destrucción total de esas ojivas abarca 500 metros. Aunque corrieras con todas tus fuerzas, ¿piensas que lo conseguirías cubrir a pie en apenas 30 segundos?, porque ese es el tiempo de impacto que calculo...
—¡¡¿Qué haremos entonces?!!
—Tú solo conduce lo más recto que puedas, y deja que yo me encargue del resto —finalizó Spica, mientras tomaba la pistola de la funda de la exmilitar y se sentaba mirando hacia la retaguardia en la moto—.
¿De cuanto es el alcance efectivo de tu arma, Nova? —le preguntó.
—1000 metros de pleno impacto...
Spica aguardó hasta que los misiles estuvieran dentro de ese rango y entonces disparó en secuencia apuntando directamente a los percutores de todos y cada uno de ellos..., y su precisión fue micrométrica.
Los misiles detonaron uno tras otro lo suficientemente lejos de sus objetivos como para resultar completamente inofensivos...
Orgullosa con su hazaña, la femenina androide volvió a girar en su asiento para quedar mirando hacia el frente nuevamente, y haciendo el ademán de soplar la boquilla de la humeante pistola, la devolvió a la funda de su dueña.
—Buena puntería —le dijo Nova impresionada, reajustando la curvatura variable de los espejos de su moto, con los que había visto toda la acción.
—Gracias... A mi también me gusta lucirme, de vez en cuando —le contestó Spica susurrándole al costado de su casco.
Y así continuaron... Hasta que llegaron a la planta de recepción de materiales, lugar donde el Cisne Negro los estaba esperando.
Justo en ese momento, un destello lejano iluminó el horizonte con un inusitado fulgor encandilante:
—Sin duda, ese fue un disparo de un tornado, los cañones de la FDT ya están posicionándose. Han comenzado a reducir a escombros todas las instalaciones hechas para la automatización de la IA —dijo Nova.
—Esta planta de almacenaje es una de ellas —reveló entonces Spica.
—¡¿Por qué no nos lo dijiste antes?!
—Nadie me lo preguntó... ni me dio motivos para hacerlo, como recién lo hiciste tú.
—¡Solo concentrémonos en subir al Cisne cuanto antes y largarnos de aquí antes de que nos vuelen en pedazos! —les dijo Rigel.
Fue justo en ese momento, que surgió un último problema, y este era el más grande de todos:
Una colosal máquina robótica de más de veinte metros de altura, con brazos y piernas se erguía delante de ellos:
—¡Es un robot para manipulación de carga! —exclamó Spica—, y de más está decir que se encuentra controlado por Ragnarok .
—No podemos abordar el Cisne con ese monstruo aquí, destrozaría la nave entera antes de siquiera poder despegar —dijo Nova, mientras ella por la derecha y Rigel por la izquierda esquivaban al gigantesco autómata, el cual intentó atraparlos con las enormes y poderosas garras que eran sus manos...
Se ocultaron así tras unos enormes contenedores con materiales.
—¡Cambia a armadura, Nova, y tú, Spica, prosigue hasta la nave; ve ocultándote lo mejor que puedas, y prepara el despegue en cuanto llegues, mientras tanto, nosotros nos ocupamos del robot.
Así dio comienzo la última batalla...
—¿Lo atacamos juntos? —preguntó Nova.
—Déjame hacerlo a mi primero — le contestó Rigel al tiempo que salía al descubierto y le lanzaba a su enemigo la totalidad de la reserva de granadas que quedaban en su moto.
En un segundo, la mecánica mole fue cubierta por explosiones y quedó rodeada de fuego... sin embargo, el ataque se evidenció como inútil, el robot emergió de entre las llamas caminando hacia él.
—¡No tan rápido! —expresó Nova quien, por detrás, lo atacó con la única arma que le quedaba, la ametralladora de su unidad...
Una prolongada ráfaga de balas impactó en la espalda del coloso generando una densa lluvia de chispas... y, una vez más, no hubo daño visible; el robot giró entonces hacia ella.
Nova quedó boquiabierta, incrédula con lo que veía...
—Esta máquina está hecha para trabajar con cosas extremadamente pesadas, son demasiadas toneladas de metal, ¡debe estar más blindado que un tanque! —le gritó Rigel al tiempo que vaciaba contra su enemigo toda la reserva de balas que aún le quedaba, hasta agotarla...
Fue evidente que sus oponentes no tenían un arma adecuada para destruirlo, de hecho, ya no tenían ninguna, así que el robot ignoró el ataque y continuó hacia Nova, quien estaba acorralada con unos contenedores por detrás; y levantó su enorme puño para aplastarla.
En ese momento, Rigel, dando un salto con sus propulsores, se lo sujetó en el aire, impidiéndole el ataque, Nova entonces cambió su armadura a su forma de moto y aceleró al máximo su unidad, utilizando también sus propulsores, para impactar con sus ruedas en uno de los pies del coloso, y desequilibrarlo... y el gigante no pudo sostenerse por mucho más en pie.
Cayó pesadamente en el suelo, agrietándolo; todo vibró con el fuerte impacto.
Otro brillo más inundó el cielo con su resplandor, al tiempo que otros dos hacían lo propio, solo que a la distancia..., los cañones continuaban sembrando la devastación puntual de sus objetivos.
—¡En cualquier momento dispararán hacia aquí, y no quedará nada, hay que irnos ya! —gritó Nova.
Sin embargo, eso aún era inviable. La titánica máquina se levantó nuevamente... era invencible; ambos se quedaron contemplando lo que parecía ser el final de todos.
En ese instante, de manera sorpresiva, el pecho del robot explotó en pedazos, algo lo había perforado desde atrás, dejándole un enorme agujero, Spica le había disparado con el cañon electromagnético del Cisne Negro, que flotaba a unos pocos metros sobre suelo; está vez la mole cayó de frente, y ya no se levantó.
—No quiero apurarlos, pero detecto un cañón apuntando hacia esta posición, supongo que se encuentra cargando sus condensadores para efectuar el disparo —les dijo Spica.
Sin más demora, Rigel y Nova abordaron la nave; saltaron dentro de su bodega frontal de carga, la cual se encontraba con su compuerta completamente abierta, lista para recibirlos.
Y el Cisne Negro abandonó el área en pocos segundos, justo antes de que un poderoso rayo, venido del cielo, impactara de lleno en la zona, reduciendo todo lo que allí había a escombros humeantes...
Solo desde el espacio se podía apreciar lo que el ataque de la FDT había causado, las explosiones se sucedían por todo Omega 0, acabando así con Ragnarok, definitivamente.
Enemigo virtual
Se había superado la crisis, y recuperado el control total sobre Omega 0. Desde la órbita del mecanizado satélite, Cassiopea controlaba las operaciones de limpieza por parte GM; a partir de ahora, la FDT se quedaría con sus fragatas y cañones tornado como defensa.
Estaba relajada en el puente de su nave, adaptándose a la aburrida tarea, hasta que, en un momento, recibió una transmisión proveniente del Cisne Negro, se trataba de Rigel, y estaba muy molesto:
—¡¡Después de todo lo que hicimos nadie nos pagará ni un solo centavo!! —le gritó increpándola.
—Acabo de enterarme y estoy tan sorprendida como tú. Dada la naturaleza secreta de Omega 0, y la gravedad del incidente, tal parece que la FDT no quiere arriesgarse a desviar una transacción oficial, la cual podría implicar una futura investigación.
—Esas son solo absurdas patrañas, Cassiopea, y lo sabes tan bien como yo —le dijo Nova involucrándose así en aquella conversación—. La FDT tiene aún más métodos de financiación clandestina que los que tuvieron todos los servicios de inteligencia que existieron en el antiguo sistema de países de existió en la Tierra.
Si no nos quiere pagar es porque nos considera sus enemigos...
—Estás siendo demasiado dramática, si fuera así habría recibido la orden de arrestarlos.
—¿Van a limpiar nuestro prontuario, al menos? —preguntó Rigel.
—No, tampoco, lo siento... mismo motivo. Por cierto, el GM ha solicitado la devolución de sus motos relámpago.
Rigel y Nova se miraron entre ellos con complicidad... y fue él quién contestó:
—Diles que fue una pérdida lamentable, Cassiopea.
Quedaron en el depósito de materiales desde el cual despegamos. Espero que puedan rescatar al menos algunas piezas... Aunque, lo dudo mucho; seguramente no quedó nada de ellas luego de que el tornado disparara.
Cassiopea entrecerró sus ojos, estaba incrédula de todo aquello, sospechaba que Rigel se estaba cobrando de alguna manera por sus servicios con la apropiación de aquellos invaluables prototipos de vehículos experimentales..., pero eso era algo que ya nadie podía probar, Spica estaba modificando las motos en la bodega de la nave, y ya les había deshabilitado el sistema de rastreo que el GM les había instalado.
De ese modo, el Cisne Negro se alejó del sistema...
Todo parecía así haber terminado, sin embargo, en ese momento, en una de las tantas terminales informáticas de la fragata de Cassiopea, el monitor desatendido de una, exhibió un perturbador breve mensaje, el cual duró menos de un segundo antes de desaparecer: «Transferencia de archivos a la computadora central de la nave: 100 % realizada. Migración de la IA: exitosa. Sistema Ragnarok: iniciando».
¿FIN?
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